(RV).- (Con audio) A la hora del primer
ángelus del Año de la fe, del domingo 14 de octubre, Benedicto XVI se refirió a la
lógica del don, capaz de hacer que también un rico pueda entrar en el Reino de Dios;
a la vez que recordó que la riqueza no da la felicidad, ni la vida eterna.
El
Año de la fe recoge sus primeros frutos. El Santo Padre saluda la proclamación, en
Praga, de los primeros beatos mártires asesinados por defender la fe. Benedicto
inauguró el 11 de octubre el Año de la fe, para volver a anunciar a Cristo en los
desiertos del mundo contemporáneo. Y por la noche recordó a los fieles reunidos en
la Plaza de San Pedro el llamado “discurso de la luna” de Juan XXIII, a 50 años de
la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II.
En su catequesis del miércoles
10 de octubre el Papa recordó a los 40 mil peregrinos presentes en la Plaza de San
Pedro que debemos aprender las lecciones más simples y fundamentales del Concilio:
que el cristianismo en su esencia consiste en la fe en Dios y en el encuentro con
Cristo, que orienta y guía nuestra vida.