A la hora del Ángelus, el Papa recuerda que en el Adviento acogemos el don de la Salvación
de Dios
(RV).- (Con Audio) Sobriedad y oración en tiempo de Adviento, es lo que Su Santidad
Benedicto XVI ha recomendado en su alocución previa al rezo mariano del Angelus
Domini, en el marco del Primer Domingo de Adviento: “En medio del desorden del
mundo, o en los desiertos de la indiferencia y del materialismo, los cristianos acogen
de Dios la salvación y la testimonian con un modo diverso de vivir, como una ciudad
colocada sobre un monte”.
El Sucesor de Pedro, además, nos ha recordado la
necesidad de seguir proclamando el Evangelio y puntualizó que en este tiempo de Adviento,
esperamos la venida de Dios, “que envuelve el cosmos y la historia y que conoce dos
momentos culminantes: la primera y la segunda venida de Jesucristo”. Dos momentos,
que cronológicamente – explicó- son distantes pero que en profundidad se tocan, con
su muerte y resurrección Jesús ha realizado ya aquella transformación del hombre y
del cosmos que es la meta final de la creación. El Papa aludió al diseño de salvación
de Dios, que está siempre en acto, pero que requiere nuestra libre adhesión y colaboración
del hombre.
Para el inicio de este nuevo Año litúrgico el Papa indicó a la
Virgen María como modelo que encarna de modo perfecto el espíritu del Adviento en
su actitud de permanencia a la escucha de Dios, su deseo profundo de cumplir con su
voluntad y de servicio al prójimo: "La Virgen María encarna perfectamente el espíritu
del Adviento, hecho de la escucha de Dios, de deseo profundo de cumplir con su voluntad,
de gozoso servicio hacia el prójimo. Dejémonos guiar por ella, para que el Dios que
viene no nos encuentre cerrados o distraídos, sino que pueda, en cada uno de nosotros,
extender un poco de su reino de amor, de justicia y de paz". (Audio) Patricia L. Jáuregui
Romero - Radio Vaticano Doblaje audio voz del Papa: Claudia Alberto
Saludos
del Papa en nuestro idioma, Primer Domingo de Adviento 02.12.12 (Audio)
TEXTO
SALUDOS DEL PAPA EN ESPAÑOL: Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua
española que participan en esta oración mariana. Abrimos hoy el Adviento, que nos
trae a la memoria la doble venida de Jesús, la primera que se reveló en la realidad
de la carne y la segunda que se manifestará al final de los tiempos. Que al comenzar
este tiempo - como se ora en la liturgia- el Señor avive en nosotros el deseo de salir
a su encuentro, acompañados por las buenas obras, y así un día merezcamos poseer el
reino eterno. Que la Virgen María, que esperó a su Divino Hijo con inefable amor de
Madre, nos acompañe y guíe para alcanzar estos anhelos. Muchas gracias.
TEXTO
ALOCUCIÓN PONTIFICIA PREVIA AL REZO MARIANO DEL ANGELUS 02.12.12 / Primer Domingo
de Adviento en el Año de la fe
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy
la Iglesia inicia un nuevo Año litúrgico, un camino que viene ulteriormente enriquecido
por el Año de la fe, a 50 años de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II.
El primer Tiempo de este itinerario es el Adviento, formado, en el Rito Romano, por
las cuatro semanas que preceden el Nacimiento del Señor, es decir el misterio de la
encarnación. La palabra «adviento» significa «venida» o «presencia». En el mundo antiguo
indicaba la visita del rey o del emperador a una provincia; en el lenguaje cristiano
se refiere a la venida de Dios, a su presencia en el mundo; un misterio que envuelve
por entero el cosmos y la historia, pero que conoce dos momentos culminantes: la primera
y la segunda venida de Jesucristo. La primera es en la Encarnación; la segunda es
el regreso glorioso al final de los tiempos. Estos dos momentos, que cronológicamente
son distantes -y no nos es dado saber cuánto-, en profundidad se tocan, porque con
su muerte y resurrección Jesús ha realizado ya aquella transformación del hombre y
del cosmos que es la meta final de la creación. Sin embargo antes del final, es necesario
que el Evangelio sea proclamado a todas las naciones, dice Jesús en el Evangelio de
san Marcos (cfr Mc 13,10). La venida del Señor continúa, el mundo debe ser
penetrado por su presencia. Y esta venida permanente del Señor en el anuncio del Evangelio
requiere continuamente nuestra colaboración; y la Iglesia, que es como la Novia, la
prometida Esposa del Cordero de Dios crucificado y resucitado (cfr Ap 21,9),
en comunión con su Señor colabora en esta venida del Señor, en la que ya empieza su
regreso glorioso.
A esto nos llama hoy la Palabra de Dios, trazando la línea
de conducta a seguir para estar preparados a la venida del Señor. En el Evangelio
de Lucas, Jesús dice a sus discípulos: «Guardaos de que no se hagan pesados vuestros
corazones por el libertinaje, por la embriaguez … Estad en vela orando en todo tiempo»
(Lc 21,34.36). Por lo tanto, sobriedad y oración. Y el apóstol Pablo
añade la invitación a «progresar y sobreabundar en el amor» de unos con otros, y
para con todos para que se consoliden los corazones con santidad irreprochable ante
Dios (cfr 1 Ts 3,12-13). En medio del desorden del mundo, o en los desiertos
de la indiferencia y del materialismo, los cristianos acogen de Dios la salvación
y la testimonian con un modo diverso de vivir, como una ciudad colocada sobre un monte.
«En Aquellos días - anuncia el profeta Jeremías - estará a salvo Jerusalén, y la llamarán
"El Señor es nuestra justicia"» (33,16). La comunidad de los creyentes es signo
del amor de Dios, de su justicia que ya está presente y operosa en la historia pero
que no está todavía plenamente realizada, y por lo tanto es siempre esperada, invocada,
buscada con paciencia y valor.
La Virgen María encarna perfectamente el espíritu
del Adviento, hecho de la escucha de Dios, de deseo profundo de cumplir con su voluntad,
de gozoso servicio hacia el prójimo. Dejémonos guiar por ella, para que el Dios que
viene no nos encuentre cerrados o distraídos, sino que pueda, en cada uno de nosotros,
extender un poco de su reino de amor, de justicia y de paz.
Traducción: Patricia
L. Jáuregui Romero – Radio Vaticano