jesuita Guillermo Ortiz SJ (RV).- (Audio) Después del anuncio
de su renuncia por razones de edad, el 28 de febrero próximo; en el momento en el
que todos los medios se enfocan y concentran sobre su persona, la penúltima catequesis
de Benedicto XVI, este miércoles, la homilía de la misa de miércoles de ceniza -de
gran alcance mediático, transmitida por Radio Vaticana y el Centro Televisivo Vaticano
y retransmitida por centenares de medios de información del mundo-, junto con el discurso
en el encuentro con los sacerdotes de Roma el jueves, son parte del singular testamento
de Benedicto XVI, que después de los trabajos del fin de semana, entra en los ejercicios
espirituales de cuaresma de la curia romana.
Lo que pasa comúnmente con la
muerte de un Papa, sucede ahora con el Papa vivo, que en un clima de oración y examen
ante Dios, plenamente conciente y libre, manifiesta públicamente que por su avanzada
edad, sus fuerzas ya no son aptas para el desarrollo del ministerio petrino y que
por esto renuncia.
Entiendo y siento que las palabras de Benedicto XVI son
hoy más que nunca como gotas sustanciosas de sabiduría espiritual; un sumo precioso
de doctrina que ilumina el camino que Jesús nos muestra hoy, en medio de la desorientación
y sufrimiento del mundo entero y no solamente a la familia católica. Son poderosas
píldoras de fe viva, destiladas en el sabio y sereno corazón de un padre que siente
y conoce amplia y profundamente los sufrimientos de la humanidad y también lo Vida
Plena que Jesús, Hijo de Dios, nos ofrece.
Gracias Papa Benedicto por tu valentía
y humildad en este momento tan delicado.
Desde el inicio de tu pontificado
hasta el fin, nos sorprende tu sabiduría y humildad.