(RV).- El martes 25 de septiembre se llevó a cabo en Buenos Aires la V Misa por las
victimas de trata y trafico de personas. Las Parroquias del Decanato Boca - Barracas
– Constitución, el Equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia, las Hermanas
Oblatas del Santísimo Redentor, el Departamento de Migraciones del Arzobispado de
Buenos Aires, la Fundación La Alameda y el Movimiento de Trabajadores invitaron a
ser “solidarios en la oración de acción de gracias de trabajadores cartoneros y costureros,
mujeres en situación de prostitución y las victimas de trata, tráfico y trabajo esclavo
que han logrado dejar atrás estas formas modernas de esclavitud e invitaron a rezar
por una sociedad sin esclavos ni excluidos”. El Día Internacional contra la Explotación
Sexual y Trata de Personas recuerda la promulgación en la Argentina de la ley 9.143
el 23 de septiembre de 1913. Esta ley, conocida también como “Ley Palacios” en honor
de su promotor el diputado nacional Dr. Alfredo Palacios, fue la primera norma legal
en el mundo contra la prostitución infantil. La promulgación de la ley marcó la culminación
de una de las luchas más resonantes de la historia contra la esclavización de mujeres
para el ejercicio forzado de la prostitución en los prostíbulos de la Ciudad de Buenos
Aires. En su sentida homilía el cardenal Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos
Aires, recordó esta lacra, que lamentablemente todavía constituye un delito de preocupación
mundial.
Homilía completa del cardenal Jorge Mario Bergoglio SJ, arzobispo
de Buenos Aires, en la 5ª Misa por las víctimas de trata y tráfico de personas (Plaza
Constitución, 25 de septiembre de 2012)
Hoy en esta Ciudad queremos que se
oiga el grito, la pregunta de Dios: ¿Donde está tu hermano? Que esa pregunta de Dios
recorra todos los barrios de la Ciudad, recorra nuestro corazón y sobre todo que entre
también en el corazón de los “caínes” modernos. Quizá alguno pregunte: ¿Qué hermano?
¿¿Dónde está tu hermano esclavo!?! ¿¿El que estás matando todos los días en el taller
clandestino, en la red de prostitución, en las ranchadas de los chicos que usás para
mendicidad, para “campana” de distribución de droga, para rapiña y para prostituirlos…?
¿Dónde está tu hermano el que tiene que trabajar casi de escondidas de cartonero porque
todavía no ha sido formalizado…. ¿Dónde está tu hermano…? Y frente a esa pregunta
podemos hacer, como hizo el sacerdote que pasó al lado del herido, hacernos los distraídos;
como hizo el levita, mirar para otro lado porque no es para mí la pregunta sino que
es para otro. ¡La pregunta es para todos! ¡Porque en esta Ciudad está instalado el
sistema de trata de personas, ese crimen mafioso y aberrante (como tan acertadamente
lo definió hace pocos días un funcionario): crimen mafioso y aberrante!
¿Dónde
está tu hermano? Y vos que estás mirando, que te hacés el distraído, no dejás lugar
en tu corazón a que entre la pregunta; que decís esa no es para mi… ¿Cual!?!? ¡¡El
esclavo!!! El que en esta Ciudad sufre estas formas de esclavitud que mencioné recién
porque esta Ciudad es una “Ciudad abierta”, aquí entran todos: los que quieren esclavizar,
los que quieren despojar… así como cuando se rinde una Ciudad se declara “Ciudad abierta”
para que la saqueen, aquí nos están saqueando la vida de nuestros jóvenes! La vida
de nuestros trabajadores! La vida de nuestras familias! Estos tratantes… no, no los
insultemos sino recemos por ellos también para que escuchen la voz de Dios: ¿Dónde
está tu hermano?
A vos tratante, hoy te decimos: ¿Para que hacés esto? No
te vas a llevar nada, te vas a llevar las manos preñadas de sangre por el mal que
hiciste. Y hablando de sangre, por ahí te vas a ir del balazo de un competidor. Las
mafias son así. ¿Dónde está tu hermano, tratante!?!? ¡¡Es tu hermano !! ¡¡Es tu carne
!! Tomemos conciencia que esa carne esclava es mi carne, la misma que asumió el hijo
de Dios.
La gracia mas linda que podemos recibir hoy es la de llorar en nuestro
corazón. Señor mirá esto: Cambiales el corazón a estos esclavistas, cambiáselo. Estos
que entran a esta “Ciudad abierta” a ver qué pueden saquear, que vida pueden anular,
que familia pueden destruir, que niños pueden vender, que mujer pueden explotar. Nosotros
no venimos aquí a protestar, venimos a rezar públicamente, en la plaza, en una Ciudad
que es “Ciudad abierta” donde cualquiera puede entrar a esclavizar.
Todos
los que estamos aquí rezando también le vamos a pedir a Jesús la gracia de no hacernos
los distraídos… “Pero Padre, ¿que puedo hacer yo por una mafia?” … ¡Rezar! Golpeá
el corazón de Dios… Si sabés algo contalo pero no mires para otro lado porque puede
ser tu hijo o tu hija a quien de un día para el otro conviertan en esclavo, o podés
ser vos. Hace un tiempo tuve la alegría de bautizar a dos nenas, hijas de un matrimonio
rescatado de un taller esclavista. Señor, así como nos diste esta gracia, hacé que
se multiplique, que podamos rescatar a muchos, que podamos devolver a la sociedad
a todos aquellos que tienen encerrados como esclavos y explotados como esclavos.
Señor,
que podamos ver, convertidos hacia ti, el corazón de esos hombres y mujeres que explotan
y esclavizan a sus hermanos. Eso es lo que pedimos hoy para esta “Ciudad abierta”
donde se esclaviza a tanta gente. A nosotros, que sabemos que es así, danos la gracia
de no engrosar el ejército de los distraídos; y a ellos, los que esclavizan, someten
y matan la ilusión de tanta gente cambiales el corazón.
Que así sea.
Card.
Jorge Mario Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos Aires Buenos Aires, 25 de septiembre
de 2012 Arzobispado de Buenos Aires