La más alta forma de solidaridad es la oración de intercesión: lo recuerda Francisco
en la audiencia general, invitándonos a “redescubrir su belleza”
(RV).- (Con audio) El encuentro semanal del Papa con los miles de fieles y peregrinos
en la Plaza de San Pedro, estuvo marcado por la catequesis de Francisco dedicada a
la “comunión de los santos”: una gran familia, nos recordó el Pontífice, donde todos
los miembros se ayudan y se sostienen entre sí. El Obispo de Roma insistió asimismo
en que la “comunión de los santos”, gracias a la Resurrección de Cristo, establece
un vínculo profundo e indisoluble entre los que peregrinan en la tierra, las almas
del Purgatorio y los que gozan de la bienaventuranza celeste, en la que “nos unimos
como Iglesia, que encuentra en la oración de intercesión la forma más alta de solidaridad”.
(RC-RV)
Resumen de la catequesis y saludo del Papa en nuestra lengua durante
la audiencia:
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy quiero hablar sobre
una realidad muy bella de nuestra fe: “la comunión de los santos”. Esto significa
comunión entre las personas santas. Existe una comunión de vida entre nosotros los
que creemos en Cristo y nos hemos incorporado a Él por el Bautismo. La relación entre
Jesús y el Padre es el modelo de este fuego de amor. Y la “comunión de los santos”
es una gran familia. Todos nosotros somos familia, una familia donde todos procuramos
ayudarnos y sostenernos entre nosotros. Podemos hacernos esta pregunta: ¿Sabemos compartir
las incertezas de nuestro camino de fe buscando la ayuda de la oración y del consuelo
espiritual? ¿Escuchamos y ayudamos a los que los nos piden está ayuda? Esta unión,
comunión -“comunión” significa “unión común”, todos en familia unidos-, gracias a
la Resurrección de Cristo, establece un vínculo indisoluble entre los que peregrinan
en la tierra, las almas del Purgatorio y los que ya están en el cielo, y nos unimos
ayudándonos unos a otros. Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular
a los grupos provenientes de España, Argentina, El Salvador, México y los demás países
latinoamericanos. Invito a todos a redescubrir la belleza de la fe en esta unión común
de todos los santos. Una realidad que nos concierne mientras somos peregrinos en el
tiempo, y en la cual, con la gracia de Dios, vamos a vivir para siempre en el cielo.
Muchas gracias.
Traducción del texto completo de la catequesis
del Papa en italiano
Creo en la Comunión de los Santos
¡Queridos
hermanos y hermanas, buenos días!
Hoy, me gustaría hablar de una realidad muy
bonita de nuestra fe, es decir, la "comunión de los santos". El Catecismo de la Iglesia
Católica nos recuerda que este término hace referencia a dos realidades: la comunión
en las cosas santas, y la comunión entre las personas santas (núm. 948). Me centro
en el segundo significado: se trata de una verdad de las más consoladoras de nuestra
fe, porque nos recuerda que no estamos solos, sino que existe una comunión de vida
entre todos los que pertenecen a Cristo. Una comunión que nace de la fe; de hecho,
el término "santos" se refiere a aquellos que creen en el Señor Jesús, y son incorporados
a Él en la Iglesia a través del Bautismo. Por eso los primeros cristianos también
fueron llamados "santos" (cf. Hch 9,13.32.41, Romanos 8:27, 1 Corintios 6:01).
1.
El Evangelio de Juan dice que, antes de su Pasión, Jesús oró al Padre por la comunión
entre los discípulos, con estas palabras: "Que todos sean uno: como tú, Padre, estás
en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que
tú me enviaste".(17:21) La Iglesia, en su verdad más profunda, es comunión con Dios,
familiaridad con Dios, comunión de amor con Cristo y con el Padre en el Espíritu Santo,
que se prolonga en una comunión fraterna. Esta relación entre Jesús y el Padre es
la "matriz" de la unión entre nosotros cristianos: si estamos íntimamente incluidos
en esta "matriz", en este horno ardiente de amor que es la Trinidad, entonces podemos
verdaderamente convertirnos en un único corazón y en una sola alma entre nosotros,
porque el amor de Dios quema nuestros egoísmos, nuestros prejuicios, nuestras divisiones
internas y externas. El amor de Dios quema también nuestros pecados.
2. Si
existe este enraizamiento en la fuente del Amor, que es Dios, entonces también existe
el movimiento recíproco: de los hermanos a Dios; la experiencia de la comunión fraterna
que me lleva a la comunión con Dios. Estar unidos entre nosotros nos lleva a estar
unidos con Dios, a esta unión con Dios que es nuestro Padre. Nuestra fe necesita el
apoyo de los demás, ¡especialmente en los momentos difíciles! Y si estamos unidos,
la fe se hace fuerte ¡Qué hermoso es apoyarse mutuamente en la aventura maravillosa
de la fe! Digo esto porque la tendencia a cerrarse en lo privado también ha influido
en la esfera religiosa, tanto es así que muchas veces es difícil buscar ayuda espiritual
en aquellos que comparten nuestra experiencia cristiana.
¿Quién de nosotros
-¡todos, todos!- quién de nosotros no ha experimentado inseguridades, desorientaciones
e incluso dudas en el camino de la fe? Todos, todos hemos experimentado esto: yo también.
Todos. Es parte del camino de la fe, es parte de nuestra vida. Todo esto no debe sorprendernos,
porque somos seres humanos, marcados por la fragilidad y las limitaciones. Todos somos
frágiles, todos tenemos limitaciones: no se asusten. ¡Todos las tenemos! Sin embargo,
en estos momentos difíciles hay que confiar en la ayuda de Dios, a través de la oración
filial, y al mismo tiempo, es importante encontrar el coraje y la humildad para estar
abiertos a los demás, para pedir ayuda, para que nos den una mano: “dame una mano,
tengo este problema”. ¡Cuántas veces lo hemos hecho! Y luego, hemos conseguido superar
el problema y encontrar a Dios, otra vez. En esta comunión -comunión quiere decir
‘común unión’, todos unidos, unión común- en esta comunión somos una gran familia,
todos nosotros, donde todos los miembros se ayudan y se apoyan mutuamente.
3.
Y ahora vengamos a otro aspecto: la comunión de los santos va más allá de la vida
terrena, va más allá de la muerte y dura para siempre. Esta unión entre nosotros va
más allá y continua en la otra vida. Es una unión espiritual que nace del Bautismo,
no se trunca con la muerte, sino que, gracias a que Cristo ha resucitado, está destinada
a encontrar su plenitud en la vida eterna. Hay un vínculo profundo e indisoluble entre
los que todavía son peregrinos en este mundo, entre nosotros, y los que han cruzado
el umbral de la muerte a la eternidad. Todos los bautizados en la tierra, las almas
del Purgatorio y todos los beatos que están ya en el Paraíso forman una única gran
Familia. Esta comunión entre tierra y cielo se realiza sobre todo en la oración de
intercesión.
Queridos amigos, tenemos esta belleza, la memoria de la fe: es
una realidad nuestra, de todos, que nos hace hermanos, que nos acompañamos en el camino
de la vida, y nos vamos a encontrar de nuevo, allí arriba, en el Cielo. Vayamos por
este camino con confianza, con alegría. Un cristiano debe ser alegre, con la alegría
de tener a tantos hermanos bautizados que caminan con nosotros, y también con la ayuda
de nuestros hermanos y hermanas que hacen este viaje para ir al Cielo, y también con
la ayuda de nuestros hermanos y hermanas que están en el Cielo y rezan a Jesús por
nosotros. ¡Adelante por este camino, y con alegría!
(Traducción del italiano:
Eduardo Rubiò- Radio Vaticano)