Defendiendo la familia y el matrimonio, ganamos todos: obispos Uruguay
(RV).- El Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal del Uruguay manifiesta su
preocupación ante la inminente aprobación de la ley llamada de “matrimonio igualitario”.
Los obispos no cuestionan la buena voluntad e intento de búsqueda de una mayor justicia
por parte de los legisladores, pero insisten en la gravedad y consecuencias de lo
que está en juego. Igual que hace unos meses respecto a la aprobación de la ley de
“interrupción voluntaria del embarazo”, entienden que es un nuevo retroceso para el
ordenamiento jurídico, que funda su existencia en el respeto y la defensa de la institución
familiar.
Quedó claro desde el comienzo, explican los pastores uruguayos,
que el objetivo perseguido no era la protección efectiva de los derechos de parejas
homosexuales, ya regulada por ley, con la existencia de proyectos alternativos de
“uniones civiles” o similares, sino el asimilar estas situaciones de hecho al matrimonio.
Llamar de manera igual a realidades desiguales, so pretexto de igualdad, sin tomar
en cuenta la realidad y los principios éticos y morales que la rigen, es equivalente
a masificar y despersonalizar.
Los prelados constatan que, a los ojos de
la razón, y con el loable propósito de igualdad, se legisla siguiendo modelos provenientes
del extranjero sin el debido análisis antropológico y sin profundizar las consecuencias
que las alteraciones legales conllevan para el conjunto de la sociedad uruguaya en
el tema de la familia. Consideran que esta ley pone en riesgo derechos tan fundamentales
como los del niño, que corre el riesgo de convertirse en un objeto, especialmente
cuando se plantea la adopción plena como un derecho de todo tipo de matrimonios.
Los
obispos uruguayos terminan con las palabras que el actual Papa Francisco escribía
cuando todavía era arzobispo de Buenos Aires, poco tiempo antes de la aprobación de
una ley similar en el vecino país: “aquí está en juego la identidad y la supervivencia
de la familia: papá, mamá e hijos. Está en juego la vida de tantos niños que serán
discriminados de antemano privándolos de la maduración humana que Dios quiso se diera
con un padre y una madre. Está en juego un rechazo frontal a la ley de Dios, grabada
en nuestros corazones.”