2014-01-30 18:22:32

La diócesis en estado de misión


En el espíritu de Aparecida, con el P. Antonio Grande

(RV).- (Con audio) RealAudioMP3

La Iglesia en Latinoamérica viene reflexionando y ejercitando un proceso vivo y participativo de pastoral orgánica para recibir creativamente las orientaciones ofrecidas por el Concilio Vaticano II. Es una historia cercana a los cincuenta años, con diversos logros y dificultades según la realidad de los diversos países y sus tradiciones diocesanas.

En 2007, el Documento de Aparecida, pidió que la Iglesia en América Latina y el Caribe guiada por el Espíritu Santo debía avanzar por el camino de una pastoral orgánica guiada por los obispos y con el protagonismo destacado de su laicado (cf. DA 169). Es un proceso de conversión como comunidad misionera, que le va a permitir encontrar las nuevas formas de presencia evangelizadora en los espacios culturales a los que no se llega y que los nuevos tiempos reclaman (cf. DA 365).

“El proyecto pastoral de la Diócesis, camino de pastoral orgánica, debe ser una respuesta consciente y eficaz para atender a las exigencias del mundo de hoy, con “indicaciones programáticas concretas, objetivos y métodos de trabajo, de formación y valoración de los agentes y la búsqueda de los medios necesarios, que permiten que el anuncio de Cristo llegue a las personas, modele las comunidades e incida profundamente mediante el testimonio de los valores evangélicos en la sociedad y en la cultura” (NMI 29). Los laicos deben participar del discernimiento, la toma de decisiones, la planificación y la ejecución. Este proyecto diocesano exige un seguimiento constante por parte del obispo, los sacerdotes y los agentes pastorales, con una actitud flexible que les permita mantenerse atentos a los reclamos de la realidad siempre cambiante” (DA 371).

El Papa Francisco viene de esa experiencia eclesial latinoamericana. Con claridad promueve la conversión misionera de las Iglesias particulares guiadas por su obispo. Ellas atentas a las mociones del Espíritu y a los signos de los tiempos, deben realizar un itinerario formativo y espiritual que prepare a los agentes pastorales y a las comunidades diocesanas para un renovado anuncio del Evangelio a sus conciudadanos.

“Cada Iglesia particular, porción de la Iglesia católica bajo la guía de su obispo, también está llamada a la conversión misionera. Ella es el sujeto primario de la evangelización. Es la Iglesia encarnada en un espacio determinado, provista de todos los medios de salvación dados por Cristo, pero con un rostro local. Su alegría de comunicar a Jesucristo se expresa tanto en su preocupación por anunciarlo en otros lugares más necesitados como en una salida constante hacia las periferias de su propio territorio o hacia los nuevos ámbitos socioculturales. Procura estar siempre allí donde hace más falta la luz y la vida del Resucitado. En orden a que este impulso misionero sea cada vez más intenso, generoso y fecundo, exhorto también a cada Iglesia particular a entrar en un proceso decidido de discernimiento, purificación y reforma” (EG 30).

Para responder al sueño misionero del papa Francisco, en oración personal y comunitaria, conviene que escuchemos la voz discreta del Espíritu Santo y el deseo de encuentro con Jesús de tantos hermanos, a veces silencioso, para descubrir qué responder al proceso de renovación misionera de nuestra comunidad diocesana.








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