Cuaresma, tiempo fuerte para reaccionar ante la realidad del mal. Catequesis semanal
del Papa
(RV).- (Se actualizó con texto, audio y video de la catequesis completa en italiano)
Este miércoles de Ceniza, el Papa Francisco, rodeado de miles de fieles y peregrinos,
inició en Roma el itinerario cuaresmal: “tiempo fuerte de conversión, para vivir con
mayor profundidad el bautismo.” El Obispo de Roma precisó que este tiempo somos invitados
a tomar mayor conciencia de las maravillas que el Señor realiza por nuestra salvación,
disponiendo nuestra mente y nuestro corazón para una actitud de agradecimiento hacia
Dios, por cuanto nos da y realiza en favor nuestro. “La cuaresma es un tiempo para
recobrar la capacidad de reaccionar ante la realidad del mal, subrayó Francisco, un
tiempo propicio para convertirnos al amor del prójimo.” “un amor que genera una actitud
de gratitud y de misericordia con el Señor, quien “se hizo pobre para enriquecernos
con su pobreza”. (RC-RV)
Resumen de su catequesis y saludo del Papa en
nuestro idioma:
Queridos
hermanos y hermanas: Inicia hoy, el miércoles de Ceniza, el itinerario cuaresmal
que nos conduce a la celebración del Triduo Pascual, memorial de nuestra salvación.
La Cuaresma es un tiempo “fuerte” de conversión, para vivir con mayor profundidad
el bautismo. En este tiempo somos invitados a tomar mayor conciencia de las maravillas
que el Señor realiza por nuestra salvación, disponiendo nuestra mente y nuestro corazón
para una actitud de agradecimiento hacia Dios, por cuanto nos da y realiza en favor
nuestro. Vivir plenamente el bautismo nos ayudará a no acostumbrarnos a las difíciles
situaciones de miseria, violencia, pobreza o indiferencia de Dios. Son comportamientos
no cristianos y cómodos, que narcotizan el corazón. La cuaresma es un tiempo para
recobrar la capacidad de reaccionar ante la realidad del mal; para la renovación personal
y comunitaria que nos acerca a Dios; para adherirnos confiadamente a su Evangelio,
para mirar con ojos nuevos a los hermanos y a los necesitados; es un tiempo propicio
para convertirnos al amor del prójimo; un amor que genera una actitud de gratitud
y de misericordia con el Señor, quien “se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza”.
Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes
de España, México, Argentina y otros países latinoamericanos. En este tiempo de Cuaresma,
invito a todos a invocar con confianza la ayuda de la Virgen María, para que nos acompañe
en estos días de oración intensa y de penitencia, para llegar a celebrar, purificados
y renovados en el espíritu, el gran misterio de la Pascua de su Hijo. Muchas gracias.
Texto
completo de la catequesis del Papa Francisco
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
hoy, Miércoles de Ceniza, comienza el itinerario
cuaresmal de cuarenta días que nos conducirá al Triduo pascual, memoria de la pasión,
muerte y resurrección del Señor, corazón, centro del misterio de nuestra salvación.
Y la cuaresma nos prepara a este momento tan importante y por ello la Cuaresma es
un tiempo “fuerte”, un punto de viraje que puede favorecer en cada uno de nosotros
el cambio, la conversión, todos nosotros tenemos necesidad de mejorar, de cambiar
en positivo, y la cuaresma nos ayuda. Y así salimos de los hábitos cansados y del
perezoso acostumbrarse al mal que nos insidia. En el tiempo cuaresmal la Iglesia nos
dirige dos importantes invitaciones: tomar conciencia más viva de la obra redentora
de Cristo; vivir con mayor empeño el propio Bautismo.
La conciencia de las
maravillas que el Señor ha obrado por nuestra salvación dispone nuestra mente y nuestro
corazón a una actitud de gratitud hacia Dios, por todo lo que Él nos ha donado, por
todo aquello que cumple a favor de su Pueblo y de la humanidad entera. De aquí parte
nuestra conversión: ella es la respuesta reconocida al misterio estupendo del amor
de Dios. Cuando nosotros vemos este amor que Dios tiene para nosotros, sentimos las
ganas de acercarnos a él y esta es la conversión.
Vivir el Bautismo hasta
el fondo – esta es la segunda invitación – significa no acostumbrarse a las situaciones
de degrado y de miseria que encontramos caminando por las calles de nuestras ciudades
y de nuestros países. Está el riesgo de aceptar pasivamente ciertos comportamientos
y de no sorprendernos frente a las tristes realidades que nos rodean. Nos acostumbramos
a la violencia, como si fuese una noticia cotidiana descontada; nos acostumbramos
a hermanos y hermanas que duermen en la calle, que no tienen un techo para protegerse.
Nos acostumbramos a los prófugos en busca de libertad y dignidad, que no son acogidos
como se debe. Nos acostumbramos a vivir en una sociedad que pretende menospreciar
a Dios, en la que los padres no enseñan más a los hijos a rezar ni a hacerse la señal
de la cruz. Yo les pregunto: sus hijos, sus niños ¿saben hacerse el signo de la cruz?
Piensen. ¿Sus nietos saben hacerse el signo de la cruz? ¿Se lo han enseñado? Piensen
y respóndanse en su corazón. ¿Saben rezar el padrenuestro, saben rezar a la Virgen
con el Avemaría? Y respóndanse ustedes. Este acostumbrarse a comportamientos no cristianos
y de comodidad ¡nos narcotiza el corazón!
La Cuaresma nos llega como un momento
providencial para cambiar ruta, , para recuperar la capacidad de reaccionar ante la
realidad del mal que siempre nos desafía. La Cuaresma se debe vivir como tiempo de
conversión, de renovación personal y comunitaria a través del acercamiento a Dios
y de la adhesión confiada al Evangelio. De esta manera también nos permite mirar con
nuevos ojos a los hermanos y sus necesidades. Por ello la Cuaresma es un tiempo propicio
para convertirse al amor al prójimo; un amor que sepa hacer propia la actitud de gratuidad
y de misericordia del Señor, que «se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza»
(cf. 2 Cor 8,9) . Meditando sobre los misterios centrales de la fe, la pasión, la
cruz y la resurrección de Cristo, nos damos cuenta de que el don sin medida de la
Redención se nos ha dado por la iniciativa gratuita de Dios.
Acción de gracias
a Dios por el misterio de su amor crucificado; fe auténtica; conversión y apertura
del corazón a los hermanos: éstos son los elementos esenciales para vivir el tiempo
de la Cuaresma. En este camino, queremos invocar con especial confianza la protección
y la ayuda de la Virgen María: Que sea Ella, la primera creyente en Cristo, la que
nos acompañe en los días de intensa oración y de penitencia, para llegar a celebrar,
purificados y renovados en el espíritu, el gran misterio de la Pascua de su Hijo.
Gracias.