La seguridad cristiana está en el “todo” que es Jesús. Lo demás es ‘nada’: el Papa
el lunes en Santa Marta
(RV).- (Audio): Para el cristiano,
Jesús es “el todo” y de aquí deriva su magnanimidad. Lo subrayó el Papa Francisco
en la Misa del lunes en la Casa de Santa Marta. El Papa recordó que la justicia que
trae Jesús es superior a aquella de los escribas, al ojo por ojo, diente por diente.
En la Misa, concelebrada por el cardenal Attilio Nicora, participaron, entre otros,
los colaboradores de la Autoridad de Información Financiera y un grupo de empleados
de los Museos Vaticanos, acompañados por el director administrativo, don Paolo Nicolini.
También estuvo presente el cardenal arzobispo de Manila, Luis Antonio Tagle.
“Si
alguien te golpea en la mejilla derecha, ofrécele también la otra”. El Papa centró
su homilía de hoy en las fuertes palabras de Jesús dirigidas a sus discípulos. La
historia del golpe, observó el Pontífice, “se ha convertido en un argumento clásico
para burlarse de los cristianos”. En la vida, agregó, la “lógica normal” nos enseña
que “debemos luchar, debemos defender nuestra posición” y si nos dan un golpe “nosotros
daremos dos, así nos defendemos”. Por lo demás, dijo Francisco, cuando aconsejo a
los padres reprender a los propios hijos les digo siempre: “Jamás en la mejilla”,
porque “la mejilla es la dignidad”. Jesús en cambio, luego del golpe en la mejilla
continúa y pide también dar el manto, despojarse de todo.
“La justicia que
Él trae –afirmó el Obispo de Roma– es una justicia totalmente diversa del ojo por
ojo, diente por diente. Es otra justicia”. Y esto, observó, lo podemos entender cuando
San Pablo habla de los cristianos como “gente que no tiene nada” y “en cambio posee
todo”. He aquí entonces que la seguridad cristiana se encuentra en este “todo” que
es Jesús. “El ‘todo’ – agregó es Jesucristo. Lo demás es ‘nada’ para el cristiano”.
En cambio, advirtió el Papa, “para el espíritu del mundo el ‘todo’ son las cosas:
las riquezas, las vanidades”, “tener posiciones más encumbradas” y “la ‘nada’ es Jesús”.
Por lo tanto si un cristiano puede caminar 100 kilómetros cuando le piden recorrer
10, “es porque para él eso es ‘nada’” y, tranquilamente, “puede dar el manto cuando
le piden la túnica”. He aquí el “secreto de la magnanimidad cristiana, que siempre
va acompañada con la docilidad”, y el “todo”, es Jesucristo:
“El cristiano
es una persona que ensancha su corazón, con esta magnanimidad, porque tiene el ‘todo’,
que es Jesucristo. Las otras cosas son la ‘nada’. Son buenas, sirven, pero en el momento
del enfrentamiento escoge siempre el ‘todo’, con aquella docilidad, aquella docilidad
cristiana que es el signo de los discípulos de Jesús: docilidad y magnanimidad. Y
vivir así no es fácil, porque en serio te dan los golpes, ¿eh?, ¡te los dan! Y en
las dos mejillas. Pero, el cristiano es dócil, el cristiano es magnánimo: ensancha
su corazón. Pero cuando encontramos estos cristianos con el corazón reducido, con
el corazón encogido, que no funcionan… esto no es cristianismo: esto es egoísmo, enmascarado
de cristianismo”.
“El verdadero cristiano”, dijo, “sabe resolver esta oposición
bipolar, esta tensión entre el ‘todo’ y la ‘nada’, como Jesús nos había aconsejado:
‘Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y lo demás viene después”:
“El
Reino de Dios es el ‘todo’, lo demás es secundario, no es lo principal. Y todos los
errores cristianos, todos los errores de la Iglesia, todos nuestros errores nacen
de aquí, cuando decimos a la ‘nada’ que es el ‘todo’ y al ‘todo’ que, parece que no
cuenta... Seguir a Jesús no es fácil, no es fácil. Pero tampoco es difícil, porque
en el camino del amor el Señor hace las cosas de forma que nosotros podamos ir hacia
adelante; el mismo Señor nos ensancha el corazón”.
Esta es la oración que debemos
hacer, agregó, “ante estas propuestas del golpe, del manto, de los 100 kilómetros”.
Debemos pedir al Señor que ensanche “nuestro corazón”, para que “seamos magnánimos,
seamos dóciles”, y no luchemos “por las pequeñeces, por la ‘nada’ de cada día”.
“Cuando
uno opta por la ‘nada’, de aquella opción nacen los enfrentamientos en una familia,
en las amistades, con los amigos, en la sociedad, también; los enfrentamientos que
finalizan en la guerra: ¡por la ‘nada’! La ‘nada’ es la semilla de guerras, siempre.
Porque es semilla de egoísmo. El ‘todo’ es aquello grande, es Jesús. Pidamos al Señor
que ensanche nuestro corazón, que nos haga humildes, dóciles y magnánimos, porque
en Él tenemos el ‘todo’; y que nos proteja de los problemas cotidianos alrededor
de la ‘nada’”. (RC-RV)