El Señor encienda nuestro corazón para que iluminemos el mundo: Papa, ecumenismo
y nueva Evangelización
(RV).- (Con Audio) Al final del almuerzo con los Padres sinodales, los Obispos que
participaron en el Concilio, hace cincuenta años, y los presidentes de las Conferencias
Episcopales, Benedicto XVI destacó esta bella tradición creada por el Beato Juan Pablo
II de coronar el Sínodo con un momento convival. Con su gran alegría por tener a su
lado al Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, y al Arzobispo Rowan
Williams, Primado de la Comunión anglicana, el Obispo de Roma subrayó la importancia
- en especial, ante el agnosticismo del mundo de hoy - del camino común, acompañados
por el Señor:
«Para mí esta
comunión es signo de que estamos en camino hacia la unidad y de que avanzamos con
el corazón, el Señor nos ayudará a avanzar también exteriormente. Me parece que esta
alegría nos fortalece también en el mandato de la evangelización. Synodos quiere decir
‘camino común’, estar en camino juntos, por lo que la palabra synodos me recuerda
el conocido camino del Señor con los dos discípulos de Emaús, que son como una imagen
del mundo agnóstico de hoy. Jesús, su esperanza, se había muerto. El mundo estaba
vacío, parecía que Dios no existía o que no se interesara por ellos. Con esta desesperación
en el corazón, y, sin embargo, con una pequeña llama de fe, caminan hacia adelante.
El Señor camina misteriosamente con ellos y los ayuda a comprender mejor el misterio
de Dios, su presencia en la historia, su caminar silenciosamente con nosotros».
Al
final de la cena, las palabras del Señor encendieron los corazones e iluminaron la
mente de los discípulos, recordó Benedicto XVI invitando a rezar al Señor para que
con su ayuda y luz iluminemos el mundo:
«Así, en el
Sínodo estamos en camino junto con nuestros contemporáneos. Roguemos al Señor para
que nos ilumine, encienda nuestro corazón para que logre ver y nos ilumine la mente.
Y recemos para que, en la cena, en la comunión eucarística, podamos estar abiertos
para verlo y, de este modo, encendamos también el mundo con su luz»