(RV).- Son muchas las muestras de afecto que están llegando al Vaticano para dar las
gracias al Santo Padre por su labor constante en la Sede de Pedro en estos 8 años
de pontificado y por su servicio en la oración a partir de ahora de “una forma nueva,
pero siempre a los pies de Cristo Crucificado”.
Una de las cartas que más llegan
al corazón proviene de un grupo de miembros del clero y fieles de China que dicen
que, a pesar de no haber podido ver al Papa porque no ha tenido la oportunidad de
visitar personalmente el país, la renuncia del Pontífice les deja ahora más huérfanos.
“Todos los cristianos -señala la carta- están sufriendo por Cristo, pero sólo
los católicos en China están sufriendo, al mismo tiempo, por Su Santidad, nuestro
Papa, Obispo de Roma". A pesar de su obligado silencio, largo y profundo, sabemos
que Su Santidad ha prestado una especial atención a China y reservó un lugar especial
en su corazón para la Iglesia católica en China.
Usted ha buscado promover
el diálogo y aliviar la cruz que llevamos, mostrando preocupación y dando su bendición
a China y al pueblo chino. Durante los ocho años de su pontificado, siempre se ha
preocupado por el clero y los fieles de nuestra tierra con profundos sentimientos
de amistad hacia nuestro pueblo. No olvidaremos su amor, su atención, el alivio que
nos ha dado en los momentos de desgracia y dolor. No olvidaremos su bendición y su
generosidad.
Al final del pontificado de Benedicto XVI, la Unión Mundial
de Organizaciones Femeninas Católicas ha querido expresar también al Santo Padre el
sincero agradecimiento por el alto magisterio con el cual en repetidas ocasiones hizo
hincapié en la igual dignidad de la mujer con el hombre, alentando a la Iglesia a
reconocer y potenciar el papel contra cualquier discriminación cultural y social.
“Nuestra
oración, Santidad, le acompañará en su nueva condición de retiro del mundo junto a
la gratitud por el servicio valiente que ha hecho en los últimos años anunciando el
Evangelio a todos los continentes, a través de un llamamiento fuerte y con autoridad
para redescubrir las raíces de nuestra fe y dar sentido a nuestra existencia”.
“Le
pedimos que recuerde en sus oraciones el compromiso que llevamos adelante con humildad
al servicio de la evangelización y de la promoción de la vocación propia de la mujer
en nuestras asociaciones de todos los continentes. El Espíritu Santo, que conduce
la barca de Pedro, le conceda días serenos. ¡Gracias Santidad! (ER - RV)