(RV).- (Con audio) “¡No es esta vida
la que hace referencia a la eternidad, sino que es la eternidad la que ilumina y da
esperanza a la vida terrenal de cada uno de nosotros!” Lo dijo el Papa Francisco el
pasado domingo 10 de noviembre, antes de rezar la oración mariana del Ángelus, ante
más de 100 mil fieles que colmaban la Plaza de San Pedro.
Al comentar el Evangelio
del día, y ante la pregunta de los saduceos a Jesús, el Papa recordó que la vida eterna
es otra vida, con respecto a la terrenal, “en otra dimensión donde, entre otras cosas,
ya no existirá el matrimonio, que está ligado a nuestra existencia en este mundo.
Los resucitados – dice Jesús – serán como los ángeles, y vivirán en un estado diferente,
que ahora no podemos experimentar y ni siquiera imaginar”. “La vida que Dios nos prepara
– agregó el Obispo de Roma – no es un simple embellecimiento de aquella actual: ella
supera nuestra imaginación”.
Ese domingo, tras el rezo a la Madre de Dios,
el Papa rezó por las numerosas víctimas causadas por un tifón en Filipinas y recordó
el Holocausto:
Deseo asegurar mi cercanía a las poblaciones de Filipinas, y
de toda la región de aquel país, que ha sido golpeado por un terrible tifón. Desgraciadamente,
las víctimas son muchas y los daños enormes. Oremos un instante, en silencio, y luego
a la Virgen, por nuestros hermanos y hermanas, y tratemos de transmitirles también
nuestra ayuda concreta. Oremos en silencio…
También recordamos el septuagésimo
quinto aniversario de la llamada "Noche de los cristales": la violencia de la noche
entre el 9 y el 10 de noviembre de 1938 contra los judíos, sinagogas, casas y tiendas
que marcó un triste paso hacia la tragedia del Holocausto.
Renovemos nuestra
cercanía y solidaridad con el pueblo judío, nuestros hermanos mayores, y oremos a
Dios para que la memoria del pasado, la memoria de los pecados del pasado, nos ayude
a estar siempre vigilantes contra todas las formas de odio y de intolerancia.
El
Papa dirigió un llamamiento por Siria, teatro de continuas matanzas, refiriéndose
al último, que tuvo como víctimas a los niños y también habló de la catástrofe en
las Filipinas subrayando que las verdaderas batallas que hay que combatir son aquellas
por la vida. Durante la catequesis de la audiencia general del 13 de noviembre, ante
una muchedumbre de fieles atentos, Francisco se detuvo sobre el bautismo, a partir
de la expresión del Credo. Precisamente en la profesión de fe decimos: profeso un
solo bautismo por la remisión de los pecados. “Profeso” indica la gran importancia
del objeto, es decir del Bautismo que es el documento de identidad del cristiano,
su certificado de nacimiento. Un solo bautismo porque en virtud de este don el bautizado
está llamado a convertirse él mismo en “luz” para los hermanos, especialmente para
los que están en las tinieblas y no vislumbran destellos de luminosidad en el horizonte
de su vida. En fin en el Bautismo son perdonados todos los pecados, el pecado original
y todos los pecados personales, así como también todas las penas del pecado. Con el
Bautismo se abre la puerta a una efectiva novedad de vida que no está oprimida por
el peso de un pasado negativo, sino que goza ya de la belleza y de la bondad del Reino
de los cielos.
Producción de María Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)
El
espacio “El Papa en la semana”, se transmite los sábados en las emisiones informativas
de las 17,30; 01,45 y 03,20 UTC.