(RV).- (Con audio) El Papa Francisco
creó el pasado 22 de febrero a 19 nuevos cardenales procedentes de 12 naciones. “La
Iglesia tiene necesidad de ustedes, de su colaboración y, por encima de todo, de su
comunión, conmigo y entre ustedes. La Iglesia necesita su valor para anunciar el Evangelio
en toda ocasión, oportuna e inoportunamente, y para dar testimonio de la verdad”.
Lo dijo el Papa en la homilía de la solemne ceremonia de creación de 19 nuevos
cardenales. Rito que culminó con la imposición de la birreta y la asignación de los
títulos de las iglesias de Roma, como significado de la unión con el Obispo de Roma.
El
Papa reiteró la cercanía espiritual con las comunidades eclesiales y con todos los
cristianos que sufren discriminaciones y persecución. La Iglesia necesita que recemos
por ellos, para que sean fuertes en la fe y sepan reaccionar con el bien ante el mal.
Y esta oración nuestra se extiende a todos los hombres y mujeres que padecen injusticia
a causa de sus convicciones religiosas. La Iglesia también necesita de nosotros para
que seamos hombres de paz y construyamos la paz con nuestras obras, nuestros deseos,
nuestras oraciones: ¡hacer la paz! ¡Artesanos de la paz! por ello imploramos la paz
y la reconciliación para los pueblos que en estos tiempos sufren la prueba de la violencia,
de la exclusión y de la guerra. También asistió a la ceremonia el Papa Emérito Benedicto
XVI.
El pasado 23 de febrero el Papa celebró en la Basílica Vaticana la Santa
Misa con los nuevos Cardenales a quienes invitó a ser dóciles a la acción del Espíritu
Santo
“El cardenal, especialmente a ustedes se los digo, entra en la Iglesia
de Roma, no en una corte. Evitemos todos y ayudémonos unos a otros a evitar hábitos
y comportamientos cortesanos: intrigas, habladurías, camarillas, favoritismos, preferencias.
Es la exhortación que el Papa dirigió a los nuevos Cardenales, creados en el Consistorio
que tuvo lugar en la fiesta de la Cátedra de San Pedro Apóstol. Palabras sencillas
que trazan un itinerario bien definido. En efecto, a quien quiere seguirlo, “Jesús
le pide amar a los que no lo merecen, sin esperar recompensa, para colmar los vacíos
de amor que hay en los corazones, en las relaciones humanas, en las familias, en las
comunidades, en el mundo”.
A los nuevos Purpurados presentes – 18, dada la
ausencia del Cardeal Loris Capovilla – y a todos los cristianos, el Pontífice recordó
con fuerza que “un corazón vacío de amor es como una iglesia desconsagrada”. Ante
las dificultades de la vida, por tanto, el camino de la santidad puede recorrerse
sólo siguiendo la obra del Espíritu Santo, que “sostiene siempre la esperanza del
Pueblo de Dios en camino en la historia”. “Jesús no ha venido para enseñarnos los
buenos modales, las formas de cortesía”. En efecto, prosiguió, para esto no era necesario
que Jesús bajara del cielo y muriera en la cruz. “Cristo vino para salvarnos, para
mostrarnos el camino, el único camino para salir de las arenas movedizas del pecado,
y este camino es la misericordia. Ser santos no es un lujo, es necesario para la salvación
del mundo”.
A la hora del Ángelus dominical del pasado 23 de febrero el Pontífice
subrayó la importancia de la unidad de la Iglesia e invitó a todos, especialmente
a los nuevos Cardenales, a mostrar “la ternura y el amor del Señor”. “Todos juntos,
Obispos, presbíteros, personas consagradas y fieles laicos debemos ofrecer el testimonio
de una Iglesia fiel a Cristo, animada por el deseo de servir a los hermanos y dispuesta
a salir al encuentro con coraje profético de las expectativas y exigencias espirituales
de los hombres y de las mujeres de nuestro tiempo”. Lo dijo el Papa a la hora del
Ángelus dominical del 23 de febrero. Tras haber celebrado la Misa en la Basílica Vaticana,
Francisco volvió a hablar del clima de fiesta por la creación de diecinueve nuevos
Cardenales, “una ocasión preciosa para experimentar la catolicidad de la Iglesia,
bien representada por la variegada procedencia de los miembros del Colegio Cardenalicio,
reunidos en estrecha comunión en torno al Sucesor de Pedro”. Invitando a todos a dar
testimonio, todos los días, de la ternura y del amor del Señor, el Pontífice destacó
la importancia de la unidad de la Esposa de Cristo. En efecto, por el Bautismo “tenemos
la misma dignidad: todos, en Jesucristo, somos hijos de Dios”. De este modo, “quienes
han recibido un ministerio de guía, de predicación, de administrar los Sacramentos
– concluyó – no deben considerarse propietarios de poderes especiales, sino ponerse
al servicio de la comunidad, ayudándola a recorrer con alegría el camino de la santidad”.
Producción
de María Fernanda Bernasconi (ispano@vatiradio.va).
El programa especial
“La voz del Papa", se transmite los lunes a las 15,00 UTC.