(RV).- (Con Audio) “Dios guía a su Iglesia, la sostiene siempre y sobre todo en los
momentos difíciles. Jamás perdamos esta visión de fe, que es la única verdadera visión
del camino de la Iglesia y del mundo”. En su última audiencia general Benedicto XVI
comenzó agradeciendo a sus venerados hermanos en el Episcopado y en el Presbiterado,
a las diversas autoridades presentes y a los numerosos fieles y peregrinos de los
cinco continentes que abarrotaban la Plaza de San Pedro y las calles de los alrededores
con sus pancartas, banderas, pañuelos y carteles multicolores su presencia tan numerosa.
Hablando en italiano el Papa dijo que como el Apóstol Pablo, también él siente
en su corazón que debe, ante todo, dar gracias a Dios, que guía y hace crecer a la
Iglesia, que siembra su Palabra y, de este modo, alimenta la fe en su Pueblo. Y añadió
que en este momento, su espíritu se ensancha para abrazar a toda la Iglesia esparcida
por el mundo. “Doy gracias a Dios – dijo – por las noticias que en estos años del
ministerio petrino he podido recibir acerca de la fe en el Señor Jesucristo, y por
la caridad que circula en el Cuerpo de la Iglesia”, haciéndola vivir en el amor, así
como por la esperanza que nos abre y nos orienta “hacia la vida en plenitud, hacia
la patria del Cielo”.
El Santo Padre también afirmó que lleva a todos en la
oración, “en un presente que es el de Dios”, donde recoge cada encuentro, cada viaje
y cada visita pastoral realizada, conservando todo y a todos en la oración, para encomendarlos
al Señor, a fin de que todos podamos comportarnos de manera digna, dando fruto en
cada obra buena.
Hacia el final de su catequesis general en italiano, el Pontífice
volvió a agradecer a todos por el respeto y la comprensión con que han acogido su
decisión tan importante. A la vez que aseguró que seguirá acompañando el camino de
la Iglesia con la oración y la reflexión, con esa entrega al Señor y a su Esposa con
que ha tratado de vivir hasta ahora cada día, y que desea vivir siempre. Por esta
razón pidió a los fieles que lo recuerden ante Dios y, sobre todo, que recen por los
Cardenales, llamados a una tarea tan relevante, así como por el nuevo Sucesor del
Apóstol Pedro, a quien deseó que el Señor lo acompañe con la luz y la fuerza de su
Espíritu.
En nuestro idioma, dirigiéndose a los numerosos fieles y peregrinos
procedentes de América Latina y de España, Benedicto XVI les dijo:
Queridos hermanos
y hermanas: Muchas gracias por haber venido a esta última audiencia general
de mi pontificado. Asimismo, doy gracias a Dios por sus dones, y también a tantas
personas que, con generosidad y amor a la Iglesia, me han ayudado en estos años con
espíritu de fe y humildad. Agradezco a todos el respeto y la comprensión con la que
han acogido esta decisión importante, que he tomado con plena libertad. Desde que
asumí el ministerio petrino en el nombre del Señor he servido a su Iglesia con la
certeza de que es Él quien me ha guiado. Sé también que la barca de la Iglesia es
suya, y que Él la conduce por medio de hombres. Mi corazón está colmado de gratitud
porque nunca ha faltado a la Iglesia su luz. En este Año de la fe invito a todos a
renovar la firme confianza en Dios, con la seguridad de que Él nos sostiene y nos
ama, y así todos sientan la alegría de ser cristianos.
Saludo cordialmente
a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España
y de los países latinoamericanos, que hoy han querido acompañarme. Os suplico que
os acordéis de mí en vuestra oración y que sigáis pidiendo por los Señores Cardenales,
llamados a la delicada tarea de elegir a un nuevo Sucesor en la Cátedra del apóstol
Pedro. Imploremos todos la amorosa protección de la Santísima Virgen María, Madre
de la Iglesia. Muchas gracias. Que Dios os bendiga.