En el Año de la fe es necesario vivir intensamente la relación entre fe y caridad
(RV).- (audio) Solidaridad sin un
alma o un alma que busca a Dios sin mirar al prójimo. Estos son los dos extremos que
amenazan a los que en la Iglesia, no vive el justo equilibrio entre la fe y la caridad.
¿Cuál es este equilibrio? Lo ha explicado claramente Benedicto XVI ayer en su Mensaje
para la Cuaresma, presentado en la sala de prensa vaticana. Un documento que se suma
a otras publicaciones recientes del Papa, y en la que se centra nuestro director,
el padre Federico Lombardi, en su editorial semanal "Octava Dies":
En las
últimas semanas han sido publicados varios mensajes que merecen una reflexión: son
los mensajes del Papa para la Jornada Mundial del Enfermo, el 11 de febrero, y el
que ha escrito para la próxima Cuaresma; a los que añadimos también, el del Presidente
del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, para la Jornada de la lucha contra
la lepra, del pasado 25 de enero. En este Año de la fe es necesario vivir más intensamente
la relación entre fe y caridad. No existe una sin la otra; si no es así, se corre
el riesgo de un espiritualismo incorpóreo o de una filantropía que se reduce a un
activismo moralista.
La belleza, el encanto espiritual, la credibilidad de
la Iglesia que llega hasta el corazón es un reflejo del esplendor de la caridad, del
calor del amor. Un amor que se aprende de Dios en la fe, mirando a la cruz de Jesús
y participando en la Eucaristía. Bernadette, Teresa de Lisieux, Raoul Follereau, el
Padre Damián, San Vicente de Paúl, la Madre Teresa, son algunos de los más famosos,
pero cuántos, cuántos otros han creído en el amor de Dios y por ello han amado desmesuradamente,
con la abundancia del corazón, comenzando por los más pequeños y los que sufren en
el cuerpo y el espíritu.
Con la libertad soberana de la ley del amor, de los
dos primeros mandamientos, que son uno solo: "¡Ama y haz lo que quieras", decía San
Agustín, a quien se deja guiar por el Espíritu de Jesús. Y San Vicente de Paúl añadía:
"La caridad es superior a todas las reglas y todo debe referirse a ella. Es una gran
señora: hay que hacer lo que manda". En la Iglesia de la caridad los pequeños encuentran
el amor de Dios que viene concretamente hacia ellos, los enfermos comprenden que su
sufrimiento es un camino hacia un amor cada vez mayor, que ellos pueden dar al mundo
junto a Cristo. Fe y caridad. Escuchemos estos mensajes. El mundo se transforma en
nuevo, realmente. (ER - RV)