Jornada Mundial del Enfermo “Anda y haz tú lo mismo”
(RV).- Esta mañana a las 11,30 se presentó, en la Sala de Prensa de la Santa Sede,
el Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la XXI Jornada Mundial del Enfermo que
se celebrará el próximo 11 de febrero, memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen
María de Lourdes, este año en el Santuario mariano de Altötting, en Baviera, Alemania,
con el tema de “Anda y haz tú lo mismo” (Lc 10, 37).
Intervinieron en la presentación
Mons. Zygmunt Zimowski, Presidente del Consejo Pontificio para los agentes sanitarios;
con el secretario y subsecretario del dicasterio, Mons. Jean-Marie Mupendawatu y el
P. Augusto Chendi, respectivamente, además de Mons. Ludwig Limbrunner, Rector del
Santuario de Santa María de las Gracias de Altötting y el Dr. Jansusz Surżykiewicz,
Profesor de la Universidad Católica de Eichstätt.
Tal como afirma el Papa en
su mensaje, hecho público el pasado 2 de enero, esta Jornada representa para todos
los enfermos, agentes sanitarios, fieles cristianos y para todas la personas de buena
voluntad, un momento fuerte de oración, participación y ofrecimiento del sufrimiento
para el bien de la Iglesia, así como de invitación a todos para que reconozcan en
el rostro del hermano enfermo el santo rostro de Cristo que, sufriendo, muriendo y
resucitando, realizó la salvación de la humanidad.
Al respecto cabe destacar
que esta celebración fue instituida el 13 de Mayo de 1992 por el beato Papa Juan Pablo
II. Esta celebración anual tiene por objetivo sensibilizar al pueblo de Dios y, por
consiguiente, a las diversas instituciones sanitarias católicas y a la misma sociedad
civil, ante la necesidad de asegurar la mejor asistencia posible a los enfermos.
Ayudar
al enfermo a valorar, en el plano humano y sobre todo en el sobrenatural, el sufrimiento.
Hacer que las diócesis, las comunidades cristianas y las familias religiosas se comprometan
en la pastoral sanitaria de manera especial.
Favorecer el compromiso cada vez
más valioso del voluntariado. Recordar la importancia de la formación espiritual y
moral de los agentes sanitarios. Y hacer que los sacerdotes diocesanos y regulares,
así como cuantos viven y trabajan junto a los que sufren, comprendan mejor la importancia
de la asistencia religiosa a los enfermos.