(RV).- (Audio) El padre Antonio Grande,
de la diócesis de Rafaela, en la Argentina, que actualmente realiza el servicio de
rector del Colegio Sacerdotal y de la Iglesia Argentina en Roma, nos sigue hablando
de la nueva Evangelización.
La cercanía y el encuentro, dos categorías
orientadoras de la vida pastoral
En nuestras tierras americanas, desde
hace más de quinientos años, contemplamos que Dios Padre que viene al encuentro
del hombre y de las familias y de nuestro pueblo, por medio de Jesucristo y la
acción del Espíritu Santo, reúne a los creyentes en Iglesia, familia de Dios enviada
a proclamar la Buena Noticia de esta novedad de vida.
“En la historia de amor
trinitario, Jesús de Nazaret, hombre como nosotros y Dios con nosotros, muerto
y resucitado, nos es dado como Camino, Verdad y Vida. En el encuentro de fe
con el inaudito realismo de su encarnación, hemos podido oír, ver con nuestros ojos,
contemplar y palpar con nuestras manos la Palabra de Vida (cf. 1 Jn 1,1), experimentando
que `el propio Dios va tras la oveja perdida, la humanidad doliente y extraviada”
(A 242).
El Papa Francisco, explicó recientemente en su viaje al Brasil, que
el documento de Aparecida ofrece entre las categorías, los modos de expresión de la
acción evangelizadora, los conceptos “cercanía” y “encuentro”.
“En Aparecida
se dan de manera relevante dos categorías pastorales que surgen de la misma
originalidad del Evangelio y también pueden servirnos de pauta para evaluar el modo
como vivimos eclesialmente el discipulado misionero: la cercanía y el encuentro. Ninguna
de las dos es nueva, sino que conforman la manera cómo se reveló Dios en la historia.
Es el “Dios cercano” a su pueblo, cercanía que llega al máximo al encarnarse. Es el
Dios que sale al encuentro de su pueblo… La cercanía crea comunión y pertenencia,
da lugar al encuentro. La cercanía toma forma de diálogo y crea una cultura del
encuentro”.
Son dos aspectos que nos invitan a iluminar y revisar nuestra relación
con Dios y con nuestros hermanos. Conviene volver a preguntarse sinceramente si nuestra
fe nos guía cotidianamente a descubrir la cercanía, la nueva venida de Dios Vivo,
en los diversos lugares que son signos de su presencia entre nosotros. La fe
nace del anuncio de la Palabra, ella necesita ser recibida, creída, celebrada y transmitida
para que anime la vida religiosa y comunitaria. Aparecida solicita acercar la manifestación
de Jesús por medio de su Palabra.
“Se hace necesario proponer a los fieles
la Palabra de Dios como don del Padre para el encuentro con Jesucristo vivo,
camino de `auténtica conversión y de renovada comunión y solidaridad´. Esta propuesta
será mediación de encuentro con el Señor si se presenta la Palabra revelada contenida
en la Escritura, como fuente de evangelización” (A 248).
Es una responsabilidad
que llama a los pastores, y a quienes en la Iglesia tienen la misión de acompañar
a otros en el seguimiento del Señor. La lectura y escucha de la Palabra, para que
sea fuente de oración y de servicio tiene diversos modos, Aparecida destaca la lectio
divina, forma experimentada hace mucho y que sigue siendo provechosa.
“Entre
las muchas formas de acercarse a la Sagrada Escritura, hay una privilegiada
a la que todos estamos invitados: la lectio divina o ejercicio de lectura orante
de la Sagrada Escritura. Esta lectura orante, bien practicada, conduce al encuentro
con Jesús-Maestro, al conocimiento de Jesús-Mesías, a la comunión con Jesús-Hijo de
Dios, y al testimonio de Jesús-Señor del universo” (A 249).