En el Año de la Fe el mensaje del Papa para la Jornada Mundial de las Comunicaciones
Sociales
(RV).- (Con Audio) En la fiesta litúrgica de san Francisco de Sales, obispo y doctor
de la Iglesia, fundador de la Orden de la Visitación y patrono de la prensa católica,
el Presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, Mons. Claudio
Maria Celli y el secretario del dicasterio Mons. Paul Tighe, presentaron -en rueda
de prensa- el Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la Cuadragésimo Séptima Jornada
mundial de las Comunicaciones Sociales bajo el tema “Redes Sociales: portales de verdad
y de fe, nuevos espacios para la evangelización”.
Este Año la Jornada se
celebrará el 12 de mayo. El Presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones
Sociales, Mons. Claudio Maria Celli comentó ante nuestro micrófono el mensaje del
Papa para este año, aludiendo a la presencia de Benedicto XVI en la cuenta Twitter,
@Pontifex. La entrevista es de Griselda Mutual. (Audio)
PLJR - Radio
Vaticano / @pjuregui
Texto del mensaje del Papa para la 47° Jornada
Mundial de las Comunicaciones Sociales "Redes Sociales: portales de verdad y de fe;
nuevos espacios para la evangelización”
Queridos hermanos y hermanas:
Ante
la proximidad de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de 2013, deseo
proponeros algunas reflexiones acerca de una realidad cada vez más importante, y que
tiene que ver con el modo en el que las personas se comunican hoy entre sí. Quisiera
detenerme a considerar el desarrollo de las redes sociales digitales, que están contribuyendo
a que surja una nueva «ágora», una plaza pública y abierta en la que las personas
comparten ideas, informaciones, opiniones, y donde, además, nacen nuevas relaciones
y formas de comunidad.
Estos espacios, cuando se valorizan bien y de manera
equilibrada, favorecen formas de diálogo y de debate que, llevadas a cabo con respeto,
salvaguarda de la intimidad, responsabilidad e interés por la verdad, pueden reforzar
los lazos de unidad entre las personas y promover eficazmente la armonía de la familia
humana. El intercambio de información puede convertirse en verdadera comunicación,
los contactos pueden transformarse en amistad, las conexiones pueden facilitar la
comunión. Si las redes sociales están llamadas a actualizar esta gran potencialidad,
las personas que participan en ellas deben esforzarse por ser auténticas, porque en
estos espacios no se comparten tan solo ideas e informaciones, sino que, en última
instancia, son ellas mismas el objeto de la comunicación.
El desarrollo de
las redes sociales requiere un compromiso: las personas se sienten implicadas cuando
han de construir relaciones y encontrar amistades, cuando buscan respuestas a sus
preguntas, o se divierten, pero también cuando se sienten estimuladas intelectualmente
y comparten competencias y conocimientos. Las redes se convierten así, cada vez más,
en parte del tejido de la sociedad, en cuanto que unen a las personas en virtud de
estas necesidades fundamentales. Las redes sociales se alimentan, por tanto, de aspiraciones
radicadas en el corazón del hombre.
La cultura de las redes sociales y los
cambios en las formas y los estilos de la comunicación suponen todo un desafío para
quienes desean hablar de verdad y de valores. A menudo, como sucede también con otros
medios de comunicación social, el significado y la eficacia de las diferentes formas
de expresión parecen determinados más por su popularidad que por su importancia y
validez intrínsecas. La popularidad, a su vez, depende a menudo más de la fama o de
estrategias persuasivas que de la lógica de la argumentación. A veces, la voz discreta
de la razón se ve sofocada por el ruido de tanta información y no consigue despertar
la atención, que se reserva en cambio a quienes se expresan de manera más persuasiva.
Los medios de comunicación social necesitan, por tanto, del compromiso de todos aquellos
que son conscientes del valor del diálogo, del debate razonado, de la argumentación
lógica; de personas que tratan de cultivar formas de discurso y de expresión que apelan
a las más nobles aspiraciones de quien está implicado en el proceso comunicativo.
El diálogo y el debate pueden florecer y crecer asimismo cuando se conversa y se toma
en serio a quienes sostienen ideas distintas de las nuestras. «Teniendo en cuenta
la diversidad cultural, es preciso lograr que las personas no sólo acepten la existencia
de la cultura del otro, sino que aspiren también a enriquecerse con ella y a ofrecerle
lo que se tiene de bueno, de verdadero y de bello» (Discurso para el Encuentro con
el mundo de la cultura, Belém, Lisboa, 12 mayo 2010).
Las redes sociales deben
afrontar el desafío de ser verdaderamente inclusivas: de este modo, se beneficiarán
de la plena participación de los creyentes que desean compartir el Mensaje de Jesús
y los valores de la dignidad humana que promueven sus enseñanzas. En efecto, los creyentes
advierten de modo cada vez más claro que si la Buena Noticia no se da a conocer también
en el ambiente digital podría quedar fuera del ámbito de la experiencia de muchas
personas para las que este espacio existencial es importante. El ambiente digital
no es un mundo paralelo o puramente virtual, sino que forma parte de la realidad cotidiana
de muchos, especialmente de los más jóvenes. Las redes sociales son el fruto de la
interacción humana pero, a su vez, dan nueva forma a las dinámicas de la comunicación
que crea relaciones; por tanto, una comprensión atenta de este ambiente es el prerrequisito
para una presencia significativa dentro del mismo.
La capacidad de utilizar
los nuevos lenguajes es necesaria no tanto para estar al paso con los tiempos, sino
precisamente para permitir que la infinita riqueza del Evangelio encuentre formas
de expresión que puedan alcanzar las mentes y los corazones de todos. En el ambiente
digital, la palabra escrita se encuentra con frecuencia acompañada de imágenes y sonidos.
Una comunicación eficaz, como las parábolas de Jesús, ha de estimular la imaginación
y la sensibilidad afectiva de aquéllos a quienes queremos invitar a un encuentro con
el misterio del amor de Dios. Por lo demás, sabemos que la tradición cristiana ha
sido siempre rica en signos y símbolos: pienso, por ejemplo, en la cruz, los iconos,
el belén, las imágenes de la Virgen María, los vitrales y las pinturas de las iglesias.
Una parte sustancial del patrimonio artístico de la humanidad ha sido realizada por
artistas y músicos que han intentado expresar las verdades de la fe.
En las
redes sociales se pone de manifiesto la autenticidad de los creyentes cuando comparten
la fuente profunda de su esperanza y de su alegría: la fe en el Dios rico de misericordia
y de amor, revelado en Jesucristo. Este compartir consiste no solo en la expresión
explícita de la fe, sino también en el testimonio, es decir, «en el modo de comunicar
preferencias, opciones y juicios que sean profundamente concordes con el Evangelio,
incluso cuando no se hable explícitamente de él». (Mensaje para la Jornada Mundial
de las Comunicaciones Sociales 2011). Una forma especialmente significativa de dar
testimonio es la voluntad de donarse a los demás mediante la disponibilidad para responder
pacientemente y con respeto a sus preguntas y sus dudas en el camino de búsqueda de
la verdad y del sentido de la existencia humana. La presencia en las redes sociales
del diálogo sobre la fe y el creer confirma la relevancia de la religión en el debate
público y social.
Para quienes han acogido con corazón abierto el don de la
fe, la respuesta radical a las preguntas del hombre sobre el amor, la verdad y el
significado de la vida -que están presentes en las redes sociales- se encuentra en
la persona de Jesucristo. Es natural que quien tiene fe desee compartirla, con respeto
y sensibilidad, con las personas que encuentra en el ambiente digital. Pero en definitiva
los buenos frutos que el compartir el Evangelio puede dar, se deben más a la capacidad
de la Palabra de Dios de tocar los corazones, que a cualquier esfuerzo nuestro. La
confianza en el poder de la acción de Dios debe ser superior a la seguridad que depositemos
en el uso de los medios humanos. También en el ambiente digital, en el que con facilidad
se alzan voces con tonos demasiado fuertes y conflictivos, y donde a veces se corre
el riesgo de que prevalezca el sensacionalismo, estamos llamados a un atento discernimiento.
Y recordemos, a este respecto, que Elías reconoció la voz de Dios no en el viento
fuerte e impetuoso, ni en el terremoto o en el fuego, sino en el «susurro de una brisa
suave» (1R 19,11-12). Confiemos en que los deseos fundamentales del hombre de amar
y ser amado, de encontrar significado y verdad –que Dios mismo ha colocado en el corazón
del ser humano- hagan que los hombres y mujeres de nuestro tiempo estén siempre abiertos
a lo que el beato cardenal Newman llamaba la «luz amable» de la fe.
Las redes
sociales, además de instrumento de evangelización, pueden ser un factor de desarrollo
humano. Por ejemplo, en algunos contextos geográficos y culturales en los que los
cristianos se sienten aislados, las redes sociales permiten fortalecer el sentido
de su efectiva unidad con la comunidad universal de los creyentes. Las redes ofrecen
la posibilidad de compartir fácilmente los recursos espirituales y litúrgicos, y hacen
que las personas puedan rezar con un renovado sentido de cercanía con quienes profesan
su misma fe. La implicación auténtica e interactiva con las cuestiones y las dudas
de quienes están lejos de la fe nos debe hacer sentir la necesidad de alimentar con
la oración y la reflexión nuestra fe en la presencia de Dios, y también nuestra caridad
activa: «Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad,
soy como bronce que suena o címbalo que retiñe» (1 Co 13,1).
Existen redes
sociales que, en el ambiente digital, ofrecen al hombre de hoy ocasiones para orar,
meditar y compartir la Palabra de Dios. Pero estas redes pueden asimismo abrir las
puertas a otras dimensiones de la fe. De hecho, muchas personas están descubriendo,
precisamente gracias a un contacto que comenzó en la red, la importancia del encuentro
directo, de la experiencia de comunidad o también de peregrinación, elementos que
son importantes en el camino de fe. Tratando de hacer presente el Evangelio en el
ambiente digital, podemos invitar a las personas a vivir encuentros de oración o celebraciones
litúrgicas en lugares concretos como iglesias o capillas. Debe de haber coherencia
y unidad en la expresión de nuestra fe y en nuestro testimonio del Evangelio dentro
de la realidad en la que estamos llamados a vivir, tanto si se trata de la realidad
física como de la digital. Ante los demás, estamos llamados a dar a conocer el amor
de Dios, hasta los más remotos confines de la tierra. Rezo para que el Espíritu
de Dios os acompañe y os ilumine siempre, y al mismo tiempo os bendigo de corazón
para que podáis ser verdaderamente mensajeros y testigos del Evangelio. «Id por todo
el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación» (Mc 16,15).
Vaticano,
24 de enero de 2013, fiesta de san Francisco de Sales