2012-10-15 16:29:54

El Arzobispo de Nápoles invita a derrumbar los muros del egoísmo


(RV).- El pasado 11 de octubre Benedetto XVI inauguró con una solemne celebración en el atrio de la Basílica de San Pedro el Año de la fe. En todas las diócesis del mundo son numerosas las iniciativas relacionadas con este año de gracia querido por el Papa. Las propuestas, en las diversas realidades locales, tratan de responder a las necesidades particulares, como Nápoles en Italia, donde se han previsto diálogos con la ciudad, lectio divinas, jornadas dedicadas a los novios y a los esposos o procesiones y manifestaciones culturales.

Al respecto el Cardenal Crescenzio Sepe, Arzobispo de Nápoles, nos ha dicho que han puesto como plan inmediato del año pastoral una fe renovada que debe contemplar la formación integral a fin de que cuando el cristiano sale de la Iglesia debe seguir testimoniando esta fe en el ambiente de la sociedad, en el lugar de trabajo en el que está insertado.

También afirmó que este año puede dar nueva vitalidad dentro de la vida eclesial en cuanto tal, una renovación que debe partir de los pastores, del obispo, de los sacerdotes, de los religiosos y de todos los laicos. Y destacó que ciertamente también en Nápoles hay un mundo herido, un mundo donde existe la secularización, donde hay cierta indiferencia religiosa, donde algunas veces se trata de relegar la propia creencia sólo al ámbito personal, y donde tampoco faltan el “dios dinero, las desviaciones morales, las ilegalidades y la corrupción”.

Sin embargo el Purpurado afirmó que existe de modo preponderante la voluntad, especialmente por parte de los laicos, de ser nuevamente protagonistas de una vida cristiana que también sea fermento de una vida más civil, más auténticamente social.

En cuanto a las necesidades de su arquidiócesis, el Cardenal Sepe se refirió a las que se notan un poco por doquier: dificultades de orden social, económico y financiero. Porque Nápoles es una ciudad y una diócesis que ha sufrido siempre la falta del trabajo para todos, de una educación civil, de una vida que se sienta como parte de una comunidad insertada también en el contexto particular que es típico de esa región y de esa ciudad.

Por esta razón, al inicio del Año de la fe, el Cardenal Sepe invita a los fieles a tener valor, a abrir sus corazones y a derrumbar los muros del egoísmo porque sólo abriéndose a Dios y a los hermanos es posible vivir con coherencia y responsabilidad el dono de la fe que Dios nos ha dado.

(María Fernanda Bernasconi – RV).







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