Papa Francisco: heraldos de la fe, de la vida en todas sus etapas, del amor de Dios
(RV).- (con audio) Ante la
cultura del descarte, que relativiza el valor de la vida humana, el Obispo de Roma
alienta a los padres a transmitir a los hijos la conciencia de que la vida debe ser
defendida siempre, en todas sus etapas como don de Dios y garantía del futuro de la
humanidad. El Santo Padre Francisco envió un Mensaje con motivo a la Semana de la
Familia en Brasil, que con el lema «Transmisión y educación de la fe cristiana en
la familia» empezó este domingo, promovida por la Conferencia Episcopal brasileña.
«Guardando vivas en el corazón las alegrías», que recibió durante su reciente
visita a Brasil, el Papa destaca la importancia de esta Semana Nacional de la Familia,
alentando a los padres en su noble y exigente misión de ser los primeros colaboradores
de Dios, en la orientación fundamental de la existencia, garantía de un buen futuro.
«Por eso, es importante que los padres cultiven prácticas comunes de fe en la
familia, que acompañen el crecimiento en la fe de los hijos», añade el Santo Padre,
como escribió en su Encíclica Lumen Fidei (n. 53) Para luego reiterar que «por lo
tanto, los padres están llamados a transmitir, con las palabras y sobre todo con
sus obras, las verdades fundamentales sobre la vida y el amor humano, que reciben
un luz nueva de la Revelación de Dios». «En particular, ante la cultura del descarte,
que relativiza el valor de la vida humana, los padres están llamados a transmitir
a los hijos la conciencia de que la vida debe ser defendida siempre, ya desde el vientre
materno, reconociendo que es un don de Dios y garantía del futuro de la humanidad»,
hace hincapié el Papa. Y recuerda en este contexto «el cuidado que se debe brindar
a los ancianos, en especial a los abuelos, que son la memoria viva de un pueblo y
transmiten la sabiduría de la vida». Con el anhelo de que las «queridas familias
brasileñas sean los más convincentes heraldos de la belleza del amor sostenido y alimentado
por la fe», como prenda de la gracia del Altísimo y por intercesión de Nuestra Señora
Aparecida, el Obispo de Roma termina su Mensaje impartiendo de corazón su Bendición
Apostólica. (CdM - RV)