Brian Daley y Rémi Brague galardonados con el “Premio Ratzinger para la teología”
(RV).- Este 20 de octubre en la Sala Clementina del Vaticano Benedicto XVI entregó
el “Premio Ratzinger para la teología”, a dos estudiosos, el padre jesuita estadounidense
Brian E. Daley, profesor de Teología en la Universidad de Notre Dame en Indiana Estados
Unidos; y al filósofo e histórico francés Rémi Brague, profesor emérito de Filosofía
Medieval en la universidad parisina, profesor de Filosofía de las religiones europeas,
en la Maximilians Universidad de Mónaco. Un estudioso de patrística y un filósofo.
En la entrega de este galardón conocido como el “Nobel para la teología”
participaron 400 personas. Entre los presentes el cardenal Camillo Ruini en calidad
de Presidente del Comité Científico de la Fundación vaticana Joseph Ratzinger – Benedicto
XVI, quien dirigió palabras de agradecimiento al Papa, y monseñor Giuseppe Scotti,
presidente de la misma Fundación vaticana, quien introdujo este encuentro.
Importante
destacar que este reconocimiento es otorgado a los estudiosos que se distinguen por
sus méritos particulares en la actividad de publicación o en la investigación científica
que forma parte de los objetivos de la Fundación. A los premiados se les otorga un
pergamino y un cheque del valor de 50 mil euros.
Tras la presentación
del perfil de los dos estudiosos, el Papa pronunció un discurso mediante el que felicitó
al padre Daley y al profesor Brague de quienes dijo que con su personalidad ilustran
esta iniciativa que llega a su segunda edición.
Aludió al precioso servicio
en el ámbito de la enseñanza desarrollado por ambos estudiosos a lo largo de los años,
pero de modos diversos, uno jesuita, el otro laico y casado, comprometidos en la Iglesia,
activos en el ofrecer su contribución cualificada a la Iglesia en el mundo de hoy.
Benedicto
XVI hizo notar un aspecto que lo ha hecho reflexionar sobre el hecho de que los dos
galardonados de este año son competentes y comprometidos en dos aspectos decisivos
para la Iglesia de nuestros tiempos, a saber en el campo del ecumenismo, y en el del
encuentro con las demás religiones.
El Padre Daley, estudiando a fondo
a los Padres de la Iglesia, se coloca en la mejor escuela para conocer y amar a la
Iglesia una e indivisible, y con la riqueza de sus diversas tradiciones, motivo que
lo hace desempeñar un servicio de responsabilidad en las relaciones con las Iglesias
Ortodoxas.
Por otra parte el profesor Brague es un gran estudioso
de la filosofía de las religiones, en particular de aquella hebrea e islámica en el
medioevo. Estos puntos de reflexión sobre la identidad intelectual han llevado al
Santo Padre a recordar que a 50 años del inicio del Concilio Vaticano II, le gustaría
releer con ellos dos documentos conciliares: la declaración Nostra aetate sobre las
religiones no cristianas y el Decreto Unitatis Redintegratio sobre el ecumenismo,
añadiendo otro documento que se ha revelado de extraordinaria importancia y que es
la declaración Dignitatis humanae sobre la libertad religiosa.
El
Papa constató que, ambos, son profesores universitarios, muy comprometidos en el ámbito
de la enseñanza, en efecto, Benedicto XVI puso de relieve que el hecho, muestra un
aspecto de coherencia en la actividad de la Fundación, que además del premio, promueve
becas de estudio para doctorandos en Teología, y convenios de estudio a nivel universitario
como el que se celebró este año en Polonia, y el que dentro de tres semanas se celebrará
en Río de Janeiro.
El Padre Daley y el Prof. Brague son ejemplos
para la transmisión de un saber que une la ciencia y la sabiduría, rigor científico
y pasión por el hombre , para que pueda descubrir el “arte del vivir”. Personas –añadió-
que a través de una fe iluminada y vivida hagan a Dios cercano y creíble al hombre
de hoy, justo de aquello de lo que tenemos tanta necesidad, “hombres que mantengan
la mirada puesta en Dios tomando de esta fuente la verdadera humanidad para ayudar
a quien el Señor coloca en nuestro camino, a comprender que es Cristo el camino de
la vida, hombres –prosiguió el Papa- cuyo intelecto esté iluminado por la luz de Dios,
y que puedan hablar también a la mente y al corazón de los demás. Actuar en la viña
del Señor a donde nos llama para que los hombres y las mujeres de nuestro tiempo puedan
descubrir y redescubrir el verdadero arte de vivir, que ha sido también una gran pasión
del Concilio Vaticano II, más que nunca actual en el compromiso de la nueva evangelización.
(Patricia L. Jáuregui Romero - Radio Vaticano)