Ser cristianos no es una etiqueta, sino testimoniar la fe en la caridad y en la justicia,
el Papa a la hora del ángelus
(RV).- (Con audio) Este mediodía el Papa Francisco rezó el ángelus dominical con varios
miles de fieles y peregrinos procedentes de Italia y de diversos países que se habían
dado cita en la Plaza de San Pedro para escuchar sus palabras y recibir su bendición
apostólica.
En esta ocasión el Obispo de Roma recordó la invitación evangélica
a reflexionar sobre el tema de la salvación, puesto que Jesús nos dice que es importante
saber cuál es el camino para alcanzarla.
Francisco destacó que en la actualidad
pasamos ante tantas puertas que invitan a entrar prometiendo una felicidad que dura
un instante, que se agota en sí misma y que no tiene futuro. Y preguntó: ¿Por cuál
puerta queremos entrar? Y ¿a quién queremos hacer entrar por la puerta de nuestra
vida?
Y explicó que si bien se trata de una “puerta estrecha” la que nos conduce
al Padre, esta puerta, que es el mismo Jesús, jamás está cerrada, sino que siempre
está abierta a todos, sin distinción, sin exclusiones ni privilegios.
De ahí
la invitación del Santo Padre a no tener miedo de atravesar la puerta de la fe en
Jesús, de dejarlo entrar cada vez más en nuestra vida, saliendo de nuestros egoísmos,
de nuestras cerrazones y de nuestras indiferencias hacia los demás.
Tras el
rezo a la Madre de Dios, el Papa Francisco saludó a los diversos grupos de peregrinos
presentes en la Plaza de San Pedro, deseando a todos un feliz domingo y una buena
semana:
Saludo con afecto
a todos los peregrinos presentes: a las familias, a los numerosos grupos y a la Asociación
Albergoni. En particular, saludo a las religiosas Maestras de Santa Dorotea, a los
jóvenes de Verona, Siracusa, Nave, Modica y Trento; a los confirmandos de las Unidades
Pastorales de Angárano y Val Liona; a los seminaristas y a los sacerdotes del Pontificio
Colegio Norteamericano; a los trabajadores de Cuneo y a los peregrinos de Verrua Po,
San Zeno Naviglio, Urago d’Oglio, Varano Borghi y San Pablo de Brasil.
Para
muchos estos días marcan el fin del período de las vacaciones de verano. Deseo a todos
un regreso sereno y comprometido en la normal vida cotidiana mirando hacia el futuro
con esperanza.
¡A todos deseo feliz domingo y una buena semana! ¡Buen almuerzo
y hasta la vista!
Texto completo de la alocución del Papa a la hora del
ángelus:
Queridos hermanos
y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de hoy nos invita a reflexionar sobre
el tema de la salvación. Jesús está saliendo de Galilea hacia la ciudad de Jerusalén
y a lo largo del camino un tal – relata el evangelista Lucas – se le acerca y le pregunta:
“Señor, ¿son pocos los que se salvan?” (13, 23). Jesús no responde directamente a
la pregunta: no es importante saber cuántos se salvan, sino que más bien es importante
saber cuál es el camino de la salvación.
Y he aquí entonces que a la pregunta
Jesús responde diciendo: “Luchen por entrar por la puerta estrecha, porque, les digo,
muchos pretenderán entrar y no podrán”. (v. 24). ¿Qué quiere decir Jesús? ¿Cuál es
la puerta por la que debemos entrar? ¿Y por qué Jesús habla de una puerta estrecha?
La imagen de la puerta vuelve varias veces en el Evangelio y se remonta a
la de la casa, a la del hogar doméstico, donde encontramos seguridad, amor y calor.
Jesús nos dice que hay una puerta que nos hace entrar en la familia de Dios, en el
calor de la casa de Dios, de la comunión con Él.
Y esa puerta es el mismo
Jesús (Cfr. Jn 10, 9). Él es la puerta. Él es el pasaje para la salvación. Él nos
conduce al Padre. Y la puerta que es Jesús jamás está cerrada, esta puerta jamás está
cerrada. Está abierta siempre y a todos sin distinción, sin exclusiones, sin privilegios.
Porque
saben, Jesús no excluye a nadie. Alguno de ustedes quizá podrá decirme, pero Padre,
yo estoy excluido, porque soy un gran pecador. He hecho cosas feas. He hecho tantas
en la vida. No, no estás excluido. Precisamente por esto eres el preferido. Porque
Jesús prefiere al pecador. Siempre, para perdonarlo, para amarlo. Jesús te está esperando
para abrazarte, para perdonarte. No tengas miedo. Él te espera. Anímate, ten coraje
para entrar por su puerta.
Todos somos invitamos a pasar esta puerta, a atravesar
la puerta de la fe, a entrar en su vida, y a hacerlo entrar en nuestra vida, para
que Él la transforme, la renueve, le de alegría plena y duradera.
En la actualidad
pasamos ante tantas puertas que invitan a entrar prometiendo una felicidad que después,
nos damos cuenta de que duran un instante. Que se agota en sí misma y que no tiene
futuro. Pero yo les pregunto: ¿Por cuál puerta queremos entrar? Y ¿a quién queremos
hacer entrar por la puerta de nuestra vida?
Quisiera decir con fuerza: no
tengamos miedo de atravesar la puerta de la fe en Jesús, de dejarlo entrar cada vez
más en nuestra vida, de salir de nuestros egoísmos, de nuestras cerrazones, de nuestras
indiferencias hacia los demás.
Porque Jesús ilumina nuestra vida con una luz
que no se apaga jamás. No es un fuego artificial, un flash, no, es una luz tranquila,
que dura siempre. Y que nos da paz. Así es la luz que encontramos si entramos por
la puerta de Jesús.
Ciertamente la de Jesús es una puerta estrecha, no porque
es una sala de tortura, no por eso. Sino porque nos pide abrir nuestro corazón a Él,
reconocernos pecadores, necesitados de su salvación, de su perdón, de su amor, de
tener la humildad de acoger su misericordia y hacernos renovar por Él.
Jesús
en el Evangelio nos dice que el ser cristianos no es tener una “etiqueta”. Y yo les
pregunto a ustedes: ¿Ustedes son cristianos de etiqueta o de verdad? Eh esa se responde
dentro. No cristianos, jamás cristianos de etiqueta, cristianos de verdad, de corazón.
Ser cristianos es vivir y testimoniar la fe en la oración, en las obras de caridad,
en promover la justicia, en realizar el bien.
Por la puerta estrecha que es
Cristo debe pasar toda nuestra vida.
A la Virgen María, Puerta del Cielo,
le pedimos que nos ayude a pasar la puerta de la fe, a dejar que su Hijo transforme
nuestra existencia como ha transformado la suya para llevar a todos la alegría del
Evangelio.