2013-02-21 17:43:53

En el Espíritu de Aparecida


(RV).- (Con Audio) El padre Antonio Grande, de la diócesis de Rafaela (Argentina) -quien en la actualidad se desempeña como rector del Colegio Sacerdotal y de la Iglesia Argentina en Roma, prosigue su colaboración con nuestra emisora. En el espacio “En el Espíritu de Aparecida” sigue desarrollando temáticas relacionadas con la nueva Evangelización.

Escuchemos el programa del jueves 21 de febrero (Audio): RealAudioMP3

Los continuos cambios culturales de nuestro tiempo ejercen una fuerte influencia sobre los valores éticos-religiosos de nuestro pueblo, son un desafío para su vida creyente

Aparecida en el capítulo segundo titulado “Mirada de los discípulos misioneros sobre la realidad”, analiza los grandes cambios que se suceden en la vida de la sociedad en todo el mundo, los que afectan el sentido religioso y ético de tantos hombres que buscan el rostro de Dios. Los obispos reconocen el aporte de la religiosidad popular a un sentido integrador de la vida en nuestros pueblos:

“Conocemos, en nuestra cultura latinoamericana y caribeña, el papel tan noble y orientador que ha jugado la religiosidad popular, especialmente la devoción mariana, que ha contribuido a hacernos más conscientes de nuestra común condición de hijos de Dios y de nuestra común dignidad ante sus ojos, no obstante las diferencias sociales, étnicas o de cualquier otro tipo”. (DA 37).

Pero, señala que esa preciosa tradición “comienza a erosionarse” (DA 38). Aparecida expresa la preocupación por el debilitamiento del sentido integrador de la vida que ofrece el sentido religioso, y, la tarea de transmisión de los valores de la fe que venían realizando las familias, debido a la falta de educación cristiana y al ofuscamiento que producen los medios masivos de comunicación, con sus apreciaciones parciales de las cosas y sus propuestas acosadoras de diversión que invaden la vida familiar y la conversación de las personas (cf. DA 39).

La valoración de las expresiones de la fe de nuestro pueblo cristiano necesita que sean acompañadas hacia una maduración que constituyan a los creyentes en nuevos discípulos misioneros. La piedad popular tiene que ser tomada como punto de partida de la reflexión y de la acción pastoral renovada.

“Es verdad que la fe que se encarnó en la cultura puede ser profundizada y penetrar cada vez mejor la forma de vida de nuestros pueblos. Pero eso sólo puede suceder si valoramos positivamente lo que el Espíritu Santo ya ha sembrado. La piedad popular es un «imprescindible punto de partida para conseguir que la fe del pueblo madure y se haga más fecunda». Por eso, el discípulo misionero tiene que ser «sensible a ella, percibir sus dimensiones interiores y sus valores innegables» (EN 48)” (DA 262).

La Virgen María es el ícono de la nueva evangelización trayendo a Jesús a nuestros pueblos, ahora sigue guiando al Pueblo de Dios en su misión de fecunda maternidad de comunicar la vida plena en Cristo a los pueblos. En palabras de Aparecida:

“Con los ojos puestos en sus hijos y en sus necesidades, como en Caná de Galilea, María ayuda a mantener vivas las actitudes de atención, de servicio, de entrega y de gratuidad que deben distinguir a los discípulos de su Hijo. Indica, además, cuál es la pedagogía para que los pobres, en cada comunidad cristiana, «se sientan como en su casa» (NMI 50). En nuestras comunidades, su fuerte presencia ha enriquecido y seguirá enriqueciendo la dimensión materna de la Iglesia y su actitud acogedora, que la convierte «en casa y escuela de comunión» (NMI 43) y en espacio espiritual que prepara la misión” (DA 272; cf. DA 543).

(jGO,RC-RV)












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