Busca la justicia, la fe, el amor y la paz... invita el Papa a los nuevos Obispos
(RV).- Como es tradicional por estas fechas, Benedicto XVI recibió, en el Palacio
Apostólico de Castel Gandolfo, a los Obispos de tantas partes del mundo, que él mismo
nombró recientemente, y que se reunieron en Roma para participar en un encuentro,
al comienzo de su servicio pastoral. Tras recordar que este año su peregrinación reviste
una importancia especial, pues estamos ya en vísperas del Año de la Fe, del 50 aniversario
de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II y de la cumbre sinodal sobre la
«Nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana», el Papa destacó también
el vigésimo aniversario del Catecismo de la Iglesia Católica.
A estos queridos
hermanos en el episcopado, maestros y heraldos de la fe, Benedicto XVI les deseó que
la experiencia vivida cerca de la Tumba de Pedro, en comunión con su Sucesor y entre
ellos, los ayude en la urgente tarea de anunciar a Cristo, alimentando su sentido
de responsabilidad hacia toda la Iglesia:
«Como miembros
del colegio episcopal, de hecho, deben tener siempre una especial solicitud por la
Iglesia universal, en primer lugar promoviendo y defendiendo la unidad de la fe. Jesucristo,
ha confiado la misión de anunciar el Evangelio a todo el cuerpo de los pastores, que
deben colaborar entre ellos y con el Sucesor de Pedro (cfr. ibid., 23), para que este
anuncio llegue a todos los hombres. Esto es particularmente urgente en nuestro tiempo,
que los llama a ser audaces en invitar a los hombres de toda condición al encuentro
con Cristo y a hacer que la fe sea cada vez más sólida (cf. Christus Dominus, 12)».
Y
como Obispos que su preocupación prioritaria sea la promoción de un compromiso eclesial,
cada vez más convencido, en favor de la nueva evangelización, para redescubrir la
alegría de creer y el entusiasmo de comunicar la fe, deseó el Santo Padre, destacando
el papel y responsabilidad de todo el Pueblo de Dios en el testimonio del Evangelio,
como anhelaba Papa Roncalli:
«Podríamos
decir que la nueva evangelización comenzó precisamente con el Concilio, que el beato
Juan XXIII consideraba como un nuevo Pentecostés, que habría hecho florecer a la Iglesia,
en su riqueza interior y en su extenderse maternalmente hacia todos los ámbitos de
la actividad humana (cfr. Discurso para la clausura del primer periodo del Concilio,
de 8 de diciembre de 1962). Los efectos del nuevo Pentecostés, a pesar de las dificultades
de los tiempos, se fueron prolongado, llegando a la vida de la Iglesia en todas sus
formas: desde lo institucional a lo espiritual, desde la participación de los fieles
laicos en la Iglesia hasta el florecimiento carismático y de la santidad. En este
sentido, no podemos dejar de pensar en el mismo Beato Juan XXIII y el Beato Juan Pablo
II, en tantas figuras de obispos, sacerdotes, consagrados y laicos, que han embellecido
el rostro de la Iglesia en nuestro tiempo».
Gran herencia que Benedicto XVI
impulsó a los Obispos a custodiar, afianzados en el patrimonio doctrinal, de espiritualidad
y de santidad, y formando en la fe a los fieles, para que su testimonio sea creíble,
como signos vivos de la presencia del Resucitado en el mundo, dando razón de su esperanza.
Sin olvidar la tarea episcopal de su testimonio, de su ejemplo de vida y confianza
en Dios, el Papa los volvió a alentar a ser como el Buen Pastor, con los sacerdotes
y seminaristas; con los más pobres y los que sufren, sosteniendo y consolando asimismo
a quienes han perdido el sentido de la vida y acompañando a las familias y a la juventud,
para que todos crezcan en su amistad con Cristo:
«Busca la
justicia, la fe, el amor y la paz... El que sirve al Señor no debe tomar parte en
querellas. Por el contrario, tienen que ser amable con todos, apto para enseñar y
paciente en las pruebas. Debe reprender con dulzura» (2 Tm 2,22-25). Recordando -
a mí y a ustedes - estas palabras, imparto de corazón a cada uno la Bendición Apostólica,
para que las Iglesias que tienen confiadas, impulsadas por el viento del Espíritu
Santo, crezcan en la fe y la anuncien por los senderos de la historia con nuevo ardor».