(RV).- (Con audio) En las sociedades
actuales se ven más los balances de las empresas y el beneficio que la dignidad del
trabajo. Es la reflexión que el Papa Francisco ofreció la mañana del 1 de mayo en
el curso de la santa misa que celebró en la capilla de la Casa de Santa Marta. En
el día en que la Iglesia celebraba a San José Obrero, el Pontífice precisó que el
recuerdo de esta dimensión del padre adoptivo de Cristo nos remite a “Dios trabajador”
y a “Jesús trabajador”, que ha trabajado en el taller de San José, pero también “hasta
la Cruz”.
“Quien trabaja es digno, tiene una dignidad especial, una dignidad
de persona”: insistió el Papa, pensando en cuantos hoy, frecuentemente, no “tienen
la posibilidad de trabajar, de estar unidos por la dignidad del trabajo”. Por tanto,
no se puede definir “justa”, una sociedad en la que tantos no logran encontrar una
ocupación y tantos están obligados a trabajar como esclavos.
En el pensamiento
de Francisco encontró inmediatamente lugar la tragedia de Bangladesh, donde la semana
pasada más de cuatrocientas personas perdieron la vida en el derrumbe de una fábrica:
hombres y mujeres que percibían 38 euros por un mes de trabajo.
“Las personas
son menos importantes que las cosas que producen ganancia a los que tienen el poder
político, social, económico. ¿A qué punto hemos llegado? Al punto de que no somos
conscientes de esta dignidad de la persona; esta dignidad del trabajo. Pero hoy la
figura de San José, de Jesús, de Dios que trabajan – es éste nuestro modelo – nos
enseñan el camino para ir hacia la dignidad”.Al celebrar por la mañana del miércoles
1° de mayo la santa misa en la capilla de la Casa de Santa el Papa recordó en su homilía,
en el día en que se celebraba la memoria de San José Obrero y la fiesta de los trabajadores,
que la sociedad no es justa si no ofrece a todos un trabajo o explota a los trabajadores
Asistieron
a esta celebración algunos menores y muchachas madres, huéspedes del Centro de solidaridad
“El Puente”, nacido en la ciudad italiana de Civitavecchia en 1979, acompañados por
el presidente de la Asociación, el Padre Egidio Smacchia.
El Papa comenzó
recordando que en la liturgia del día el Evangelio se refiere a Jesús como al “hijo
del carpintero”. José era un trabajador y Jesús aprendió a trabajar con él. De hecho,
en la primera lectura se lee que Dios trabaja para crear el mundo, y este “icono de
Dios trabajador”, afirmó el Obispo de Roma, nos dice que el trabajo es algo más que
ganarse el pan”:
“¡El trabajo nos da la dignidad! Quien trabaja es digno,
tiene una dignidad especial, una dignidad de persona: el hombre y la mujer que trabajan
son dignos. En cambio, los que no trabajan no tienen esta dignidad. Pero tantos son
aquellos que quieren trabajar y no pueden. Esto es un peso para nuestra conciencia,
porque cuando la sociedad está organizada de tal modo, que no todos tienen la posibilidad
de trabajar, de estar unidos por la dignidad del trabajo, esa sociedad no va bien:
¡no es justa! Va contra el mismo Dios, que ha querido que nuestra dignidad comience
desde aquí”.
“La dignidad – prosiguió diciendo el Papa – no nos la da
el poder, el dinero, la cultura, ¡no! ¡La dignidad nos la da el trabajo!”. Y un trabajo
digno, porque hoy “tantos sistemas sociales, políticos y económicos han hecho una
elección que significa explotar a la persona”:
“No pagar lo justo, no dar
trabajo, porque sólo se ven los balances, los balances de la empresa; sólo se ve
cuánto puedo provecho puedo sacar. ¡Esto va contra Dios! Cuántas veces – tantas
veces – hemos leído en ‘L’Osservatore Romano’... Un título que me ha llamado tanto
la atención el día de la tragedia en Bangladesh, ‘Vivir con 38 euros al mes’: era
el sueldo de estas personas que murieron... ¡Y esto se llama ‘trabajo de esclavo!’.
Y hoy en el mundo está esta esclavitud que se hace con lo más bello que Dios ha dado
al hombre: la capacidad de crear, de trabajar, de hacer su propia dignidad. Cuántos
hermanos y hermanas en el mundo están en esta situación por culpa de actitudes económicas,
sociales, políticas, etc.…”.
Asimismo en su homilía el Papa citó a un
rabino del Medio Evo que relataba a su comunidad judía la vicisitud de la Torre de
Babel: entonces los ladrillos eran sumamente preciosos:
“Cuando un ladrillo,
por error, caía, era un problema tremendo, un escándalo: ‘¡Pero mira lo que hiciste!’.
Pero si uno de aquellos que construían la torre caía: ‘Requiescat in pace!’ y o dejaban
tranquilo... Era más importante el ladrillo que la persona. Esto contaba aquel rabino
medieval ¡y esto sucede ahora! Las personas son menos importantes que las cosas que
producen beneficio a los que tienen el poder político, social, económico. ¿A este
punto hemos llegado? Al punto de que no somos conscientes de esta dignidad de la persona;
esta dignidad del trabajo. Pero hoy la figura de San José, de Jesús, de Dios que trabajan
– es este nuestro modelo – nos enseñan el camino para ir hacia la dignidad”.
Hoy
– observó el Papa Francisco – no podemos decir más lo que decía San Pablo: “Quien
no quiere trabajar, que no coma”, sino que debemos decir: “Quien no trabaja, ¡ha perdido
la dignidad!”, porque “no encuentra la posibilidad de trabajar”. Es más: “¡La sociedad
ha despojado a esta persona de su dignidad!”. Hoy – añadió el Pontífice – nos hace
bien volver a escuchar “la voz de Dios, cuando se dirigía a Caín diciéndole: “Caín,
¿dónde está tu hermano?”. Hoy, en cambio, oímos esta voz: “¿Dónde está tu hermano
que no tiene trabajo? ¿Dónde está tu hermano que está bajo un trabajo de esclavo?”.
El Papa concluyó invitando: “Oremos, oremos por todos estos hermanos y hermanas que
están en esta situación. Así sea”.
Producción de María Fernanda Bernasconi.
(hispano@vatiradio.va) El espacio “Pensamiento del Papa”, se transmite los
lunes en las emisiones informativas de las 17,30; 01,45 y 03,20 UTC.