En la Iglesia Nacional Argentina de Roma se conmemora a la Virgen de Luján
(RV).- (Con audio) El pasado 8 de mayo
la Iglesia argentina celebró el 126° aniversario de la Coronación por parte del Papa
León XIII de su Patrona, la Virgen de Luján, de la que el Papa Francisco es muy devoto.
Durante la Audiencia general de este miércoles, una réplica en madera de la estatua
fue colocada junto a la cátedra papal, para expresar la cercanía espiritual del Obispo
de Roma a sus millones de compatriotas que en estos días como cada año se dirigen
en peregrinación al Santuario mariano argentino.
Este sábado en la Iglesia
Nacional Argentina de Roma se conmemoró también a la Virgen de Luján. El Prefecto
de la Congregación para las Iglesias Orientales, cardenal Leonardo Sandri, concelebró
con los sacerdotes argentinos presentes en Roma.
“En la fiesta de la Virgen
de Luján deseamos confiar a su intercesión en primer lugar a nuestro compatriota quien,
hace dos meses, fue llamado a ser el Padre de la Iglesia universal, a nuestro queridísimo
Papa Francisco. Confiamos a la Virgen nuestra patria, particularmente le encomendamos
a los pobres y a los que sufren, a los enfermos, a las víctimas de dramas familiares,
a los que no tienen trabajo o padecen exclusión social”, dijo el cardenal Sandri en
su homilía.
Por ello el Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales
invitó a no dudar en acudir a Ella como Madre que intercede incansablemente por cada
uno de nosotros. “María pide a Jesús ante todo que sepamos leer nuestra historia
personal y comunitaria con los ojos de la fe en Dios, como escuchamos en el texto
de Pablo. El Apóstol bendice a Dios porque ha pensado en nosotros y nos ha amado desde
siempre, no con un amor teórico sino con un amor concreto que tocamos con mano en
la redención que nos ofreció en su Hijo. Como agua purísima que sacia nuestra sed,
"la riqueza de su gracia se ha volcado abundantemente sobre nosotros... haciéndonos
herederos y predestinados a ser alabanza de su gloria" (vs 7-8 y 11-12). Nuestra vida
es alabanza de Dios no porque la vivimos encerrados en nosotros mismos, sino porque
escuchamos, acogemos y servimos a los demás”.