"El Papa está cerca y los acompaña. ¡La Iglesia no los abandona!"
"El Papa está cerca y los acompaña. ¡La Iglesia no los abandona!" (RV).-
La mañana de este miércoles el Papa Francisco recibió en audiencia a miembros de los
Organismos caritativos católicos para la crisis en Siria. Francisco manifestó que
el pensamiento del Papa se dirige también a las comunidades cristianas que viven
en todo el Oriente Medio. “La Iglesia -aseguró- sostiene a sus miembros que hoy pasan
por un momento de particular dificultad. Ellos tienen la gran tarea de seguir haciendo
presente el cristianismo en la región en que ha nacido. Y nuestro compromiso consistirá
en favorecer la permanencia de este testimonio. La participación de toda la comunidad
cristiana en esta gran obra de asistencia y ayuda es actualmente un imperativo”.
Palabras
del Papa Francisco:
Queridos amigos
Les agradezco este encuentro
y toda la actividad humanitaria que realizan en Siria y en los países vecinos, para
ayudar a las poblaciones que son víctimas del conflicto actual. Personalmente he animado
al Pontificio Consejo Cor Unum para que promoviera esta reunión de coordinación de
la actividad que desarrollan en la región los organismos caritativos católicos. Agradezco
al cardenal Sarah sus palabras de saludo. Doy la bienvenida de modo especial a los
que vienen de Oriente Medio, en particular a los que representan a la Iglesia en Siria.
Todos
conocen la preocupación de la Santa Sede por la crisis siria y de modo concreto por
la población, que con frecuencia sufre de manera inerme las consecuencias del conflicto.
Benedicto XVI pidió varias veces que callasen las armas y se encontrase una solución
a través del diálogo, para alcanzar una profunda reconciliación entre las partes.
Que callasen las armas. Además, en noviembre pasado, quiso expresar su cercanía personal
enviando a aquella zona al cardenal Sarah, al mismo tiempo que acompañó ese gesto
con la petición de «no ahorrar ningún esfuerzo en la búsqueda de la paz», y manifestando
su concreta y paterna solicitud con un don, al que contribuyeron también los padres
sinodales en octubre pasado.
De modo personal, también a mí me preocupa la
suerte de la población siria. El día de Pascua pedí la paz «sobre todo para la amada
Siria, -dije- para su población herida por el conflicto, y para los numerosos prófugos
que esperan una ayuda y un consuelo. ¡Cuánta sangre se ha derramado! ¿Y cuántos sufrimientos
habrá que soportar todavía antes de que se encuentre una solución política a la crisis?»
(Mensaje Urbi et Orbi, 31 marzo 2013).
Frente a la continuación de la violencia
y los atropellos renuevo con fuerza mi llamamiento a la paz. En las últimas semanas
la comunidad internacional ha reafirmado su intención de promover iniciativas concretas
para poner en marcha un diálogo provechoso, con el fin de acabar con la guerra. Son
intentos que hay que apoyar y de los que se espera el acercamiento de la paz. La Iglesia
se siente llamada a dar el testimonio humilde, pero concreto y eficaz, de la caridad
que ha aprendido de Cristo, Buen Samaritano. Sabemos que allí donde alguien sufre,
Cristo está presente. No podemos echarnos atrás, especialmente ante las situaciones
de mayor dolor. Su presencia en la reunión de coordinación manifiesta la voluntad
de continuar con fidelidad la maravillosa obra de asistencia humanitaria, en Siria
y en los países vecinos, que generosamente acogen a los que huyen de la guerra. Que
su actividad sea puntual y coordinada, expresión de la comunión que, como ha sugerido
el reciente Sínodo sobre Oriente Medio, es en sí misma testimonio. Pido a la Comunidad
internacional, junto a la búsqueda de una solución negociada del conflicto, favorecer
la ayuda humanitaria para los prófugos y refugiados sirios, mirando en primer lugar
el bien de la persona y la tutela de su dignidad. Para la Santa Sede, la actividad
de las Agencias de caridad católicas es extremadamente significativa: ayudar a la
población siria, más allá de las diferencias étnicas o religiosas, es el modo más
directo de contribuir a la pacificación y edificación de una sociedad abierta a todos
sus componentes. También hacia esto tiende el esfuerzo de la Santa Sede: construir
un futuro de paz para Siria, en el que todos puedan vivir libremente y expresarse
según su peculiaridad.
El pensamiento del Papa se dirige también en este momento
a las comunidades cristianas que viven en Siria y en todo el Oriente Medio. La Iglesia
sostiene a sus miembros que hoy pasan por un momento de particular dificultad. Ellos
tienen la gran tarea de seguir haciendo presente el cristianismo en la región en que
ha nacido. Y nuestro compromiso consistirá en favorecer la permanencia de este testimonio.
La participación de toda la comunidad cristiana en esta gran obra de asistencia y
ayuda es actualmente un imperativo. Y todos pensamos, todos pensamos en Siria: cuántos
sufrimientos, cuánta pobreza, quánto dolor. Es Jesus el que sufre, el que es pobre,
el que es expulsado de su patria. Es Jesús. Y aquello es un misterio, es nuestro misterio
cristiano. Miremos a Jesús sufriente en los habitantes de la amada Siria.
Les
agradezco una vez más esta iniciativa e invoco sobre cada uno de ustedes la bendición
divina. La extiendo de modo particular a los queridos fieles que viven en Siria y
a todos los sirios que actualmente se ven obligados a dejar sus casas a causa de la
guerra. Que a través de ustedes, aquí presentes, el querido pueblo de Siria y del
Oriente Medio sepa que el Papa está cerca y los acompaña. ¡La Iglesia no los abandona!
Gracias. (RC-RV)