2012-12-22 15:01:38

¡México siempre fiel! desde el regocijo de un feliz recuerdo navideño


(RV).- (Sin Audio) Desde México y gracias a la “red” recibí la fotografía de un querido amigo sacerdote en el acto de “centrar” la piñata en la celebración de la Posada de su parroquia y rodeado por sus divertidos feligreses: te saludo padre Jorge. La alegre imagen me lanzó a desempolvar recuerdos muy de infancia, pero además, para fijar una mirada especial sobre María y José, pobrecitos, que desde su fatigosa salida de Nazaret con destino a Belén, buscaron incesantemente, sí también ellos, y hasta el cansancio, un lugar en dónde pasar la noche. ¡Hasta que encontraron la gruta de Belén!


No puedo dejar de sonreír porque “pedir Posada” es una divertida representación religiosa, muy bien sazonada de inculturación. En cada país la celebración de la Navidad está marcada por la alegría que no es igual pero es la misma, sin embargo la de México es muy especial. Seguramente porque es la de mis recuerdos, y porque el color te revienta hasta el regocijo de la carcajada. Y hago notar que los organizadores pertenecen casi siempre a una comunidad parroquial, y con ella las familias se organizan. Benditos y pacientes promotores… En las posadas mexicanas la “clave secreta” la “palabra” para entrar a la fiesta se llama compartir.


Estas líneas navideñas son para constatar, reiterar, y acompañar -desde afuera y mirando a través del vidrio-, que a pesar de la lucha cotidiana por la sobrevivencia, por el pan, por la libertad, por la justicia, por la honestidad, por la ambición de ser País -con la mayúscula como México merece-, y crecer como Dios manda; a pesar –digo- de toooodas las cuitas y la mala sensación que da lugar al desaliento, la fe está ahí, no cambia no mengua, y si acaso se “transforma” pero para crecer… y al final está ahí, encendida como la vela con la que pedimos posada hace ya tantos años, vibrante, con la fuerza de Dios y la certeza puesta en que también esta Navidad nos nacerá entre los brazos a un Niño Dios, un salvador, el redentor, y con Él a una Santa Familia: Madre, Padre e Hijo. Son pocos, están solos y son los mismos, los de siempre, esos de los que a veces nos olvidamos pero que, igual, -también este año- nos estarán acompañando mientras muchos, todavía peregrinos, pedimos posada.

Un abrazo de feliz Navidad
de Patricia L. Jáuregui Romero – Radio Vaticano / @pjuregui








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