(RV).- (audio) Sobre el Sínodo ha
caído el terso y puro manto del Año de la Fe, que ayer inauguraba solemnemente el
Papa. “Una peregrinación en los desiertos del mundo contemporáneo”: ésta es la sugestiva
imagen elegida por Benedicto XVI para representarlo. Los padres sinodales, que
debaten sobre la necesidad de intensificar la fe con una nueva evangelización, constatan
esta desertificación espiritual y buscan remedios para que, precisamente “de la experiencia
de este vacío desierto -como dijo el Papa- se descubra de nuevo la alegría de creer”.
Esta
mañana en el Aula del Sínodo, ante la presencia del Santo Padre, se ha celebrado la
séptima Congregación general. Al término de los trabajos, como hemos dicho, en el
atrio del Aula Pablo VI Benedicto XVI, ha almorzado con los viejos padres conciliares
de entonces y los padres sinodales. Esta tarde la discusión general proseguirá con
la esperada intervención de Verner Arner, presidente de la Pontificia Academia de
las Ciencias premio nobel de medicina 1978.
Ayer por la tarde, la reflexión
de los obispos, durante la sexta Congregación se centró en dos temas dominantes: las
parroquias y los medios de comunicación. Respecto a las primeras, los obispos las
definieron “lugares privilegiados” para la nueva evangelización y la transmisión de
la fe, porque sin un nuevo impulso misionero de las comunidades parroquiales, será
difícil -se dijo- vivir una radical nueva evangelización. En cuanto, a los medios
de comunicación, observaron algunos prelados que intervinieron ayer, el sínodo pide
a los pastores, maestros y catequistas que se esfuercen en comprender mejor los desafíos
que representa evangelizar un mundo en el que la comunicación de masa prevalece y
tiene gran poder sobre la esfera religiosa y moral del hombre. No es suficiente que
la iglesia tenga sus propios medios de comunicación o que promueva películas religiosas.
Es necesario acercar a los fieles a la naturaleza del misterio de la fe como antídoto
al espectáculo de la realidad del secularismo contemporáneo. La Asamblea de
los obispos de todo el mundo habló también de los enfermos y los jóvenes. De las personas
que sufren, se expresó la necesidad de incluir en el proyecto evangelizador, el cuidado
de los enfermos y el alivio del sufrimiento, mirando a la Iglesia como comunidad sanada
por el Señor y por tanto, ella misma, sanadora. Tampoco los jóvenes fueron olvidados
como destinatarios de la nueva evangelización. Al contrario, ellos ocupan un lugar
relevante, porque aunque alejados de la práctica religiosa, llevan en el corazón la
sed de Dios. Particularmente la atención y preocupación de los prelados se centró
en los hijos de parejas divorciadas y vueltas a casar, los cuales a menudo permanecen
ajenos a los sacramentos a causa de la no participación de sus padres.
“En
el mundo contemporáneo, son muchos los signos de la sed de Dios -decía ayer Benedicto
XVI -pero en el desierto se vuelve a descubrir el valor de lo que es esencial para
vivir”. El Papa repetidamente ha insistido en la necesidad de volver a la "letra"
del Concilio, para encontrar el verdadero espíritu y redescubrir los elementos esenciales
de la vida. (ER – RV)