Cardenal Bertone al periódico La Vanguardia: “Es necesaria una reflexión antropológica
más profunda”
(RV).- El Cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado del Vaticano, viajará el
próximo martes a Barcelona para recibir de manos del rey Juan Carlos el IV Premio
Internacional Conde de Barcelona, que otorga la fundación del mismo nombre, vinculada
al Grupo Godó.
Reproducimos la entrevista que el Purpurado concedió al periódico
La Vanguardia el pasado miércoles 19 de septiembre en el Palacio Apostólico, en cuya
conversación explicó su pasión por el fútbol –teniendo en cuenta que es sacerdote
salesiano– y su afición al cine. Días antes había vuelto a ver Vacaciones en Roma...
"Creo
que en la película sale un antiguo corresponsal de su diario en Roma...".
¡Julio
Moriones, saludando a Audrey Hepburn!
¡Ciertamente!
Gran seguidor
de la Juve, el cardenal Bertone no le quita el ojo al Barça, equipo preferido por
sus colaboradores más inmediatos. Un guiño a la ciudad que le acogerá dentro de unos
días.
Benedicto XVI ha visitado España cuatro veces en cinco años. ¿Cómo
ve hoy la Santa Sede la vieja España católica?
Miren, no estoy de acuerdo
con este calificativo. España, hoy, no es vieja y continúa siendo católica. A pesar
de las dificultades, los católicos, según estadísticas recientes, representan casi
el 75% de la población, por tanto una clara mayoría. Los obispos españoles, en el
plan pastoral 2011-2015, escriben que han podido experimentar en las frecuentes visitas
de Benedicto XVI, de manera muy viva, su cercanía, y están muy agradecidos, ya que
él ha sembrado abundantemente en un terreno que, como sucede en general en Occidente
en las últimas décadas, está atenazado por una mentalidad relativista y laicista,
y tiene la pretensión de construir una sociedad sin Dios. Un síntoma evidente de este
fenómeno es la caída drástica de las vocaciones en el país, especialmente al sacerdocio.
Este campo, antes fertilísimo, ahora es árido. El relativismo y el laicismo van configurando
una sociedad que choca con los valores fundamentales de la cultura católica, minando
por ejemplo instituciones como el matrimonio y la familia y socavando los fundamentos
de la vida moral. El episcopado español está movilizando todas las fuerzas de la Iglesia
de España para hacer frente a esta situación y reevangelizar la sociedad. Es mi deseo
y rezo para que esta obra tenga un éxito total.
El Papa está muy preocupado
por la actual crisis económica y habla con frecuencia de ello ¿Cree que Europa y el
mundo occidental en su conjunto tienen una estrategia adecuada para afrontar los problemas?
¿Existe una línea católica frente a la crisis?
Su Santidad ha expresado
su preocupación, desde los inicios de la actual crisis, en la encíclica Caritas
in veritate (La caridad en la verdad). Ha examinado algunas de las causas y en
particular ha puesto en guardia ante formas de individualismo egoísta, reclamando
la necesidad de un aliento ético en la economía. Esto significa, en primer lugar,
favorecer una mayor asunción de responsabilidad personal, mediante el "compartir deberes",
más que en la "reivindicación de derechos". En segundo lugar, es necesario plantear
políticas sociales que promuevan la solidaridad. Estoy convencido de que Europa sabrá
afrontar y salir de la crisis que atraviesa, que no es sólo económica. Pero lo podrá
hacer tanto más eficazmente cuanto más sepa descubrir la centralidad de estos valores,
humanos y cristianos, que la han edificado y hecho grande en la historia. Deseo subrayar
la inmensa obra de caridad y sostén a los más débiles que la Iglesia católica realiza
en España y muchos otros países. La acción de Caritas es directa y capilar,
ante necesidades urgentes a las que otras agencias estatales no logran dar respuesta.
La
crisis golpea sobre todo a Portugal, Grecia, Irlanda, España e Italia, países -excepto
Grecia- de profunda tradición católica. ¿Existe un gen católico en la crisis europea?
¿Estamos, otra vez, ante la vieja contradicción entre capitalismo anglosajón y la
moral católica?
Los países que han citado no son los únicos mayoritariamente
católicos en nuestro continente, y de todas formas presentan notables diferencias
internas. Me parece que la crisis ha golpeado a toda Europa, aunque en distinta medida,
evidenciando los puntos débiles de cada país, así como los límites estructurales de
la actual arquitectura política y económica de la Unión Europea. Por tanto, la tesis
que quiere hallar un "factor religioso y cultural" en las primas de riesgo (sobre
la deuda) puede parecer sugestiva; sin embargo, no sólo no parece históricamente justificable,
sino que además corre el riesgo de llegar a ser un pretexto para no buscar soluciones
adecuadas. Lo que seguramente tienen en común los estados que ahora la están sufriendo
más es la falta de confianza, con el predominio de un miedo general ante futuro. Uno
de los problemas de base y muy dramáticos es el bajo índice de natalidad. La disminución
de los nacimientos plantea serios interrogantes sobre quien podrá en el futuro pagar
las deudas de algunos países, favoreciendo así las incertidumbres y las tensiones
de los mercados. La crisis no puede ser por tanto afrontada sólo con soluciones técnicas
y paliativas. Es necesaria una reflexión antropológica más profunda.
La
nueva evangelización de los países de antigua tradición cristiana es un desafío para
la Iglesia de nuestro tiempo. Benedicto XVI ha creado un nuevo dicasterio. ¿Es optimista?
La
expresión nueva evangelización fue acuñada por el beato Juan Pablo II, durante su
primer viaje como pontífice a Polonia, en 1979. Por tanto, es algo que lleva en sí
ya una larga gestación, llegando a ser en tiempos recientes una cuestión más actual
y urgente. A la nueva evangelización será dedicada además la próxima asamblea ordinaria
del Sínodo de los Obispos, este octubre en el Vaticano. El propósito de la nueva evangelización
no es el de preparar nuevas técnicas, sino de relanzar la vida de fe en aquellos lugares
que, a pesar de conocer el mensaje de Cristo desde hace tiempo, están ahora marcados
por un fuerte secularismo, que tiende a separar la fe de la vida.
En otras
regiones del mundo, por desgracia, el desafío para los cristianos es mucho más dramático:
persecuciones, terribles atentados. ¿La libertad religiosa y la supervivencia de los
cristianos es una cuestión crucial para el Vaticano?
La persecución o las
dificultades que sufren los cristianos en distintos países es ciertamente una cuestión
importante para la Santa Sede desde siempre, no sólo por el bien de los cristianos
sino también de las naciones a las que pertenecen y a cuyo bien contribuyen de diversas
maneras. Pensando, por ejemplo, en la situación en Oriente Medio, estoy convencido
de que la disminución de la presencia cristiana no es sólo un daño para la Iglesia
sino que es también una pérdida para toda la sociedad, como reconocen muchos musulmanes.
Por eso es tan importante la libertad religiosa, que está en la base del respeto de
los otros derechos humanos. La promoción de la libertad religiosa es la mejor garantía
para el progreso de la sociedad.
Recientemente ha visitado Líbano con el
Santo Padre. ¿Qué opina de la crisis siria? ¿Está en peligro la comunidad cristiana?
Durante
el viaje a Líbano la mirada estaba puesta, en cierto sentido, en toda la región, ya
que la visita estaba motivada por la entrega de la exhortación apostólica postsinodal
Ecclesia in Medio Oriente. Por desgracia, Oriente Medio conoce diversos conflictos,
algunos desde hace tiempo, que todavía esperan una adecuada solución. En particular
es causa de preocupación la crisis en Siria, que ha provocado ya casi 30.000 muertos
y numerosos heridos y desplazados, sin olvidar los centenares de miles de exiliados
y refugiados. Es una crisis complicada en la que se entremezclan distintos factores
y en la que está en peligro no sólo la comunidad cristiana sino toda la sociedad.
Los cristianos, que están presentes en Siria desde los comienzos del cristianismo,
desean seguir contribuyendo, como han hecho a lo largo de la historia, al bien común
de la sociedad. En la Siria del mañana la presencia de los cristianos como constructores
de paz y artífices de reconciliación será siempre fundamental. Invitamos al cese inmediato
de la violencia, venga de donde venga, y a dar prioridad a la vía del diálogo y de
la reconciliación. Es importante salvaguardar la unidad el país, en el que todos,
incluidas las minorías tengan un papel fundamental para contribuir al bien de la sociedad.
Irak,
Siria, Egipto... ¿Los cambios en el mundo árabe, son un riesgo para el cristianismo?
La
realidad en cada país es distinta, pero es verdad que la situación de los cristianos
en algunos países no ha mejorado y se percibe el miedo de cara al futuro, que se está
todavía definiendo. A un entusiasmo inicial por parte de muchos ha podido seguir una
valoración más cauta. Desde otro punto de vista podemos ver estos cambios en el mundo
árabe, más que como un riesgo para los cristianos, como una oportunidad o un desafío.
En el origen de muchos de los cambios actuales se puede encontrar el deseo de mayor
justicia y participación en la vida política, así como la aspiración al desarrollo
de sociedades más democráticas, elementos que no pueden no encontrar una gran sintonía
con los valores que ha promovido el cristianismo y que se han convertido en cierto
sentido en un patrimonio universal. Me refiero a valores como los la dignidad de la
persona, la importancia de la familia, etcétera.
Algunos sectores católicos
piden reformas profundas. ¿Se puede esperar cambios en el futuro, como, por ejemplo,
sobre el campo del celibato y la ordenación de las mujeres?
Más que reformas
estructurales, preferiría insistir en la necesidad de renovación radical; es decir,
de una renovación fundamental sobre las raíces de nuestro ser cristianos; sobre la
fe en Jesucristo. En este año de la fe, intensamente deseado por el papa Benedicto
XVI con ocasión del 50.º aniversario de la apertura del concilio Vaticano II y del
20.º aniversario del catecismo de la Iglesia católica, estamos invitados a reflexionar
sobre el acto de la fe y sus contenidos para que podamos ofrecer al mundo el don de
un testimonio seguro, alegre y atrayente. En este contexto, se podrá reflexionar sobre
el ministerio sacerdotal, tan necesario para la vida de la Iglesia y del mundo. Como
lo han confirmado los Papa Pablo VI y Juan Pablo II, respectivamente en los documentos
Inter insigniores y Ordinatio sacerdotalis, no es posible contemplar
la admisión de las mujeres al sacerdocio, porque la Iglesia, al estar vinculada por
la voluntad de Cristo, no posee el poder de ordenar a la mujer. Con relación al celibato,
por una parte, hay sacerdotes casados en la Iglesia. Algunos pertenecen a las venerables
iglesias católicas orientales, mientras otros, después de haber ejercitado el ministerio
como pastores casados en las comunidades eclesiales no católicas en Occidente, se
han convertido al catolicismo y han sido ordenados sacerdotes. La Iglesia, basándose
sobre el ejemplo y las palabras de Cristo, ha considerado el celibato como expresión
del don total que el sacerdote hace de sí mismo al Divino Maestro, como un modo particularmente
fecundo de participar en la construcción de la Iglesia. Por estos motivos, la Iglesia
mantiene la disciplina del celibato para los sacerdotes de la Iglesia latina. Es verdad
que la mies es mucha y los trabajadores pocos. Es necesario, pues, promover una renovada
pastoral de las vocaciones. Las familias tienen un papel de primera importancia, educando
en la fe y ayudando a concebir la vida en los términos del proyecto que Dios tiene
para cada uno. Es necesario prestar más atención a las escuelas católicas y a la pastoral
juvenil
Su Eminencia conoce bien la realidad catalana. La visita del Papa
a Barcelona, en noviembre del 2010, fue un bello ejemplo de la sensibilidad de la
Santa Sede hacia la lengua y la cultura catalanas.
La relación entre Dios
y el hombre contemporáneo es el eje del magisterio de Benedicto XVI. Y Barcelona,
con su majestuoso templo de la Sagrada Familia, en cierta medida representa en Europa
occidental el símbolo de las relaciones entre lo humano y lo divino, entre la naturaleza
y lo sobrenatural. Para Gaudí, el arte puede asumir el lenguaje teológico, es decir,
hablarle al hombre de Dios. Por tanto, el arte se entiende en el fondo como instrumento
de dialogo, de comunión entre naturaleza y gracia. También la lengua es instrumento
de comunión que pone a los hombres en comunión con Dios y entre ellos. La historia
de todos los pueblos, sus expresiones artístico-culturales y su lengua son realidades
sublimes que tienen sentido en cuanto cada persona las ha recibido para conocer a
través de ellas la presencia de Dios en la propia vida.