(RV).- (Con audio) En el marco de la
Capilla Sixtina el Papa Francisco recibió el domingo 12 de enero en la gran familia
de Dios a 32 niños, según la tradición del día en el que la Iglesia celebra la fiesta
del Bautismo del Señor.
En la homilía, Papa Francisco subrayó que la herencia
más grande y más importante que los padres dejan a sus hijos es la fe, siguiendo la
cadena ininterrumpida de la tradición inaugurada por el mismo Jesús que no “tenía
la necesidad de ser bautizado” pero que “con su cuerpo, con su divinidad, en el Bautismo
bendijo todas las aguas, para que éstas tuvieran el poder de dar el Bautismo”. “Piensen
siempre como trasmitir la fe a los niños:”, insistió el Papa a los padres y madre
presentes. En un clima de gran sencillez, Papa Francisco dijo: “Hoy canta el coro,
pero el coro más bonito son estos niños, que hacen ruido… Algunos llorarán porque
no están cómodos o porque tiene hambre: si tiene hambre, ¡mamas denles de comer! Tranquilas,
eh? Porque ellos son aquí lo principal”.
En el día del Bautismo de Cristo,
como en Navidad, contemplamos los “cielos abiertos”. Así lo afirma el Papa Francisco,
antes de la recitación del Ángelus en la Fiesta del Bautismo del Señor. La manifestación
del Hijo de Dios en la tierra – aclara - marca el comienzo del gran tiempo de la misericordia,
después de que el pecado había cerrado los cielos. ¡Con el nacimiento de Jesús los
cielos se abren! Dios nos da en Cristo la garantía de un amor indestructible. Ésta
extraordinaria ocasión, contemplar los cielos abiertos, es posible todavía en nuestros
tiempos dejándonos “invadir por el amor de Dios”, que nos es donado por primera vez
en el Bautismo, por medio del Espíritu Santo. Dirigiendo nuestra mirada hacia Jesús,
concluye el Pontífice, comprendemos que “compartir es el verdadero modo de amar”.
¿No les parece que en nuestro tiempo haya necesidad de un suplemento de comunión fraterna
y de amor? ¿No les parece que todos tenemos necesidad de un suplemento de caridad?
No aquella que se conforma de la ayuda improvisada que no involucra, no pone en juego,
sino de aquella caridad que comparte, que se hace cargo del malestar y del sufrimiento
del hermano. ¡Cuál sabor adquiere la vida, cuando se deja inundar por el amor de Dios!
El Pontífice dedicó su catequesis de la audiencia general del pasado 15 de
enero al sacramento del Bautismo, que “nos convierte en miembros del Cuerpo de Cristo
y del Pueblo de Dios”.
Así como de generación en generación se transmite la
vida, del mismo modo también de generación en generación, a través del renacimiento
de la fuente bautismal, se transmite la gracia, y con esta gracia el Pueblo cristiano
camina en el tiempo, como un río que irriga la tierra y difunde en el mundo la bendición
de Dios. Lo dijo el Papa, al dedicar una vez más su catequesis de la audiencia general
al sacramento del Bautismo.
Francisco aclaró que todos somos eslabones de
una cadena y que todos estamos llamados a transmitir la fe. Pero algunos de ustedes
dirán: "Padre, los obispos no son discípulos, los obispos saben todo. El Papa sabe
todo, no es discípulo". Eh, también los obispos y el Papa deben ser discípulos, porque
si no son discípulos, no hacen el bien, no pueden ser misioneros, no pueden transmitir
la fe ¿entendido? ¿Han entendido esto? Es importante, ¿eh? Todos nosotros: ¡discípulos
y misioneros! Hablando a las miles de personas que se dieron cita en la Plaza de San
Pedro a pesar del frío, el Pontífice subrayó la importancia del sentido de la Comunidad,
donde los cristianos experimentan “la belleza de compartir un amor que nos precede
a todos”. Ejemplar en este contexto, recordó, es la experiencia de la comunidad japonesa
del siglo XVII. La persecución, con frecuencia terminada en la sangre, extinguió a
los miembros del clero y así, por 250 años los cristianos se retiraron “en la clandestinidad,
conservando la fe y la oración en el escondimiento”.
Producción de María
Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)
El espacio “El Papa en la
semana”, se transmite los sábados en las emisiones informativas de las 17,30; 01,45
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