Acoger a Cristo en los refugiados y los desplazados, misión de la Iglesia
(RV).- «Queridos amigos,
nunca olviden la carne de Cristo, que está en la carne de los refugiados: su carne
es la carne de Cristo»... Esta exhortación del Papa Francisco, a los participantes
en la plenaria del Pontificio Consejo para los Migrantes e Itinerantes, resuena en
el documento del mismo dicasterio presentado este jueves con el título: «Acoger a
Cristo en los refugiados y en los desplazados forzosos. Orientaciones Pastorales».
Reiterando el magisterio pontificio se recuerda que a lo largo de toda la historia,
la Iglesia ha estado cerca de los pueblos en movimiento por medio de diversos proyectos
y servicios, cono asistencia directa proporcionándoles alojamiento, alimentación,
atención médica y programas de reconciliación, así como diferentes formas de asesoramiento.
Mediante estas intervenciones el objetivo de la Iglesia es ofrecer a los refugiados,
a los desplazados internos y a las víctimas de la trata, una oportunidad para recuperar
su dignidad humana trabajando de forma productiva y asumiendo los derechos y los deberes
del país que los recibe, y sin olvidar nunca alimentar su vida espiritual.
Por
consiguiente, este documento es fruto de una reflexión teológica y pastoral por la
cual la Iglesia considera la migración como un campo misionero, en el que hay que
dar testimonio de la Buena Nueva. La Iglesia nos invita a ser testigos y proclamar
en estas circunstancias el significado del amor de Dios en Jesucristo para toda persona,
a permanecer fieles, a través de su ministerio, a su llamada y a interpretar los signos
de los tiempos.
Además de reflexionar sobre el presente, este Documento mira
hacia el futuro, afianzados en los derechos y deberes: de los Estados, de los refugiados
y de los solicitantes de asilo, desplazados internos, apátridas y víctimas de la trata,
víctimas de explotación sexual, víctimas de trabajo forzoso, niños soldado, y personas
objeto de contrabando. Analizando como una causa de desplazamiento forzoso, alentando
a la prevención y a encontrar soluciones duraderas a los conflictos.
En más
de 60 páginas, este Documento, con su Presentación e Introducción, se dedica al amor
de la Iglesia por los refugiados y otros desplazados forzosos, profundiza en la humanidad,
como una familia. Se afianza el Cuerpo místico de Cristo, un solo pan, un solo cuerpo,
en Jesucristo presente en los refugiados y en otros desplazados forzosos.