Para cada cristiano Jesús tiene una promesa y una misión, dice el Papa
(RV).- (Con audio) Cuando viene el Señor
“temo que pase y yo no me de cuenta”. Con esta cita de San Agustín, el Papa Francisco
comenzó su homilía de la Misa celebrada esta mañana en la capilla de la Casa de Santa
Marta. El Papa reflexionó sobre los modos recurrentes con que Cristo se manifiesta
en la vida de un cristiano, ofreciendo apoyo y encomendado a cada uno una tarea.
Una
promesa que consuela, una petición de generosidad, una misión que cumplir. Así Jesús
se hace presente en la vida de un cristiano. Jamás desiste de esta triple modalidad.
Lo afirmó Francisco al recordar el episodio del Evangelio en el que Cristo se muestra
a Pedro, Santiago y Juan con el signo de la pesca milagrosa.
Ante todo, explicó
el Papa, Jesús tranquiliza a Pedro, que ha quedado sorprendido por aquel signo, prometiéndole
que lo hará “pescador de hombres”. Después lo invita a dejar todo para seguirlo, y,
en fin, le encomienda una misión.
En el caso de los Apóstoles – observó el
Papa – “el Señor pasó por su vida con un milagro”. Pero “no siempre – prosiguió el
Obispo de Roma – Jesús pasa ante nosotros o dentro de nosotros con un milagro”, y
sin embargo – dijo – “se hace sentir siempre”:
“Cuando el Señor viene a
nuestra vida, cuando pasa por nuestro corazón, siempre te dice una palabra y también
esta promesa: ‘¡Ve adelante... ánimo, no temas, porque tú harás esto!’. Es una invitación
a la misión, una invitación a seguirlo a Él. Y cuando sentimos este segundo momento,
vemos que hay algo en nuestra vida que no va, que debemos corregir y lo dejamos, con
generosidad. O incluso si hay en nuestra vida algo bueno, pero el Señor nos inspira
a dejarlo, para seguirlo más de cerca, como ha sucedido aquí: estos han dejado todo,
dice el Evangelio. ‘Y arrastradas las barcas a la tierra, dejaron todo: ¡barcas, redes,
todo! Y lo siguieron’”.
Sin embargo, el Papa Francisco aseguró que Jesús
no pide que se deje todo por un fin que permanece oscuro a quien ha elegido seguirlo.
Al contrario, el objetivo es declarado inmediatamente y es un objetivo dinámico:
“Jesús
jamás dice ‘¡Sígueme!’, sin decir la misión. ¡No! ‘Sígueme y yo te haré esto’. ‘Sígueme,
para esto'. ‘Si tú quieres ser perfecto, deja y sigue para ser perfecto’. Siempre
la misión. Nosotros vamos por el camino de Jesús para hacer algo. No es un espectáculo
ir por el camino de Jesús. Vamos detrás de Él, para hacer algo: es la misión”.
Promesa,
petición, misión. Estos tres momentos – dijo hacia el final de su homilía el Papa
Francisco – no tienen que ver sólo con la vida activa, sino también con la oración.
Mientras tanto – afirmó – “una oración sin una palabra de Jesús y sin confianza,
sin promesa, no es una buena oración”. Segundo, es bueno pedir a Cristo estar listos
a dejar algo y esto predispone al tercer momento, porque no hay oración en la que
Jesús no inspire “algo que hacer”:
“Es una verdadera oración cristiana sentir
al Señor con su Palabra de consuelo, de paz y de promesa; tener el valor de despojarnos
de algo que nos impide ir rápidamente en su seguimiento y tomar la misión. Esto no
quiere decir que después no haya tentaciones. ¡Habrá tantas! Pero, mira, Pedro pecó
gravemente, renegando a Jesús, pero después el Señor lo perdonó. Santiago y Juan...
pecaron de afán de hacer carrera, queriendo ir más alto, pero el Señor los perdonó”.