Urge educar en la verdad, por el bien de la humanidad, alienta el Papa
(RV).- Benedicto XVI exhortó a tutelar e impulsar el derecho inalienable a la educación
y promoción humana integral, ante los apremiantes desafíos de nuestro tiempo, sin
precedentes en la historia de la humanidad. Con su cordial bienvenida a los nuevos
embajadores de la República de Guinea, San Vicente y las Granadinas, Níger, Zambia,
Tailandia y Sri Lanka, el Santo Padre hizo hincapié en la importancia de la educación
en la familia, la escuela y la universidad, reflexionando también sobre las redes
sociales, que tienden a sustituir los espacios naturales de la sociedad y de las comunicaciones,
llegando a ser a menudo la única referencia de información y del conocimiento.
Entre
los retos de la actualidad, como las dificultades de la institución familiar, así
como de la escuela y universidad, que parecen incapaces de ofrecer a las jóvenes generaciones
la promoción trascendental, recordando el correcto empleo de la tecnología moderna,
el Papa destacó la necesidad de que el mundo de hoy y los adultos responsables sepan
brindar a los jóvenes los puntos de referencia necesarios, para que puedan afrontar
los desafíos de la vida con principios espirituales y morales sólidos, en el respeto
de la persona humana en su realidad plural, permaneciendo en perfecta armonía con
el cosmos. «Es necesario educar en la verdad y a la verdad», enfatizó Benedicto XVI
una vez más, recordando el bien de toda la familia humana:
«El futuro
de la humanidad se encuentra también en la relación de los niños y jóvenes con la
verdad: la verdad sobre el hombre, la verdad sobre la creación, la verdad acerca de
las instituciones, etc. Con la educación a la rectitud de corazón y pensamiento, los
jóvenes necesitan - hoy más que nunca - ser educados en el sentido del esfuerzo y
de la perseverancia ante las dificultades. Tienen que aprender que todo acto que eleva
la persona humana debe ser responsable y coherente con su deseo de infinito, y que
este acto acompaña su crecimiento en vista de la formación de una humanidad cada vez
más fraterna y libre de las tentaciones individualistas y materialistas».
Antes
de su bendición, el Santo Padre recordó la misión de la Iglesia y el deseo de aportar
libremente su contribución específica a la promoción integral, incluyendo la educación
de niños y jóvenes, el crecimiento espiritual, y las estructuras educativas, caritativas
y de salud.