Por una iniciación y una formación litúrgica, sólida y orgánica
(RV).- El 50° aniversario de la Constitución Conciliar “Sacrosanctum Concilium” sobre
la Sagrada Liturgia – el primer documento promulgado por el Concilio Vaticano II –
es fuente de agradecimiento por la profunda y difusa renovación de la vida litúrgica
hecha posible por el magisterio conciliar y, al mismo tiempo, “impulsa a relanzar
el compromiso de acoger y actuar cada vez más plenamente esa enseñanza”.
Lo
escribe el Papa Francisco en el mensaje enviado al cardenal Antonio Cañizares Llovera,
Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos,
con motivo de la clausura del Simposio, “Sacrosanctum Concilium. Gratitud y compromiso
por un gran movimiento eclesial”, organizado por este dicasterio en colaboración con
la Pontificia Universidad Lateranense.
La Constitución “Sacrosanctum Concilium”,
promulgada por el Papa Pablo VI el 4 de diciembre de 1963, y los ulteriores pasos
del Magisterio en el surco trazado por ella “han favorecido – escribe el Papa – la
comprensión de la liturgia a la luz de la revelación divina como “el ejercicio del
sacerdocio de Jesucristo”, en la que “el Cuerpo Místico de Jesucristo, es decir, la
Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro”.
Cristo se revela
como el verdadero protagonista de toda celebración y “asocia siempre consigo a su
amadísima Esposa, la Iglesia, que invoca a su Señor y por Él tributa culto al Padre
Eterno”. Esa acción que tiene lugar por el poder del Espíritu Santo, posee una fuerza
creadora capaz de atraer hacia sí a todo ser humano, y, de alguna manera, a la entera
creación”.
“Celebrar el verdadero culto espiritual – afirma Francisco – significa
ofrecerse como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. Una liturgia que se separase
del culto espiritual correría el peligro de vaciarse, de caer de la originalidad cristiana
en un sentido sacro genérico, casi mágico y en un esteticismo vacío. Al ser acción
de Cristo, la liturgia impulsa desde su interior a revestirse de los sentimientos
de Cristo y, en este dinamismo, toda la realidad se transfigura”.
El Pontífice
cita asimismo al Papa emérito Benedicto XVI cuando en la Lectio divina que
dirigió a los miembros del Seminario Romano el año pasado, explicaba que “Nuestro
vivir cotidiano tendría que sumergirse en la realidad divina, convertirse en acción
junto con Dios. Lo que no significa que tengamos siempre que pensar en Dios, sino
que debemos estar siempre realmente penetrados por la realidad de Dios, de modo que
toda nuestra vida sea liturgia y adoración”.
A la acción de gracias por cuanto
ha sido posible realizar, el Papa afirma que es necesario unir “una voluntad renovada
de proseguir el camino indicado por los Padres conciliares porque todavía queda mucho
por hacer para la asimilación, correcta y completa, de la Constitución sobre la Sagrada
Liturgia por parte de los bautizados y de las comunidades eclesiales. Me refiero en
particular – concluye el Papa – al esfuerzo por una iniciación y una formación litúrgicas,
sólidas y orgánicas, tanto de los fieles laicos, como del clero y de las personas
consagradas”.