El Papa a directores de penitenciarios: “Cada hombre está llamado a superar la indiferencia
homicida de Caín”
(RV).- Este 22 de noviembre en la Sala Clementina el Santo Padre recibió a los 200
participantes en la XVII Conferencia de los Directores de las Administraciones Penitenciarias
del Consejo de Europa. Presentes en este encuentro encabezando al nutrido grupo la
Ministra de Justicia del Gobierno Italiano la profesora Paola Severino, y la Vice
Secretaria General del Consejo de Europa, la doctora Gabriella Battaini-Dragoni, que
dirigieron respectivamente palabras de saludo al Papa.
El tema de los derechos
del detenido en el ámbito de la “justicia”, y la necesidad de que venga respetada
la dignidad y los derechos del hombre estuvieron entre los puntos que el Papa subrayó
en su discurso: “Los temas de la justicia penal están bajo la atención de la opinión
pública y de los gobiernos, particularmente en un tiempo en el que las diferencias
económicas y sociales pero también el creciente individualismo alimentan las raíces
de la criminalidad”, observó el Papa al tomar la palabra.
Observó que
la tendencia actual es la de restringir el debate solo al momento legislativo de la
disciplina de los delitos y de las sanciones o al del proceso inherente para llegar
a una sentencia que sea lo más posible correspondiente a la verdad de los hechos y
por ello, sobre esta realidad anotó que en cambio, una menor atención es dedicada
a la modalidad de ejecución de las penas de detención.
Por este motivo
el Santo Padre fue enfático al decir que al parámetro de la “justicia”, debe ser
aunado como esencial, aquél del respeto de la dignidad y de los derechos del hombre…
Sin embargo también este parámetro si bien es indispensable y en muchos países todavía
está lejos de ser conseguido, no puede ser considerado suficiente para tutelar en
modo integral los derechos de la persona.
Benedicto XVI puso el acento
sobre el compromiso concreto y no solo como afirmación de principio para una efectiva
reducación de la persona, en función de la dignidad del detenido de vivir en la cárcel
un tiempo de rehabilitación y maduración.
“En los últimos años se han dado
muchos progresos –constató el Papa- si bien el recorrido sea todavía largo, no es
solo una cuestión de disponibilidad de reservas financieras capaces de hacer más dignos
los ambientes de detención y asegurar a los presos medios más eficaces de apoyo y
recorridos de formación”… En este sentido Benedicto XVI citó también el desarrollo
de una mentalidad capaz de relacionar el debate carcelario concerniente al respeto
de los derechos humanos del detenido a la realización de la justicia penal.
Por
otra parte recordó a los Directores de las Penitenciarías que su papel es en cierto
sentido más decisivo que el de los órganos legislativos y que su tarea no es fácil:
“Cada hombre está llamado a ser custodio de su propio hermano, superando la indiferencia
homicida de Caín, y a ustedes en particular se les pide custodiar aquellos que en
las condiciones de la detención pueden más fácilmente perder el sentido de la vida
y el valor de la dignidad personal cediendo a la desconfianza y la desesperación”.
Benedicto
XVI aclaró sin embargo que una respuesta positiva por parte del detenido para vivir
un tiempo de formación no debe ser solamente esperada o en cierta medida auspiciada
, por ello indicó la necesidad de que sea solicitada y a la vez favorecida con iniciativas
y propuestas capaces de vencer el ocio y romper la soledad en la que los detenidos
quedan relegados.
Un énfasis particular fue el que el Pontífice hizo sobre
la promoción de actividades de evangelización y de asistencia espiritual, capaces
de despertar en el detenido los aspectos más nobles y profundos, pero también despertando
en él el entusiasmo por la vida y el deseo de belleza que son propios de quien redescubre
que lleva impresa en sí y de modo indeleble la imagen de Dios.
Las últimas
palabras del Papa durante este encuentro abrieron a la esperanza del corazón y del
espíritu cuando con voz firme dijo: “Con la certeza sobre la posibilidad de renovarse,
la detención en la cárcel puede cumplir con su misión educativa y ser para el detenido
ocasión para paladear también la redención obrada por Cristo en el Misterio Pascual,
que nos asegura la victoria sobre todo mal”.