“Que no nos roben la mirada de María, que está llena de ternura”, dice el Papa en
su homilía en el Santuario de Nuestra Señora de Bonaria
(RV).- (Con audio) El Papa Francisco celebró esta mañana la Santa Misa en el Santuario
de Nuestra Señora de Bonaria, vinculado de modo especial a su ciudad natal de Buenos
Aires al que debe su nombre. Fuera de la basílica el Pontífice mantuvo un encuentro
con las autoridades civiles, y otro con los enfermos.
Durante la Misa, al
término de la Comunión el Papa se dirigió ante la imagen de la Virgen de Bonaria para
realizar un acto de consagración a María, ofreciendo un homenaje floral e incensando
la estatua mientras se cantaba el himno Madre Santa.
(MFB – RV).
En
su homilía, el Sucesor de Pedro dijo:
Texto
completo de la homilía del Santo Padre: Sa paghe ‘e Nostru Segnore
siat sempre chin bois Que la Paz de Nuestro Señor esté siempre con ustedes
Hoy
se realiza aquel deseo que había anunciado en la Plaza de San Pedro, antes del verano,
de poder visitar el Santuario de Nuestra Señora del Bonaria.
Vine para compartir
con ustedes, gozo y esperanza, fatigas y compromisos, ideales y aspiraciones de su
isla, y para confirmarlos en la fe. También aquí en Cágliari, como en toda Cerdeña,
no faltan dificultades, problemas y preocupaciones, y son tantos: pienso, en particular,
en la falta de trabajo y en la precariedad del mismo, y por lo tanto en la incertidumbre
del futuro. Cerdeña, su bella región, sufre desde hace mucho tiempo, muchas situaciones
de pobreza, acentuadas también por su condición insular. Es necesaria la colaboración
leal de parte de todos, con el compromiso de los responsables de las instituciones,
también de la Iglesia, para asegurar a las personas y familias los derechos fundamentales
y hacer crecer una sociedad más fraterna y solidaria. Asegurar el derecho al trabajo,
el derecho a llevar el pan a la casa. Pan ganado con el trabajo. Les estoy muy cercano,
los recuerdo en la oración y los aliento a perseverar en el testimonio de los valores,
humanos y cristianos, tan profundamente arraigados en la fe y en la historia de este
territorio y de su población. “Mantengan siempre encendida la luz de la esperanza”.
He
venido en medio de ustedes para ponerme con ustedes a los pies de la Virgen que nos
da a su Hijo. Se bien que María, Nuestra Madre, está en sus corazones, como testimonia
este Santuario, donde muchas generaciones de sardos han subido – ¡y continuarán subiendo!
– para invocar la protección de la Virgen de “Bonaria”, Patrona Máxima de la isla.
Aquí ustedes traen las alegrías y sufrimientos de esta tierra, de sus familias, y
también de aquellos hijos que viven lejos, que muchas veces partieron con gran dolor
y nostalgia para buscar un trabajo y un futuro para ellos y para sus seres queridos.
Hoy, todos nosotros aquí reunidos, queremos agradecer a María, porque nos está siempre
cercana, queremos renovarle a ella nuestra confianza y nuestro amor.
La Primera
Lectura que hemos escuchado nos muestra a María en oración en el Cenáculo, junto a
los Apóstoles, en espera de la efusión del Espíritu Santo (Cfr. Hc 1, 12-14).
María reza, reza junto a la Comunidad de los Discípulos y nos enseña a tener plena
confianza en Dios, en su misericordia. ¡La potencia de la Oración! No nos cansemos
de llamar a la puerta de Dios. ¡Llevemos al corazón de Dios a través de María, toda
nuestra vida, cada día!
En cambio, en el Evangelio, acogemos sobre todo la
última mirada de Jesús hacia su Madre. Desde la cruz, Jesús mira a su Madre y a ella
le confía el Apóstol Juan, diciendo: “Éste es tu Hijo”. En Juan estamos todos, también
nosotros, y la mirada de Amor de Jesús nos confía a la custodia materna de la Madre.
María habrá recordado otra mirada de Amor, cuando era una jovencita: la mirada de
Dios Padre, que había mirado su humildad, su pequeñez. María nos enseña que Dios no
nos abandona, puede hacer grandes cosas también con nuestra debilidad. ¡Tengamos confianza
en Él! Llamemos a la puerta de su corazón.
Y el tercer pensamiento: hoy he
venido en medio de ustedes, es más, hemos venido todos juntos para encontrar la mirada
de María, porque allí está el reflejo de la mirada del Padre que la hace Madre de
Dios, y la mirada del Hijo desde la cruz, que la hace Madre nuestra. Y con aquella
mirada hoy María nos mira. Tenemos necesidad de su mirada de ternura, de su mirada
materna que nos conoce mejor que cualquier otro, de su mirada llena de compasión y
de cuidado. María, hoy queremos decirte: ¡Madre, danos tu mirada! Tu mirada nos lleva
a Dios, tu mirada es un don del Padre bueno, que nos espera en cada encrucijada de
nuestro camino. Es un don de Jesucristo en la cruz, que carga sobre sí nuestros sufrimientos,
nuestras fatigas, nuestros pecados. Y para encontrar este Padre, lleno de amor, hoy
le decimos: ¡Madre, danos tu mirada! Lo decimos todos juntos: ¡Madre, danos tu mirada!
En
el camino, muchas veces difícil, no estamos solos, somos tantos, somos un pueblo,
y la mirada de la Virgen, nos ayuda a mirarnos entre nosotros de modo fraterno. ¡Mirémonos
de un modo más fraterno! María nos enseña a tener esa mirada que busca acoger, acompañar,
proteger. ¡Aprendamos a mirarnos, los unos a los otros, bajo la mirada materna de
María! Hay personas que instintivamente no tenemos en cuenta, y que sin embargo tienen
más necesidad: Los más abandonados, los enfermos, aquellos que no tienen de qué vivir,
aquellos que no conocen a Jesús, los jóvenes que están en dificultad, que no tienen
trabajo. No tengamos miedo de salir y mirar a nuestros hermanos y hermanas con la
mirada de la Virgen. Ella nos invita a ser verdaderos hermanos. Y no permitamos que
alguna cosa o alguno se interponga entre nosotros y la mirada de la Virgen. ¡Madre,
danos tu mirada! ¡Que ninguno nos esconda tu mirada! Nuestro corazón de hijos sepa
defenderla de tantas palabras que prometen ilusiones; de aquellos que tienen una mirada
ávida de vida fácil, de promesas que no se pueden cumplir. Que no nos roben la mirada
de María, que está llena de ternura. Que nos da fuerza, que nos hace solidarios entre
nosotros. Digamos todos: ¡Madre, danos tu mirada!
Nostra Segnora ‘e Bonaria
bos acumpanzet sempre in sa vida. ¡Madre, danos tu mirada! Que Nuestra Señora
de Bonaria los acompañe siempre en sus vidas.