“Lumen fidei”, la primera Encíclica del Papa Francisco como confesión de fe integral
escrita a cuatro manos por los Sucesores de Pedro
(RV).- Esta mañana a las 11,00, en el Aula Juan Pablo II de la Oficina de Prensa de
la Santa Sede, se presentó la primera Encíclica del Papa Francisco, “Lumen fidei”.
Intervinieron en esta rueda de prensa el Cardenal Marc Ouellet, Prefecto de la Congregación
para los obispos; Mons. Gerhard Ludwig Müller, Prefecto de la Congregación para la
doctrina de la fe y Mons. Rino Fisichella, Presidente del Consejo pontificio para
la promoción de la Nueva Evangelización.
En su intervención, el Cardenal
Marc Ouellet comenzó explicando que a la trilogía de Benedicto XVI sobre las virtudes
teologales faltaba un pilar. Y dijo que la Providencia ha querido que el pilar faltante
fuera un don del Papa emérito a su sucesor y, al mismo tiempo un símbolo de unidad,
puesto que asumiendo y llevando a término la obra emprendida por su predecesor, el
Papa Francisco da testimonio con él de la unidad de la fe.
De este modo
la luz de la fe es entregada de uno al otro Pontífice, como en las carreras en el
estadio, gracias al don de la sucesión apostólica, mediante el cual, se asegura la
continuidad de la memoria de la Iglesia, así como también la certeza de tomar de la
fuente pura de la que brota la fe.
Y añadió la alegría particular que se
experimenta al recibir la Encíclica “Lumen fidei”, cuya modalidad compartida de transmisión
ilustra de manera extraordinaria el aspecto más fundamental y original que ella desarrolla,
a saber, la dimensión de la comunión en la fe. Esta Encíclica – prosiguió el purpurado
– habla, en realidad, expresándose en un “nosotros” que es comunión. Habla de la fe
como de una experiencia de comunión, de dilatación y de solidaridad en el camino de
la Iglesia con Cristo y por la salvación de la humanidad.
El Cardenal Marc
Ouellet dijo además que esta Encíclica añade un considerable desarrollo con respecto
a la pertinencia de la fe para la vida social, para la edificación de la ciudad en
la justicia y en la paz, gracias al respeto de toda persona y de su libertad, así
como a los recursos de compasión y de reconciliación que ofrece para el consuelo de
los sufrimientos y la composición de los conflictos. Porque la fe es un bien para
todos, es un bien común.
Tras recordar que la Encíclica concluye contemplando
a María, figura de la fe por excelencia, el Cardenal Ouellet añadió que el Papa Francisco
reafirma con su predecesor una verdad de la fe dejada de parte y a veces en ciertos
ambientes hasta puesta en duda: que en la concepción virginal de María tenemos un
claro signo de la filiación divina de Cristo. Y concluyó con estas palabras:
Acojamos
por tanto con gran alegría y gratitud esta confesión de fe integral bajo forma de
catequesis a cuatro manos de los Sucesores de Pedro. Ellos exponen juntos la fe de
la Iglesia en su belleza que se confiesa desde dentro del cuerpo de Cristo, como comunión
concreta de los creyentes.