Antes de poder hablar de Dios y con Dios, hay que escucharlo: Ángelus del Papa
(RV).- (Audio) "Aprovecha el hoy en el que Dios te llama para donarte la salvación",
fue la apremiante invitación del Papa este mediodía durante el rezo del Àngelus en
la Plaza de San Pedro. Citando el Evangelio del día, en el que" resuena la llamada
de Jesús a convertirnos y a creer, porque está cerca el Reino de Dios", Benedicto
XVI reflexionó tambien sobre nuestro modo de vivir el domingo: día del descanso y
de la familia, pero antes que nada día que debemos dedicar al Señor, participando
en la Eucaristía, con la cual nos nutrimos del Cuerpo y Sangre de Cristo y de su Palabra
de vida. "En nuestro tiempo de dispersión y distracción, el Evangelio de hoy nos invita
a interrogarnos sobre nuestra capacidad de escucha. Antes de poder hablar de Dios
y con Dios, hay que escucharlo, y la liturgia de la Iglesia es la 'escuela' de esta
escucha del Señor que nos habla. Por último, nos dice que cualquier momento puede
convertirse en un 'hoy' propicio para nuestra conversión". "Cada día puede convertirse
el hoy salvífico, porque la salvación es historia que continúa para la Iglesia y para
cada discípulo de Cristo", recalcó el Pontífice.
Saludo del Papa en nuestro
idioma (audio):
Saludo
con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a los fieles de la parroquia
de la Epifanía del Señor, de Valencia, así como a los alumnos del Instituto Meléndez
Valdés, de Villafranca de los Barros, y Pedro Mercedes, de Cuenca. En el evangelio
de este domingo resuena la llamada de Jesús a convertirnos y a creer, porque está
cerca el Reino de Dios. También este Año de la fe, que estamos celebrando, es una
invitación a una profunda conversión al Señor, único Salvador del mundo. Que la intercesión
de la Virgen María nos conceda redescubrir la alegría de la fe y el gozo de transmitirla
a los demás. Feliz domingo.
Palabras del Santo Padre durante el rezo
del Ángelus:
¡Queridos hermanos y hermanas!
La liturgia de hoy nos
presenta, juntos, dos pasajes distintos del Evangelio de Lucas. El primero (1,1-4)
es el prólogo, dirigido a un tal «Teófilo»; porque este nombre en griego significa
«amigo de Dios», podemos ver en él a cada creyente que se abre a Dios y quiere conocer
el Evangelio. En cambio, el segundo pasaje evangélico (4,14-21) nos presenta a Jesús
que «con la potencia del Espíritu» se dirige el sábado a la sinagoga de Nazaret. Como
buen observante, el Señor no se sustrae al ritmo litúrgico semanal y se une a la asamblea
de sus compatriotas en la oración y en la escucha de las Escrituras. El rito prevé
la lectura de un texto de la Tora o de los Profetas, seguida por un comentario. Ese
día Jesús se levantó para leer y encontró un pasaje del profeta Isaías que inicia
así: «El Espíritu del Señor está sobre mí, / porque me ha consagrado por la unción./
Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres » (61,1-2). Orígenes comenta: «No
es una casualidad que haya abierto el libro y encontrado el capítulo de la lectura
que profetiza sobre él, sino también esto fue obra de la providencia de Dios» (Homilías
sobre el Evangelio de Lucas, 32,3). Jesús de hecho, finalizada la lectura, en un silencio
cargado de atención, dice: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban
de oír» (Lc 4,21). San Cirilo de Alejandría afirma que el «hoy», colocado entre la
primera y la última venida de Cristo, está ligado a la capacidad del creyente de escuchar
y arrepentirse (cfr PG 69, 1241). Pero, en sentido aún más radical, Jesús mismo es
«el hoy» de la salvación en la historia, porque lleva a cumplimiento la plenitud de
la redención. El término «hoy», muy querido a san Lucas (cfr 19,9; 23,43), nos conduce
al título cristológico preferido por el mismo Evangelista, aquel de «salvador» (sōtēr).
Ya en los relatos de la infancia, él está presente en las palabras del ángel a los
pastores: « Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías,
el Señor» (Lc 2,11).
Queridos amigos, este pasaje evangélico interpela «hoy»
también a nosotros. Sobre todo nos hace pensar a nuestro modo de vivir el domingo:
día del descanso y de la familia, pero antes que nada día que debemos dedicar al Señor,
participando en la Eucaristía, con la cual nos nutrimos del Cuerpo y Sangre de Cristo
y de su Palabra de vida. En segundo lugar, en nuestro tiempo de dispersión y distracción,
este Evangelio nos invita a interrogarnos sobre nuestra capacidad de escucha. Antes
de poder hablar de Dios y con Dios, hay que escucharlo, y la liturgia de la Iglesia
es la “escuela” de esta escucha del Señor que nos habla. Por último, nos dice que
cualquier momento puede convertirse en un «hoy» propicio para nuestra conversión.
Cada día (kathēmeran) puede convertirse el hoy salvífico, porque la salvación es
historia que continúa para la Iglesia y para cada discípulo de Cristo. Este es el
sentido cristiano del «carpe diem»: ¡aprovecha el hoy en el que Dios te llama para
donarte la salvación!
Que la Virgen María sea siempre nuestro modelo y nuestra
guía en el saber reconocer y acoger, cada día de nuestra vida, la presencia de Dios,
Salvador nuestro y de toda la humanidad.
(Traducción del italiano: Raúl
Cabrera-Radio Vaticano)