(RV).- En la Sala Clementina del Palacio Apostólico del Vaticano, el Santo Padre
Benedicto XVI saludó personalmente, esta mañana, a los miembros del Colegio Cardenalicio,
en el último día de su pontificado. Encuentro en el que el Papa revivió la emoción
profunda y grata de su última audiencia general, en la Plaza de San Pedro:
“Como dije ayer ante
miles de fieles que llenaban la Plaza, vuestra cercanía y colaboración han sido una
gran ayuda en mi ministerio. En estos ocho años hemos vivido con fe momentos bellísimos
de luz radiante, en el camino de la Iglesia, junto con momentos en los que alguna
nube se ponía densa en el cielo. Hemos querido servir a Cristo y a su Iglesia con
amor profundo y total que es el alma de nuestro ministerio. Hemos donado esperanza,
la esperanza que nos viene de Cristo, la única que puede iluminar el camino”.
El
Santo Padre hizo hincapié en la importancia de la comunión en Cristo:
“Juntos podemos
agradecer al Señor que nos ha hecho crecer en la comunión y juntos podemos rogarle
para les ayude a crecer aún más en esta unidad profunda. Para que el Colegio de Cardenales
sea como una orquesta en la que las diversidades – expresión de la Iglesia universal
– concurran siempre a la superior y concorde armonía”.
Tras reiterar que la
Iglesia no es una institución planeada sino una realidad viva, Benedicto XVVI destacó
que “la Iglesia vive a lo largo del curso del tiempo en un devenir, como todo ser
viviente, transformándose y, sin embargo, en su naturaleza permanece siempre la misma:
su corazón es Cristo”. El Papa añadió que quería dejar un pensamiento tomado de Romano
Guardini. Un pensamiento que lleva en su corazón, sobre la Iglesia y su ministerio
que es para “todos la razón y pasión de nuestra vida”. “Como experimentamos ayer
en la plaza, la Iglesia es un cuerpo vivo, animado por el Espíritu Santo y vive realmente
gracias a la fuerza de Dios. La Iglesia está en el mundo pero no es del mundo. Es
de Dios, de Cristo y del Espíritu, lo vimos ayer”.
Y renovando su profunda
gratitud al Colegio Cardenalicio, Benedicto XVI volvió a asegurar que permanecerá
unido a todos en la oración, en especial en los próximos días, para que sean plenamente
dóciles a la acción del Espíritu Santo en la elección del nuevo Papa y que el Señor
les muestre el que Él quiere, el futuro Papa que está precisamente entre ellos, al
que ya desde ahora, Benedicto XVI le promete su incondicional reverencia y obediencia:
“Permanezcamos
unidos, queridos hermanos, en este misterio, en la oración, especialmente en la Eucaristía
cotidiana y así sirvamos a la Iglesia y a la humanidad entera. Ésta es nuestra alegría,
que nadie nos puede quitar”.