En las atormentadas vicisitudes de la historia, Dios sigue construyendo su Reino de
amor, Benedicto XVI a la hora del ángelus
(RV).- (Con audio) A la hora del ángelus el Santo Padre, hablando en nuestro idioma,
recordó a la nueva beata María Troncatti, que fue elevada ayer a la gloria de los
altares en Ecuador. E invitó a pedir a Jesucristo, Rey del Universo, que ilumine y
fortalezca con su gracia al nuevo Purpurado colombiano, S.E. Rubén Salazar Gómez,
Arzobispo de Bogotá, y que a todos nosotros nos aumente la fe para perseverar en su
amor hasta el final de nuestra vida.
Saludo con
afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a los fieles de las parroquias
de Granada, Málaga, Torremolinos y Baza, así como a los Obispos, sacerdotes, religiosos
y laicos de Colombia, que han venido acompañando al Arzobispo de Bogotá, que ha sido
agregado al Colegio cardenalicio. Por intercesión de la Virgen María, Madre de la
Iglesia, y de la nueva beata Maria Troncatti, que ayer en Ecuador fue elevada a la
gloria de los altares, pidamos a Jesucristo, Rey del Universo, que ilumine y fortalezca
con su gracia al nuevo Purpurado, y que a todos nosotros nos aumente la fe y nos conceda
perseverar en su amor hasta el final de nuestra vida. Que Dios os bendiga.
Texto
completo de la alocución de Benedicto XVI antes de rezar el ángelus
Queridos hermanos
y hermanas:
Hoy la Iglesia celebra a Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo.
Esta solemnidad se coloca al término del año litúrgico y resume el misterio de Jesús
«primogénito de los muertos y dominador de todos los poderosos de la tierra» (Oración
Colecta Año B), ensanchando nuestra mirada hacia la plena realización del Reino de
Dios, cuando Dios será todo en todos (Cfr. 1 Co 15, 28).
San Cirilo de Jerusalén
afirma: «Nosotros anunciamos no sólo la primera venida de Cristo, sino también una
segunda mucho más bella de la primera. La primera, en efecto, fue una manifestación
de padecimiento, la segunda trae la diadema de la realeza divina; en la primera fue
sometido a la humillación de la cruz, en la segunda está rodeado y glorificado por
una multitud de ángeles » (Catequesis XV,1 Illuminandorum, De secundo Christi adventu:
PG 33, 869 A).
Toda la misión de Jesús y el contenido de su mensaje consisten
en anunciar el Reino de Dios y actuarlo en medio de los hombres con signos y prodigios.
«Pero – como recuerda el Concilio Vaticano II – ante todo el Reino se manifiesta
en la misma persona de Cristo» (Constitución dogmática Lumen gentium, 5), que
lo ha instaurado mediante su muerte en la cruz y su resurrección, con la que se ha
manifestado cual Señor y Mesías y Sacerdote eterno. Este Reino de Cristo ha sido encomendado
a la Iglesia, que es su «germen» e «inicio» y tiene el deber de anunciarlo y difundirlo
entre todas las gentes, con la fuerza del Espíritu Santo (Cfr. ibíd.). Al término
del tiempo establecido, el Señor entregará a Dios Padre el Reino y le presentará a
todos los que han vivido según el mandamiento del amor.
Queridos amigos, todos
nosotros estamos llamados a prolongar la obra salvífica de Dios convirtiéndonos al
Evangelios, poniéndonos con decisión al servicio de aquel Rey que no ha venido para
ser servido sino para servir y dar testimonio de la verdad (Cfr. Mc 10, 45;
Jn 18,37).
En esta perspectiva invito a todos a orar por los seis nuevos
Cardenales que he creado ayer, a fin de que el Espíritu Santo los refuerce en la fe
y en la caridad y los colme con sus dones, de modo que vivan su nueva responsabilidad
como una entrega ulterior a Cristo y a su Reino.
Estos nuevos miembros del
Colegio Cardenalicio representan bien la dimensión universal de la Iglesia: son Pastores
de Iglesias en El Líbano, en la India, en Nigeria, en Colombia, en Filipinas y, uno
de ellos, está desde hace mucho tiempo, al servicio de la Santa Sede.
Invoquemos
la protección de María Santísima sobre cada uno de ellos y sobre los fieles encomendadnos
a su servicio. Que la Virgen nos ayude a todos a vivir el tiempo presente en espera
del regreso del Señor, pidiendo con fuerza a Dios: «Venga tu Reino», y cumpliendo
esas obras de luz que nos acerca cada vez más al Cielo, concientes de que, en las
atormentadas vicisitudes de la historia, Dios sigue construyendo su Reino de amor.
Después de la antífona mariana y del responso por los fieles difuntos hablando
en italiano el Papa dijo:
“Queridos hermanas y hermanas:
Ayer en Macas,
Eucador, fue proclamada Beata María Troncatti, Religiosa de las Hijas de María Auxiliadora,
nacida en Val Camonica. Enfermera durante la primera Guerra Mundial, partió después
hacia Ecuador, donde se gastó totalmente al servicio de las poblaciones de la selva,
en la evangelización y en la promoción humana. ¡Demos gracias a Dios por este generoso
testigo suyo!”
También afirmó que el próximo sábado, 1° de diciembre, tendrá
lugar la peregrinación de los universitarios de Roma a la Tumba de San Pedro, con
ocasión del Año de la fe. Por esta razón Su Santidad anunció que presidirá la celebración
de las Primeras Vísperas de la Primer Domingo de Adviento.
Al saludar cordialmente
en su idioma a los fieles polacos que participaron en la Santa Misa de este domingo,
en honor de Cristo Rey y en la oración del ángelus, el Papa los invitó a rezar por
los nuevos cardenales. “Pidamos – les dijo – que la Iglesia crezca como reino de verdad,
de justicia, de amor y de paz. Que Cristo reine en nuestros corazones y nos bendiga
a todos”.
Por último, Su Santidad dirigió un saludo cordial a los peregrinos
de lengua italiana, en particular al grupo de la Policía Municipal de Agropoli y a
los muchachos de la Unidad de Pastoral Juvenil «San Filippo Neri» de la Diócesis de
Milán. De la misma manera, el Obispo de Roma saludó a los fieles de Genzano di Lucania,
acompañados por el Arzobispo de Acerenza; así como a los procedentes de Tivoli Terme.
El Sucesor de Pedro concluyó deseando a todos feliz domingo.