(RV).- (Con audio)
Es el tiempo para
acompañar a Jesús en su cuaresma; en sus cuarenta días de desierto, como refiere el
Evangelio. En la profundidad del desierto Jesús es probado, tentado, en su condición
de Hijo de Dios. Pero vence el mal y al maligno.
Como lo hace con cada ser
humano, el "Tentador" pretende apartar a Jesús de su misión y vocación esencial con
engaños, ilusiones, razones falsas y aparentes. Si lo lograba sometía a la humanidad
entera, porque Jesús es el liberador que nos desata de las redes y cadenas del mal;
nos cura de la infección del mal y nos llena de su vida plena.
La cuaresma
de Jesús en el desierto es un tiempo intenso de lucha espiritual. El signo y consecuencia
de su victoria es la alegría, el gozo, la paz con la que el Espíritu lo colma en el
bautismo en el Jordán. Acompañamos a Jesús con oración, ayuno y limosna. La oración
es nuestro desierto.
Contemplando a Jesús que lucha y vence aprendemos a luchar
y vencer el mal con su espíritu de escucha y compromiso con la palabra de Dios. Jesús
para vencer hecha mano de la Palabra de Dios. Podemos pedir esta gracia de Dios,
acompañar a Jesús, para salir del egoísmo mezquino, dañino, para ir al hermano colmado
del Espíritu de vida en el amor, como Jesús mismo hace. Sí Jesús, ruego la gracia
de acompañarte en el desierto.