(RV).- (Con Audio) El padre Antonio Grande, de la diócesis de Rafaela (Argentina)
-quien en la actualidad se desempeña como rector del Colegio Sacerdotal y de la Iglesia
Argentina en Roma, prosigue su colaboración con nuestra emisora. En el espacio “En
el Espíritu de Aparecida” sigue desarrollando temáticas relacionadas con la nueva
Evangelización.
Escuchemos el programa del jueves 21 de febrero (Audio):
Los continuos
cambios culturales de nuestro tiempo ejercen una fuerte influencia sobre los valores
éticos-religiosos de nuestro pueblo, son un desafío para su vida creyente
Aparecida
en el capítulo segundo titulado “Mirada de los discípulos misioneros sobre la realidad”,
analiza los grandes cambios que se suceden en la vida de la sociedad en todo el mundo,
los que afectan el sentido religioso y ético de tantos hombres que buscan el rostro
de Dios. Los obispos reconocen el aporte de la religiosidad popular a un sentido integrador
de la vida en nuestros pueblos:
“Conocemos, en nuestra cultura latinoamericana
y caribeña, el papel tan noble y orientador que ha jugado la religiosidad popular,
especialmente la devoción mariana, que ha contribuido a hacernos más conscientes de
nuestra común condición de hijos de Dios y de nuestra común dignidad ante sus ojos,
no obstante las diferencias sociales, étnicas o de cualquier otro tipo”. (DA 37).
Pero, señala que esa preciosa tradición “comienza a erosionarse” (DA 38).
Aparecida expresa la preocupación por el debilitamiento del sentido integrador de
la vida que ofrece el sentido religioso, y, la tarea de transmisión de los valores
de la fe que venían realizando las familias, debido a la falta de educación cristiana
y al ofuscamiento que producen los medios masivos de comunicación, con sus apreciaciones
parciales de las cosas y sus propuestas acosadoras de diversión que invaden la vida
familiar y la conversación de las personas (cf. DA 39).
La valoración de las
expresiones de la fe de nuestro pueblo cristiano necesita que sean acompañadas hacia
una maduración que constituyan a los creyentes en nuevos discípulos misioneros. La
piedad popular tiene que ser tomada como punto de partida de la reflexión y de la
acción pastoral renovada.
“Es verdad que la fe que se encarnó en la cultura
puede ser profundizada y penetrar cada vez mejor la forma de vida de nuestros pueblos.
Pero eso sólo puede suceder si valoramos positivamente lo que el Espíritu Santo ya
ha sembrado. La piedad popular es un «imprescindible punto de partida para conseguir
que la fe del pueblo madure y se haga más fecunda». Por eso, el discípulo misionero
tiene que ser «sensible a ella, percibir sus dimensiones interiores y sus valores
innegables» (EN 48)” (DA 262).
La Virgen María es el ícono de la nueva evangelización
trayendo a Jesús a nuestros pueblos, ahora sigue guiando al Pueblo de Dios en su
misión de fecunda maternidad de comunicar la vida plena en Cristo a los pueblos. En
palabras de Aparecida:
“Con los ojos puestos en sus hijos y en sus necesidades,
como en Caná de Galilea, María ayuda a mantener vivas las actitudes de atención, de
servicio, de entrega y de gratuidad que deben distinguir a los discípulos de su Hijo.
Indica, además, cuál es la pedagogía para que los pobres, en cada comunidad cristiana,
«se sientan como en su casa» (NMI 50). En nuestras comunidades, su fuerte presencia
ha enriquecido y seguirá enriqueciendo la dimensión materna de la Iglesia y su actitud
acogedora, que la convierte «en casa y escuela de comunión» (NMI 43) y en espacio
espiritual que prepara la misión” (DA 272; cf. DA 543).