(RV).-(audio) “Para romper el círculo
vicioso de la desnutrición física y la malnutrición mental, y por lo tanto, de la
pobreza y de la ignorancia no es suficiente "una sana investigación científica y sólidas
políticas sociales que permitan una mejora real en la educación, la producción y distribución
de alimentos, una agricultura sostenible y la seguridad alimentaria. También se debe
redescubrir el sentido del humanismo cristiano basado en la solidaridad y la fraternidad". Lo
señaló este lunes el cardenal Peter Turkson, presidente del Pontificio Consejo Justicia
y Paz, inaugurando la Conferencia del Grupo de Trabajo Interdisciplinario "Pan y cerebro,
educación y pobreza", que hasta el miércoles, 6 de noviembre, está teniendo lugar
en la Casina Pío IV, en el Vaticano. El título del encuentro, en el que participan
expertos de diferentes disciplinas, quiere llamar la atención, por una parte, sobre
la “relación perversa” - ya destacada en los Objetivos de Desarrollo del Milenio,
establecidos por Naciones Unidas - entre pobreza y déficits educativos y cognitivos
y, por otra parte, sobre las aplicaciones positivas de los frutos del trabajo de la
mente humana, en particular, de los descubrimientos científicos y las innovaciones
tecnológicas, la producción de alimentos y la lucha contra la pobreza. “Todos ellos
aspectos - dijo el cardenal Turkson, en su discurso - que llaman en causa los temas
centrales de la Doctrina Social de la Iglesia, tales como los derechos y las necesidades
humanas básicas, la dignidad humana, la justicia y la paz, y no menos importante,
el diálogo, recogidos especialmente en la "Gaudium et Spes" y más recientemente por
el Papa Benedicto XVI y el Papa Francisco. En este espíritu, tiene lugar la conferencia,
que se centrará en algunos aspectos que han sido objeto de mejoras sustanciales y
puede traer esperanza y soluciones prácticas para los desafíos urgentes y dramáticos
de hoy respecto a la educación y la pobreza. Como se destaca en la presentación
"aquellos de nosotros que somos cristianos piden al Señor que nos dé ‘nuestro pan
de cada día’, no a nivel individual sino social, incluyendo a nuestros hermanos y
hermanas, lo que les dará un "dieta sostenible, un desarrollo saludable del cerebro,
una buena educación y, por último, el pan super subtancial de Jesucristo." ER RV