El Papa recibe a la Inspectoría de la Seguridad Pública ante el Vaticano

RV).- Pasado el mediodía, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, el Papa Francisco, como es tradicional al inicio del nuevo año, recibió a los dirigentes y el personal de la Inspectoría de la Seguridad Pública ante el Vaticano junto con sus familias.

"Este tradicional encuentro, el primero para mí, me da la oportunidad de expresar mi gratitud por su servicio, especialmente el que ustedes llevan a cabo en la Plaza de San Pedro: con el frío, el calor, la lluvia, el viento, siempre... Eso cuenta mucho! Todos somos conscientes de la necesidad de trabajar de modo que esté siempre protegida la peculiaridad de este singular lugar, preservando el carácter de su espacio sagrado y universal. Y para ello necesitamos una vigilancia discreta pero atenta. De hecho, la gente en la plaza de San Pedro está serena, se mueve tranquila, disfrutando de una sensación de paz. Y esto también es gracias a ustedes, que vigilan el orden público".

Luego el Papa alabó la tarea de los agentes de seguridad pública en la plaza de san Pedro que facilitan a los fieles poder visitar con serenidad la basílica y rezar con recogimiento ante las tumbas de San Pedro y las de sus sucesores, especialmente las de Juan XXIII y Juan Pablo II.

"Su trabajo requiere una formación técnica y profesional, combinada con una vigilancia atenta, gentileza y dedicación. Los peregrinos y turistas, así como los que trabajan en las distintas oficinas de la Santa Sede, saben que pueden contar con su amable asistencia.
Gracias sobre todo por su actividad eficaz, durante los días previos al cónclave, tras la renuncia del Papa Benedicto".

Y el Papa aprovechó la ocasión para decir, al personal de seguridad, que el tiempo que estén de servicio en la Santa Sede, sea para cada uno de ellos una oportunidad para crecer en la fe. “La fe -dijo- es el tesoro más precioso que sus familias les han dado y ustedes están llamados a transmitirla a sus hijos. Es importante redescubrir el mensaje del Evangelio y aceptarlo profundamente en la propia conciencia y en la realidad de la vida cotidiana, dando testimonio del amor de Dios con valentía en cualquier ambiente, incluso en el mundo del trabajo”.
ER RV