En juego la identidad y la supervivencia de la familia: papá, mamá e hijos
(RV).- (Audio) “Defendiendo la familia
y el matrimonio, ganamos todos” es el título de la declaración del Consejo Permanente
de la Conferencia Episcopal Uruguaya que lleva la firma del presidente Mons. Carlos
Collazzi, Obispo de Mercedes; del vicepresidente Rodolfo Wirz, Obispo de Maldonado-Punta
del Este y el secretario general, Heriberto Bodeant, Obispo de Melo. Una vez más,
la Iglesia uruguaya externa profundo rechazo a la aprobación en el senado del llamado
“matrimonio igualitario” (el pasado 2 de abril), que ahora adquiere un nuevo contorno
legislativo.
El comunicado “Defendiendo la familia y el matrimonio, ganamos
todos” arroja luz sobre los valores que han sido colocados en tela de juicio, y que
conviene definir por el bien de la sociedad, más allá de la justicia. Los obispos
uruguayos citan las mociones oportunamente destacadas desde el propio púlpito ante
la aprobación -hace menos de 5 meses- de otra peligrosa ley sobre la “interrupción
voluntaria del embarazo” con la que se legalizó el aborto.
En el tercer punto
del comunicado los prelados destacan “Quedó claro desde los comienzos que el objetivo
perseguido no era la protección efectiva de los derechos de parejas homosexuales,
ya regulada por ley, y con la existencia de proyectos alternativos de “uniones civiles”
o similares que los aumentaban aún más, sino el asimilar estas situaciones de hecho
al matrimonio”. Para seguidamente y en pago a la verdad subrayar el hecho evidente:
“Llamar de manera igual a realidades desiguales, so pretexto de igualdad, no es justicia
sino asimilaciones inconsistentes que sólo harán que se debilite todavía más el matrimonio.
Constatar una diferencia real no es discriminar. Pretender “igualar” todo y todos,
sin tomar en cuenta la realidad y los principios éticos y morales que la rigen, es
equivalente a masificar, despersonalizar”.
Y es que en el centro del interés
de quienes se oponen hoy al matrimonio igualitario, como en su tiempo al aborto en
Uruguay, están los más desprotegidos, los niños. Al ser asimilado el “matrimonio igualitario”,
se adquieren derechos y deberes por parte de los contrayentes, que en este caso obtienen
el acceso a la adopción.
El mensaje concluye citando las palabras del Cardenal
Jorge Mario Bergoglio arzobispo de Buenos Aires, cuando en 2010 ante la misma realidad,
el hoy Papa Francisco, advertía: “El pueblo argentino deberá afrontar, en las próximas
semanas, una situación cuyo resultado puede herir gravemente a la familia. Se trata
del proyecto de ley sobre matrimonio de personas del mismo sexo. Aquí está en juego
la identidad y la supervivencia de la familia: papá, mamá e hijos. Está en juego la
vida de tantos niños que serán discriminados de antemano privándolos de la maduración
humana que Dios quiso se diera con un padre y una madre. Está en juego un rechazo
frontal a la ley de Dios, grabada además en nuestros corazones.” (22 de junio de 2010).
Finalmente
las palabras de Pablo VI en la ONU (4 de octubre de 1965), la Iglesia se precia de
ser “experta en humanidad”. El comunicado de la Conferencia Episcopal uruguaya concluye
con la invitación a unir esfuerzos para hacer florecer el Evangelio en las familias
y las futuras generaciones; para encontrar allí razones de fe y esperanza. PLJR
- @pjuregui – Radio Vaticano
TEXTO OBISPOS CONFERENCIA EPISCOPAL DE URUGUAY DEFENDIENDO
LA FAMILIA Y EL MATRIMONIO, GANAMOS TODOS
1. El Consejo Permanente de la Conferencia
Episcopal del Uruguay manifiesta su interés a la vez que su preocupación ante la inminente
aprobación de la ley llamada de “matrimonio igualitario”, con todas sus implicancias.
Se ha creado una confusión que tal vez escape a muchos sectores de nuestra sociedad,
por lo que definir con la mayor claridad los valores que están en tela de juicio es
una urgencia y bien mayor para todos. No cuestionamos la buena voluntad e intento
de búsqueda de una mayor justicia por parte de nuestros legisladores, pero insistimos
en la gravedad y consecuencias de lo que está en juego, más allá de lo que aparenta.
Hemos manifestado siempre el debido respeto y apreciación por el trabajo legislativo,
colaborando con las Comisiones respectivas siempre que fuimos invitados o solicitando
ser escuchados, tanto como Conferencia Episcopal como a través de laicos cristianos
especialistas en la materia.
2. Como lo afirmábamos hace menos de cinco meses
respecto de la aprobación de la ley llamada de “interrupción voluntaria del embarazo”,
entendemos que esta ley es un nuevo retroceso para nuestro ordenamiento jurídico,
que ha fundado su existencia en el respeto y la defensa de la institución familiar,
base constitucional de nuestra sociedad, núcleo de amor y solidaridad recíprocos,
y abierta a la generación de la vida en su seno.
3. Quedó claro desde los comienzos
que el objetivo perseguido no era la protección efectiva de los derechos de parejas
homosexuales, ya regulada por ley, y con la existencia de proyectos alternativos de
“uniones civiles” o similares que los aumentaban aún más, sino el asimilar estas situaciones
de hecho al matrimonio. Llamar de manera igual a realidades desiguales, so pretexto
de igualdad, no es justicia sino asimilaciones inconsistentes que sólo harán que se
debilite todavía más el matrimonio. Constatar una diferencia real no es discriminar.
Pretender “igualar” todo y todos, sin tomar en cuenta la realidad y los principios
éticos y morales que la rigen, es equivalente a masificar, despersonalizar.
4.
Alos ojos de la razón, y con el loable propósito de una igualdad para todos y todas,
más la justa reivindicación de combatir al máximo las discriminaciones en nuestra
sociedad, se legisla siguiendo modelos provenientes del extranjero, a nuestro juicio
sin el debido análisis antropológico y sin profundizar las consecuencias que las alteraciones
legales conllevan para el conjunto de la sociedad uruguaya en el tema de la familia.
5.
Consideramos que esta ley pone en riesgo derechos tan fundamentales como los del niño,
que corre el riesgo de convertirse en un objeto, especialmente cuando se plantea la
adopción plena como un derecho de todos los matrimonios, sin tener en cuenta que debe
primar el interés del propio niño de crecer, en lo posible, con una clara referencia
materna y paterna.
6. Nos vemos pues obligados a reiterar, mutatis mutandis,
las mismas consideraciones que hacíamos respecto de la ley del aborto: no por haber
sido aprobada esta ley es moralmente buena. La moralidad de los actos no depende de
las leyes humanas. Recordamos el deber y el derecho de seguir las obligaciones de
la ley natural inscritas en la propia conciencia.
7. No escapa a nadie que
este tipo de leyes se está imponiendo en muchas partes del mundo, y podríamos interrogarnos
sobre las razones de tal simultaneidad. Es por eso que quisiéramos terminar con las
palabras que el actual Papa Francisco escribía a las Hermanas Carmelitas de Buenos
Aires cuando todavía era arzobispo de Buenos Aires, poco tiempo antes de la aprobación
de una ley similar en el vecino país: “El pueblo argentino deberá afrontar, en
las próximas semanas, una situación cuyo resultado puede herir gravemente a la familia.
Se trata del proyecto de ley sobre matrimonio de personas del mismo sexo. Aquí está
en juego la identidad y la supervivencia de la familia: papá, mamá e hijos. Está en
juego la vida de tantos niños que serán discriminados de antemano privándolos de la
maduración humana que Dios quiso se diera con un padre y una madre. Está en juego
un rechazo frontal a la ley de Dios, grabada además en nuestros corazones.” (22 de
junio de 2010).
8. Como declaraba el Papa Pablo VI en su célebre discurso ante
la ONU, el 4 de octubre de 1965, la Iglesia se precia de ser “experta en humanidad”.
Es por eso que es su deber acompañar con cercanía y afecto a toda persona que se acerque,
de cualquier condición, y proponerle el ideal de vida que es la Buena Noticia de Jesús.
Y es también nuestro deber como Obispos enseñar la doctrina y predicar el Evangelio
a “tiempo y destiempo” (2 Timoteo 4,2). Invitamos una vez más a todas las mujeres
y hombres uruguayos a unirnos en el esfuerzo en pro de una sociedad más justa y fraterna,
en donde los valores del Evangelio puedan florecer en las familias y las futuras generaciones
encontrar allí razones de fe y esperanza. FUENTE: NOTICEU