“Se abrieron para Él los cielos”, el Papa antes de la oración del Ángelus
(RV).- Una mañana nublada y fría en Roma, que no ha sido obstáculo para que miles
de peregrinos llegaran a la Plaza de San Pedro de Roma para escuchar al Papa Francisco
durante la hora de la oración mariana del Ángelus Domini este domingo 12 de enero,
festividad del Bautismo del Señor.
El Santo Padre ha agradecido a los presentes
“por cada vida nueva, cada niño que nace es un don de alegría y esperanza, y cada
niño que es bautizado es un prodigio de la fe y una fiesta para la familia de Dios”,
dijo el Papa introduciendo el rezo a la Madre de Dios. (MZ-RV)
Palabras
del Papa antes de la oración mariana del Ángelus: Audio de las palabras
del Santo Padre: Queridos
hermanos y hermanas,¡buenos días!
hoy es la fiesta del Bautismo del
Señor, y esta mañana he bautizado a treinta y dos recién nacidos. Agradezco con ustedes
al Señor por estas criaturas y por cada nueva vida. ¡A mí me gusta bautizar niños,
me gusta tanto! Cada niño que nace es un don de alegría y esperanza, y cada niño
que es bautizado es un prodigio de la fe y una fiesta para la familia de Dios. La
página del Evangelio de hoy subraya que cuando Jesús recibió el bautismo de Juan en
el río Jordán, “se abrieron para Él los cielos” (Mt 3,16). Esto realiza las profecías.
De hecho, hay un invocación que la liturgia nos hace repetir en el tiempo de Adviento:
“ ¡Si tú abrieras el cielo y descendieras!” (Is 63,19). Si los cielos quedan cerrados,
nuestro horizonte en esta vida terrena es oscuro, sin esperanza. En cambio, celebrando
la Navidad, la fe, una vez más, nos ha dado la certeza de que los cielos se han abierto
con la venida de Jesús. Y en el día del Bautismo de Cristo todavía contemplamos los
cielos abiertos. La manifestación del Hijo de Dios en la tierra marca el comienzo
del gran tiempo de la misericordia, después que el pecado había cerrado los cielos,
elevando como una barrera entre el ser humano y su Creador. ¡Con el nacimiento de
Jesús los cielos se abren! Dios nos da en Cristo la garantía de un amor indestructible.
Desde cuando el Verbo es hizo carne es pues posible ver los cielos abiertos. Ha sido
posible para los pastores de Belén, para los Magos de Oriente, para el Bautista, para
los Apóstoles de Jesús, para San Esteban, el primer mártir, que exclamó: “¡Contemplo
los cielos abiertos!” (At 7,56). Y es posible también para cada uno de nosotros, si
nos dejamos invadir por el amor de Dios, que nos es donado por primera vez en el
Bautismo, por medio del Espíritu Santo. ¡Dejémonos invadir por el amor de Dios! ¡Este
el gran tiempo de la misericordia! ¡No lo olvidemos! ¡Este el gran tiempo de la misericordia!
Cuando Jesús recibió el Bautismo de penitencia de Juan el Bautista, solidarizando
con el pueblo penitente – Él sin pecado y sin necesidad de conversión - Dios Padre
hizo sentir su voz en el cielo: “¡Éste es mi Hijo amado en quien me complazco! (v
17). Jesús recibe la aprobación del Padre celeste, que ha lo enviado justamente para
que acepte compartir nuestra condición, nuestra pobreza. Compartir es el verdadero
modo de amar. Jesús no se separa de nosotros, nos considera hermanos y comparte con
nosotros. Y así nos hace hijos, junto con Él, de Dios Padre. Ésta es la revelación
y la fuente del verdadero amor. Y este es el gran tiempo de la misericordia. ¿No
les parece que en nuestro tiempo haya necesidad de un suplemento de comunión fraterna
y de amor? ¿No les parece que todos tenemos necesidad de un suplemento de caridad?
No aquella que se conforma de la ayuda improvisada que no involucra, no pone en juego,
sino de aquella caridad que comparte, que se hace cargo del malestar y del sufrimiento
del hermano. ¡Cuál sabor adquiere la vida, cuando se deja inundar por el amor de Dios!
Pidamos a la Virgen Santa que nos sostenga con su intercesión en nuestro
compromiso de seguir a Cristo en la vía de la fe y de la caridad, la vía trazada por
nuestro Bautismo.
Después del Ángelus el Santo Padre dirigió un
saludo a todos los presentes y dedicó unas palabras a los padres que bautizan a sus
hijos y dijo que este sacramento ayude a los progenitores a “redescubrir la belleza
de la fe y a volver en modo nuevo a los Sacramentos y a la comunidad”.
Queridos
hermanos y hermanas,
dirijo a todos ustedes mi saludo cordial, en particular
a las familias y a los fieles venidos de diversas parroquias de Italia y de otros
países, como también a las asociaciones y a los varios grupos.
Hoy querría
dirigir un pensamiento especial a los padres que han llevado a sus hijos al Bautismo
y a los que están preparando el Bautismo de uno de sus hijos. Me uno a la alegría
de estas familias, agradezco con ellos al Señor, y rezo para que el Bautismo de los
niños, ayude a los mismos padres a redescubrir la belleza de la fe y a volver en modo
nuevo a los Sacramentos y a la comunidad.