"Hacer del mundo un verdadero hogar": el Papa durante el Ángelus
(RV).- (Con Audio)En la Fiesta de la Sagrada Familia, Benedicto XVI invita
a rezar por todas las familias del mundo y dirige un mensaje especial a los miles
de participantes en la Fiesta de la Familia de la capital española:
Saludo
cordialmente a los peregrinos de lengua española presentes en esta oración mariana.
Y también, desde aquí, a los numerosos participantes en la Eucaristía que se celebra
en Madrid en esta Fiesta de la Sagrada Familia. Que Jesús, María y José sean un ejemplo
de la fe que hace brillar el amor y fortalece la vida de los hogares. Por su intercesión,
pidamos que la familia siga siendo un don precioso para cada uno de sus miembros y
una esperanza firme para toda la humanidad. Y que el júbilo de compartir la vida al
amparo de Dios, que aprendimos de niños de labios de nuestros padres, nos impulse
a hacer del mundo un verdadero hogar, un espacio de concordia, solidaridad y respeto
mutuo. Con ese propósito, acudimos a María, nuestra Madre del cielo, para que acompañe
a las familias en su vocación de ser una forma entrañable de iglesia doméstica y célula
originaria de la sociedad. Que Dios os bendiga a todos. Feliz domingo.
‘La familia cristiana es la esperanza para hoy’. Es el lema, inspirado
en las palabras de Benedicto XVI, de la Fiesta de las Familias de Madrid, cita multitudinaria,
que por sexto año consecutivo congregó a miles de familias, que recibieron con gran
alegría el aliento y la bendición del Santo Padre. A pesar del frío fueron numerosas
familias con hijos pequeños, abuelos y jóvenes que llegaron de toda España y también
desde distintos países de Europa, desde muy temprano, como nos informa, desde la capital
española, Pilar Pérez del Yerro:
Palabras
del Papa antes del rezo del Ángelus :
¡Queridos hermanos y hermanas!
Hoy
es la fiesta de la Santa Familia de Nazaret. En la liturgia, el pasaje del Evangelio
de Lucas nos presenta a la Virgen María y a san José que, fieles a la tradición, suben
a Jerusalén para la Pascua junto con un Jesús de doce años. La primera vez en la
que Jesús había entrado en el Templo del Señor fue a los cuarenta días después de
su nacimiento, cuando sus padres habían ofrecido por él « un par de tórtolas o de
pichones de paloma» (Lc 2,24), o sea la ofrenda de los pobres. «Lucas, cuyo entero
Evangelio está lleno de una teología de los pobres y de la pobreza, hace entender…
que la familia de Jesús estaba incluida entre los pobres de Israel; nos hace entender
que justamente entre ellos podía madurar el cumplimiento de la promesa» (La infancia
de Jesús, 96). Hoy Jesús está de nuevo en el Templo, pero esta vez tiene un rol diferente,
que lo involucra en primera persona. Él cumple, con María y José, la peregrinación
a Jerusalén según cuanto prescribe la Ley (cfr Es 23,17; 34,23ss), aunque todavía
no había cumplido los trece años: signo de la profunda religiosidad de la Santa Familia.
Cuando, sin embargo, sus padres vuelven hacia Nazaret, ocurre algo inesperado: Él,
sin decir nada, se queda en la Ciudad. Por tres días María y José lo buscan y lo encuentran
en el Templo, conversando con los maestros de la Ley (cfr Lc 2,46-47); y cuando le
piden explicaciones, Jesús responde que no deben sorprenderse, porque aquel es su
lugar, aquella es su casa, junto al Padre, que es Dios (cfr La infancia de Jesús,
143). «Él – escribe Orígenes – profesa que está en el templo de su Padre, aquel Padre
que nos ha revelado a nosotros y del cual ha dicho que es su Hijo» (Homilías sobre
el Evangelio de Lucas, 18, 5).
La preocupación de María y José por Jesús es
la misma de cada padre que educa a un hijo, lo introduce a la vida y a la comprensión
de la realidad. Hoy por lo tanto es necesaria una especial oración al Señor por todas
las familias del mundo. Imitando a la santa Familia de Nazaret, que los padres se
preocupen seriamente por el crecimiento y la educación de los propios hijos, para
que maduren como hombres responsables y ciudadanos honestos, sin jamás olvidar que
la fe es un don precioso que hay que alimentar en los propios hijos también con el
ejemplo personal. Al mismo tiempo, oremos para que cada niño sea acogido como don
de Dios, sea sostenido por el amor del padre y de la madre, para poder crecer como
el Señor Jesús «en sabiduría, edad y gracia ante Dios y los hombres» (Lc 2,52). Que
el amor, la fidelidad y la dedición de María y José sirvan de ejemplo para todos los
esposos cristianos, que no son los amigos o los dueños de la vida de sus hijos, sino
los custodios de este don incomparable de Dios.
El silencio de José, hombre
justo (cfr Mt 1,19), y el ejemplo de María, que guardaba todo en su corazón (cfr Lc
2,51), nos hagan entrar en el misterio lleno de fe y de humanidad de la Santa Familia.
Deseo a todas las familias cristianas vivir en presencia de Dios con el mismo amor
y con el mismo gozo de la familia de Jesús, María y José.
Traducción del
italiano: Raúl Cabrera. RV
En este día en que celebramos la Sagrada Familia
que Dios ha dado a la humanidad como modelo de valores humanos y familiares, Benedicto
XVI hizo hincapié - también en francés - en que el Hijo de Dios quiso nacer en una
familia, dándole así un sentido noble y un papel insustituible, para la persona y
para la sociedad.
Recordando que la familia es la cuna natural del niño, primer
y esencial terreno donde se arraigan y construyen las personas y las relaciones humanas,
el Papa deseó que ¡la Virgen María y San José ayuden a los padres a educar a sus hijos
y darles la fe!
La Iglesia en todo el mundo celebra la fiesta de la Sagrada
Familia, dijo asimismo Benedicto XVI en sus saludos en inglés, deseando que Jesús,
María y José brinden amor, unidad y armonía a todas las familias cristianas, y que
éstas a su vez sean modelo en su alrededor.
Evocando la vida de la Sagrada
Familia, el Santo Padre deseó en lengua polaca que todas las familias queden impregnadas
por la presencia de Dios y por el amor y la confianza caracterizada por el respeto
mutuo y la comprensión, rogando la ayuda de Jesús, María y José para superar las dificultades
de la existencia humana.