La paz es una tarea permanente, cuya misión nunca se acaba
(RV).- (audio) El 22 de enero de 1963, el general Charles de Gaulle y el canciller
Konrad Adenauer firmaban el Tratado del Elíseo para sellar la reconciliación franco
alemana. Cincuenta años más tarde, ayer se evocaba este acontecimiento de importancia
fundamental para la Unión Europea, como modelo para reconciliar y superar también
otros conflictos y divisiones que amenazan al mundo moderno.
Sobre este tema
se organizó ayer una Conferencia en la Pontificia Universidad gregoriana, promovida
por las embajadas de Francia y Alemania en Roma. Benedicto XVI envió un mensaje por
medio de su secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone.
Mensaje en el
que el Santo Padre, manifiesta un gran interés por la celebración de este tratado
de amistad franco-alemán al servicio de la Unión Europea.
El Papa señala que
“las celebraciones con motivo del 50 aniversario de una etapa tan importante en el
camino común de reconciliación y de entendimiento entre los pueblos de Francia y Alemania,
recuerdan también el compromiso personal de los padres del Tratado, Charles de Gaulle
y Konrad Adenauer. Incluso ya antes de la conclusión del Tratado, los dos grandes
principales protagonistas de la Europa de la posguerra, con su participación en la
Misa de reconciliación en la catedral de Reims, pusieron de relieve que la política
se basa en principios que ésta no puede darse a sí misma.
La ley moral natural
inscrita por el Creador en el corazón del hombre, y los valores y los derechos humanos
plasmados por el Evangelio, -afirma el Pontífice- constituyen la base de una política
que realmente está al servicio de la justicia y la paz, así como del progreso de toda
la familia humana. Sobre estos fundamentos, la acción política tendrá que construirse
también en el futuro, para que todo lo que se ha logrado, juntos, no quede desvirtuado
por nuevos desafíos y miopes intereses particulares, o incluso pueda ser abandonado.
La paz es una tarea permanente, cuya misión nunca se acaba”.
El encuentro,
que dio lugar a un rico y estimulante intercambio de ideas, durante el debate, fue
introducido por el rector magnífico de la Gregoriana, el jesuita, François-Xavier
Dumortier. (ER–RV)