2012-12-09 12:09:50

La voz que pasa y la Palabra que Permanece: el Papa durante el Ángelus


(RV).- (Audio) Diversos los conceptos afrontados por el Santo Padre este II domingo de Adviento durante el rezo de Ángelus. Refiriéndose especialmente a la figura de Juan Bautista, el Papa observó que “para Dios los grandes de la historia hacen de marco a los pequeños”. “Juan es la voz que pasa, Cristo es el Verbo eterno”. “A nosotros, dijo, espera hoy la tarea de dar escucha a aquella voz para conceder espacio y acogida a Jesús en el corazón”.

Bajo el ejemplo de la esencialidad de Juan, el Pontífice nos instó a vivir la próxima Navidad no solo como una fiesta exterior, sino y sobretodo como la fiesta del Hijo de Dios que ha venido a traer a los hombres la paz, la vida y la verdadera felicidad. En este sentido el Santo Padre invitó a todos a confiar a la Virgen del Adviento, nuestro camino “al encuentro del Señor que viene”.


Saludo del Papa en nuestro idioma (Audio): RealAudioMP3



Palabras del Papa antes del rezo mariano


¡Queridos hermanos y hermanas!

En el Tiempo de Adviento la liturgia pone en relieve, de manera particular, dos figuras que preparan la venida del Mesías: la Virgen María y Juan Bautista. Hoy san Lucas nos presenta a este ultimo, y lo hace con características diversas de los otros Evangelistas. «Todos los cuatro Evangelios colocan al inicio de la actividad de Jesús la figura de Juan Bautista y lo presentan como su precursor. San Lucas ha llevado hacia atrás la conexión entre las dos figuras y sus respectivas misiones … Ya en la concepción y en el nacimiento, Jesús y Juan son colocados en relación entre ellos» (La infancia de Jesús, 23). Esta impostación ayuda a comprender que Juan, en cuanto hijo de Zacarías e Isabel, ambos de familias sacerdotales, no solo es el ultimo de los profetas, sino que representa también al entero sacerdocio de la Antigua Alianza y por lo tanto prepara a los hombres al culto espiritual de la Nueva Alianza, inaugurado por Jesús (cfr ibid. 27-28). Lucas además deshace toda lectura mítica que a menudo se hace de los Evangelios y coloca históricamente la vida del Bautista: «En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, mientras Poncio Pilato era gobernador … bajo los sumos sacerdotes Anás y Caifás» (Lc 3,1-2). Al interior de este cuadro histórico se coloca el verdadero gran acontecimiento, el nacimiento de Cristo, que los contemporáneos ni siquiera notarán. Para Dios los grandes de la historia ¡hacen de marco a los pequeños!

Juan Bautista se define como la «voz de uno que grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos» (Lc 3,4). La voz proclama la palabra, pero en este caso la Palabra de Dios precede, en cuanto es ella misma a bajar sobre Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto (cfr Lc 3,2). Él por tanto tiene un gran rol, pero siempre en función de Cristo. San Agustín comenta : «Juan es la voz. Del Señor en cambio se dice: “Al principio existía la Palabra” (Jn 1,1). Juan es la voz que pasa, Cristo es el Verbo eterno que era en un principio. Si a la voz se quita la palabra, ¿que cosa queda? Un sonido vago. La voz sin palabra resuena en el oído, pero no edifica el corazón» (Discurso 293, 3). A nosotros hoy espera la tarea de dar escucha a aquella voz para conceder espacio y acogida a Jesús en el corazón, Palabra que nos salva. En este Tiempo de Adviento, preparémonos a ver, con los ojos de la fe, en la humilde Gruta de Belén, la salvación de Dios (cfr Lc 3,6). En la sociedad de consumo, en la que se está tentado de buscar la felicidad en la cosas, el Bautista nos enseña a vivir de manera esencial, para que la Navidad sea vivida no solo como una fiesta exterior, sino como la fiesta del Hijo de Dios que ha venido a traer a los hombres la paz, la vida y la verdadera felicidad.

A la maternal intercesión de María, Virgen del Adviento, confiamos nuestro camino al encuentro del Señor que viene, para estar listos a acoger, en el corazón y en toda la vida, al Emanuel, el Dios-con-nosotros. (Traducción del italiano: Raúl Cabrera-RV)



Saludos del Papa a los peregrinos en distintas lenguas


En una mañana fría de invierno pero con un sol radiante, al terminar la oración mariana, Benedicto XVI ha saludado a los miles de fieles y peregrinos reunidos en la plaza de san Pedro.

Dirigiéndose a los peregrinos francófonos, el Santo Padre ha dicho que el Adviento nos invita a ir al encuentro del Señor, y por lo tanto a ponernos en marcha. Esta realidad es muy familiar para las personas obligadas a abandonar su región, por diversas razones, incluyendo la guerra o la pobreza. Los migrantes conocen la precariedad y a menudo encuentran poca comprensión.
¡Que realmente puedan ser bienvenidos y tener una existencia digna! ¡Que en este tiempo que precede la Navidad, una solidaridad fraternal y dichosa les ayude en sus necesidades y les sostenga en su esperanza!, ha subrayado el Papa. No olviden que cada cristiano está el camino hacia su verdadero hogar: que es el cielo. ¡Cristo es el único camino! ¡Que la Virgen María que conoció los viajes y el exilio acompañe nuestro trabajo!

Hablando en inglés, Benedicto XVI ha señalado que el evangelio de hoy nos recuerda la necesidad del arrepentimiento y la purificación mientras nos preparamos en el camino hacia el Señor

Saludando a los peregrinos alemanes, Benedicto XVI ha vuelto a recordar el Evangelio de este segundo Domingo de Adviento que llama al arrepentimiento y la reconciliación. “Nosotros también estamos invitados continuamente a recibir el don del perdón de Dios, -ha recordado el Papa- para convertirnos en personas nuevas. El Sacramento de la Reconciliación es un lugar especial para recibir la misericordia de Dios. El Señor perdona todos los pecados, cura las heridas, Él nos da su paz y alegría.

Finalmente el Santo Padre ha saludado a todos los polacos presentes en la plaza de san Pedro. El evangelio de hoy nos recuerda que en un momento particular de la historia, Juan el Bautista transmitió al mundo la palabra oída de Dios. Exhortaba a la conversión, anunciaba la venida del Mesías, proclamaba la salvación divina. No todos acogieron su palabra, no todos le creyeron. Incluso hoy en día hay muchos que no creen. Como San Juan, tratemos de ser para ellos, en el Año de la fe, los mensajeros del Evangelio y fieles testigos de Cristo. (ER – RV)








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