Cercanía de la Iglesia a las personas afectadas por el autismo y a sus familias
Actividades de la Santa Sede
(RV).- (Con audio) Con motivo de la celebración,
el pasado 2 de abril, de la 6ª Jornada Mundial del Autismo, el Arzobispo Zygmunt Zimowski,
Presidente del Consejo pontificio para la Pastoral de la Salud hizo público el siguiente
Mensaje:
Queridos hermanos y hermanas, con motivo de la 6ª Jornada Mundial
del Autismo, que este año se coincide con el tiempo litúrgico de la Pascua, el Consejo
Pontificio para la Pastoral de la Salud desea expresar la preocupación de la Iglesia
por las personas con autismo y sus familias, invitando a la comunidad cristiana y
a las personas de buena voluntad para que manifiesten gestos auténticos de solidaridad
hacia ellos.
Como punto de partida de mi reflexión quiero destacar la actitud
de Jesús que se acerca y camina con los dos discípulos hacia Emaús (Cf. Lc 24, 13-35).
La confusión que se reflejaba en sus miradas y el asombro que se manifestaba en el
lento caminar de Cleofás y Simón los podemos encontrar de manera análoga en las expresiones
que marcan el rostro y el corazón de los padres que tienen un hijo o una hija que
padece el autismo.
Autismo: una palabra que todavía produce susto a pesar del
hecho de que muchas culturas, que tradicionalmente excluían las discapacidades,
han comenzado a aceptar socialmente a los " discapacitados", a desmantelar muchos
de los prejuicios que rodean a las personas con discapacidad, incluidos sus padres.
Cuando se trata de definir el autismo viene como resultado inmediato un juicio negativo
sobre la persona que lo padece, y de manera implícita, una sentencia definitiva de
exclusión en la sociedad. Por otro lado se tiene la idea de una persona incapaz de
comunicarse eficazmente con los demás, y se percibe como encerrado en una "campana
de cristal", su inescrutable, pero maravilloso mundo interior.
Esta imagen
“típica y estereotipada” del niño autista es la que necesitamos revisar profundamente.
A través de su historia y desde sus inicios, la Iglesia siempre ha demostrado una
gran preocupación frente este ámbito de la medicina con un testimonio concreto al
nivel universal. Ante todo el testimonio del amor que está por encima de cualquier
estigma, en especial el estigma social que aísla al paciente y lo hace sentir como
un cuerpo extraño: me refiero a esa sensación de soledad que a menudo se vive en
la sociedad actual, y que se hace aún más presente en la salud moderna, muy avanzada
en su "tecnicismo", pero cada vez más carente de atención a la dimensión emocional
que debería, ser a su vez, el aspecto determinante en cualquier acción o tratamiento
terapéutico.
Frente a los problemas y dificultades que enfrentan los niños
autistas y sus padres, la Iglesia ofrece con humildad el camino del servicio a estos
hermanos que sufren, acompañándolos mediante la compasión y la ternura en su difícil
camino humano y psico-relacional, mediante una acción efectiva de las parroquias,
las asociaciones, los movimientos eclesiales y las personas de buena voluntad.
Queridos
hermanos y hermanas, además de una gran sensibilidad, nuestra acción debe ir necesariamente
acompañada de una solidaridad fraterna auténtica. En todo momento debemos ofrecer
una atención integral a la persona "frágil" como lo es un enfermo de autismo, la cual
se concretiza en una actitud de cercanía que todo agente de salud, cada uno dentro
de su rol, debe ser capaz de transmitir a su paciente y su familia, sin hacerlo sentir
como un número, y acompañándolo en su situación mediante acciones concretas como
gestos, actitudes, palabras - tal vez no sensacionales – que inviten a la cotidianidad
y a la normalidad. Esto significa atender la imperiosa necesidad de no perder de vista
la persona en su totalidad: ningún procedimiento, por perfecto que sea, podrá ser
"eficaz" si le falta la “sal” del Amor, ese Amor que cada uno de estos enfermos reclama
y que lo podemos descubrir en sus ojos. La sonrisa de estos niños y la serenidad
de su familia cuando los percibe como centro de la compleja estructura que cada uno
de nosotros, mediante una tarea específica, está llamado a ofrecer a sus vidas, el
compartir con ellos de una manera eficaz: será la mejor y la más grande satisfacción
que podremos obtener.
En la práctica, se trata de acoger a los niños autistas
en los diversos campos de la actividad social, educativa, catequética, litúrgica,
de manera correspondiente con su capacidad de relación. Esta solidaridad, para aquellos
que han recibido el don de la fe, se convierte en cercanía amorosa y compasiva hacia
los que sufren, siguiendo el ejemplo de Jesucristo, el Buen Samaritano, que con su
pasión, muerte y resurrección ha redimido a la humanidad.
El Pontificio Consejo
para la Pastoral de la Salud, en este año de la fe, quiere compartir con las personas
que sufren de autismo, la esperanza y la certeza de que la adhesión al Amor nos permite
reconocer a Cristo resucitado cada vez que se hace nuestro prójimo en el camino de
la vida.
Compartimos las palabras pronunciadas por Juan Pablo II, en cuya
intercesión confiamos y al que recordamos precisamente hoy, con motivo del octavo
aniversario de su regreso a la casa del Padre: "La calidad de vida de una comunidad
se mide en gran parte por el compromiso en el cuidado de los más débiles y más necesitados
y en el respeto a su dignidad de hombres y mujeres. El mundo de los derechos no puede
ser solo prerrogativa de los sanos. Incluso la persona con una discapacidad deberá
ser ayudada a participar, en la medida de lo posible, en la vida de la sociedad, como
también ayudada a poner en práctica todo su potencial físico, psíquico y espiritual.
Sólo mediante el reconocimiento de los derechos de los más vulnerables, una sociedad
puede decir que se fundamentada en el derecho y en la justicia". (Juan Pablo II, Mensaje
a los participantes del Simposio Internacional sobre "Dignidad y derechos de la persona
con discapacidad mental", Ciudad del Vaticano, 7 a 9 de enero de 2004 n. 3).
Sirva
de gran iluminación cuanto dijo, expresando su cercanía a los pobres y a los que sufren,
el Santo Padre Francisco en los primeros días de su Pontificado: “Debemos mantener
viva en el mundo la sed de lo absoluto, no permitiendo que prevalezca una visión de
la persona humana en una sola dimensión, según la cual el hombre se reduce a lo que
produce y a lo que consume: esta sería una de las trampas más peligrosas para nuestro
tiempo”.
Mientras espero la colaboración de todos
para dar una respuesta coral y compasiva a las numerosas peticiones que recibimos
de nuestros hermanos y hermanas con autismo y sus familias, encomiendo los sufrimientos,
las alegrías y las esperanzas de estos últimos a la Madre de Cristo y “Salud de los
enfermos”, la que al pie de la cruz, nos enseñó a colocarnos junto a todas las cruces
del hombre de hoy (Cf. Salvifici doloris 31).
A las personas con autismo, a
sus familias y a todos aquellos que están comprometidos con su servicio, confirmando
mi cercanía y mis oraciones, les envío mi personal y afectuoso saludo junto con mis
mejores deseos personales por una feliz y alegre Pascua con el Señor Resucitado.
Producción
de María Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)
El espacio “Actividades
de la Santa Sede”, se transmite los martes en las emisiones informativas de las 17,30;
01,45 y 03,20 UTC.